El pasado no puede determinar tu futuro. El pasado no tiene que marcar lo que va a pasar en el futuro. Tu futuro no ha llegado y no tiene porque estar determinado ni ser consecuencia de los errores que has cometido. Aunque sean gordos, una vez has cerrado la herida y pasado página el futuro empieza a escribirse de nuevo. Es algo que pasa cada día, lo que queda siempre está por vivir y no puedes decidir cómo va a ser antes de tiempo. Puedes, claro está, pero entonces estás marcando las líneas de lo que probablemente pasará ya que estás dispuesto a aceptarlo y podríamos decir que ya vives sus consecuencias antes de que algo haya ocurrido.
Así no estarás nunca dispuesto a cambiar ni a obtener cosas diferentes de la vida. Tu vida siempre será igual porque crees que lo que te ha pasado o lo que has hecho ya ha marcado lo que va a venir y lo que ha pasado ya no puedes cambiarlo, por tanto no vas a poder cambiar tu futuro. Pero créeme, esto no es así. Y sólo tú puedes darte cuenta y hacer el clic en tu cerebro para dejar de ver las cosas así. Tu futuro depende de ti, no de lo que hiciste ayer sino de lo que hagas mañana. Cuanto mejor lo hagas hoy más preparado estarás para hacerlo mejor mañana.
Vive la vida día a día sin castigarte, y trata de recuperar la confianza en ti mismo y de mejorar tu autoestima antes de lanzarte a algo tan serio como cerrar las heridas del pasado.
Para pasar página hay que cerrar heridas
Para pasar página está claro que hay que cerrar las heridas. Si una herida sigue abierta, nos seguirá doliendo y la seguiremos viviendo en presente, cosa que hará imposible que pasemos página. Al no cerrar las heridas no hemos concluido esta etapa y continuamos viviendo en ella de forma constante. Esto es lo que hace que todas nuestras relaciones de pareja fracasen o que no seamos capaces de hacer nuevos amigos. Si una pareja nos ha herido o hemos terminado una relación de amistad de forma dolorosa es muy probable que la herida siga abierta y su dolor sea el culpable de que no avancemos.
Para que nos deje de doler, como si fuera una herida física, tenemos que dejar que cierre. Y del mismo modo que no volveríamos a abrir a propósito una herida física no tenemos que hacerlo con las heridas emocionales o del alma. Pero lo hacemos constantemente.
Imagínate que en lugar de tener una herida tienes muchas. Cada desilusión o problema que nos hemos encontrado a lo largo de nuestra vida puede permanecer ahí como una herida abierta. Una herida que nos encargamos de reabrir cada vez que tenemos ocasión. Como consecuencia de ello no sólo sentimos el dolor procedente de una herida sino que arrastramos muchas lesiones que permanecen abiertas y que van dejando huella y debilitando nuestra autoestima hasta el punto de que son imposibles de cerrar pues están abiertas constantemente. Son heridas infectadas que si no se curan de un modo especial no se desinfectan no van a curar nunca. Por eso no avanzamos.
Las personas que no son capaces de cerrar sus heridas tienen dos opciones para poder vivir. Unas son adictas al dolor, sienten que lo merecen y cuando dejan de sentirlo lo provocan de nuevo. Creen que es el castigo justo a lo que han hecho o les ha tocado vivir. Creen que es su merecido y que no pueden vivir de otra forma. Hay otro tipo de personas que aprenden a ignorar el dolor, que no lo escuchan y que avanzan temerosas sabiendo que en cualquier momento les va a volver a doler.
Ambos tipos de personas viven atormentadas y se sienten culpables. No van a poder pasar página a no ser que recuperen su autoestima y aprendan a cerrar las heridas.
Las heridas se cierran, aceptando que las cosas son como son, que lo que ha pasado ya no lo podemos cambiar pero que depende de nosotros cómo va a ser el futuro que nos espera. El futuro está por venir y nada de lo que ha pasado puede determinarlo. Es nuestra elección decidir cómo vivimos nuestra vida.
Además si aceptamos que no podemos cambiar el pasado ni tampoco la realidad y que la vida que nos ha tocado es la que es podemos empezar a trabajar de forma proactiva para cambiar las cosas que no nos gustan. Es decir, detectar lo que nos falta, lo que nos sobra, lo que no queremos que sea así y una a una abordar esas cuestiones. Si no eres feliz con tu pareja, puedes decidir separarte, si no eres feliz con lo que haces en la vida puedes elegir cambiar de vida, si para ello te hace falta estudiar es el momento de empezar a hacerlo.
Si aprendemos a aceptar, a dejar que el dolor haga su recorrido y a dejarlo marchar cuando sea el momento podremos empezar a mirar la vida desde otra perspectiva. Las emociones hay que saber gestionarlas, el dolor, la rabia, la tristeza… todo esto tienes que gestionarlo, aceptarlo y dejar que te abandone igual que lo hacen otras emociones mucho más placenteras. Del mismo modo que no siempre estás contento cuando te pasa algo bueno sino que la alegría viene, se queda un poco y luego se va, tienes que aprender a hacer lo mismo con otras emociones.
Para sanar tus propias heridas es básico que aprendas a perdonarte, seas o no el causante de tus males, si no te perdonas no serás capaz de cerrar heridas y de pasar página.