La aceptación consiste en abrir los ojos para
tomar conciencia de lo que sucede en este momento y asumirlo, tal cual es.
¿Tienes un problema físico? ¿Sufres por una relación? ¿Tu situación económica te agobia? ¿Te sientes triste, estresado, asustado…?
Si estás viviendo un momento desagradable, algo que quizás escape a tu control, negándolo lo haces más duro.
Aceptar algo no significa que te guste
A ti no te gusta estar enfermo, en bancarrota o sentir el miedo de que vas a perder algo. Pero sólo
aceptando la situación tal y como es, puedes entenderla, elegir cómo afrontarla e incluso la mejor manera de cambiarla, si se puede.
¿Y si no se puede cambiar? ¿Qué viene? ¿
La resignación?
Resignación y aceptación no son lo mismo
Los dos conceptos tienen mucho en común. Se refieren a cómo afrontas una situación desagradable o dolorosa que escapa a tu control.
La resignación consiste en bajar la cabeza, en plegarte a unas circunstancias, aunque no te gusten ni las entiendas. Permaneces sumiso, indefenso y quieto en tu papel de víctima.
Hay personas que, por ejemplo, se resignan a vivir con una discapacidad. Asumen su lado desvalido y se quedan en él. Total, si no pueden cambiar la situación…
Vista en un contexto así,
la resignación se convierte en el lado negativo de la aceptación.
En el mismo ejemplo, encontramos a personas con una discapacidad que
aceptan las circunstancias y que intentan entenderlas como son. Buscan paz, serenidad… Y, a partir de ahí, se enfocan en las acciones que les permitirán estar un poco mejor o hacer algo constructivo.
Las imperfecciones, los errores, la adversidad y, en general, todas las experiencias duras que vivimos nos invitan a
aceptarlas primero, liberándonos de iras, culpas y miedos, para poder
movernos hacia adelante.
¿Qué actitud elegirías?
Imagen de sgs_1019http://tusbuenosmomentos.com/2012/11/aceptacion-resignacion/