En 1935 era elegido Papa Benedicto XII, hijo de una lavandera. Ésta se vistió lujosamente para
visitar a su hijo; pero el nuevo Papa, al enterarse de cómo venía ataviada, observó: “Si se viste
así, entonces no puede ser mi madre, pues mi madre es una humilde lavandera”.
Su madre, que se enteró, comprendió la lección. Al día siguiente se presentaba sencillamente
vestida, y el Papa, su hijo, la abrazaba y honraba como madre.
Autor desconocido.