Las pérdidas nos acompañarán en las distintas etapas de nuestra vida, eso es así. Sin embargo, cuando se tiene una vida con un sentido y un duelo lo opaca o borra, ¿cómo seguir sin ese ser tan especial y amado (a)?.
La muerte de un ser querido se convierte en un bloqueador que impide nuestra expresión, vitalidad, creatividad y ganas de seguir viviendo.
Entonces, después de mucho llorar a ese ser que se fue... se abre un espacio para restituir un nuevo propósito de la existencia, un ¿para qué?, sintiendo claridad para trazar nuevas metas y caminos.
Más allá del dolor, todos tenemos semillas guardadas para volver a sembrar en tierra fértil, dándonos tiempo y permiso para entender y vivir la oscuridad y el dolor normal, mientras se fortalecen las raíces internas para que crezca una nueva planta sana y fuerte.
Empero, para ello hay que tener el valor de elegir seguir adelante, como refiere Edgar Jackson: Lo importante no es lo que la vida te hace, sino lo que tú haces con lo que la vida te hace.
En este sentido, existen algunas variedades de duelos anormales:
1.-
Duelo crónico: años después de la pérdida, la persona vive como si acabara de ocurrir.
2.-
Duelo ausente, diferido, inhibido, suprimido o retardado: en la fase inicial parecen mantener el control y con el paso del tiempo florecen todos los sentimientos que no se resolvieron.
3.-
Duelo eufórico en el que se niega la realidad.
4.-
Duelo patológico: la reacción es tan intensa que no puede ser manejada ni por el doliente ni sus allegados.
En estos 4 casos se sugiere buscar ayuda profesional. Entretanto, nadie puede elaborar el duelo en pocas horas o días, por eso hay que darse tiempo y permiso para salir fortalecido de la experiencia y recobrar el sentido de realidad.
Para ello conviene hablar de lo que pasó, comunicar el dolor y los pensamientos, expresar las culpas, angustias, miedos. Aceptar ayuda y tener un proyecto de vida, es decir, un ¿para qué vivir? o ¿cuál es mi misión? Eso ancla a la persona a la vida y le permite darle un nuevo sentido a su existencia y así lograr seguir sin ese ser que partió.
Abracemos a todos los dolientes... es todo lo que necesitan: amor, compasión, silencio, mucho acompañamiento y presencia, es decir, que entre todos nos ayudemos cuando cada uno no pueda hacerlo solo.
por FRANCA TREZZA