Nos sentimos cómodos y protegidos en nuestra zona de confort porque desde este sofá emocional, podemos predecir aquello que va a pasar al establecer conexiones de causa y efecto. La zona de confort es muy necesaria porque sería agotador vivir al compás de una constante improvisación con el consecuente estrés que produce el cambio. El apego en cualquier ámbito puede tener consecuencias negativas cuando se convierte en una cadena que nos ata y nos impide desplegar nuestras alas.
Potenciar la evolución personal y la creatividad vital requiere de la medicina de la valentía para alzar el vuelo más allá de ese confort.
Tomar la vida como una aventura
Salir de la zona de confort no significa renunciar a esa comodidad de una forma definitiva ya que siempre podemos regresar a ese punto durante ciertos momentos.
Para superar el apego a la zona de confort es positivo tomar la vida como lo que es: una aventura en la que deberíamos dar más espacio a la atención del presente que a la proyección de futuro. Un regalo que nos ofrece una infinidad de posibilidades de desarrollo personal: ¿Por qué encasillarte en un registro concreto cuando puedes abrir nuevas puertas?
Para salir de la zona de confort es muy importante asumir como natural ese nudo en el estómago que puede producir el temor a lo desconocido y que desaparece poco a poco, cuando ese terreno desconocido nos va resultando más familiar.
El sedentarismo emocional
Se insiste mucho en las consecuencias negativas del sedentarismo físico que puede causar obesidad. Pero también debería hablarse más de la negatividad que surge del sedentarismo emocional que nos lleva a aparcar sueños, ideas interesantes y retos positivos. Un sedentarismo que incrementa el peso de la mochila emocional ya que siempre caminamos más ligeros de equipaje cuando nos atrevemos a volar.
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