Existen momentos cruciales en la vida donde resulta necesario que abramos bien los ojos y nos detengamos a observar y en base a lo que deseamos y sentimos en nuestro corazón, tomar la decisión más sana para nuestra vida.
Cuando se atraviesan crisis fuertes durante la vida, el duelo de la pérdida de un empleo, de una ruptura cuyo proceso ha sido truncado por el inicio de una nueva relación, o cualquier otro tipo de situaciones que golpean nuestra autoestima y valoración propia, estamos a expensas de caer en ciclos enfermizos de maltrato psicológico, o de discusiones que no llevan a nada productivo y enriquecedor, sino al detrimento de nuestra salud mental, física y espiritual.
Tomar responsabilidad de lo que ocurre en nuestra vida, asumir con honestidad que muchas de nuestras lágrimas o pesares nos los ahorraríamos si dejáramos de matizar las experiencias que nos presenta la vida, con esa carga de drama que hemos aprendido (cada quien a su manera) y con esa resistencia a ser felices y soltar las ganas de tener la razón.
Practicar la humildad y decidirnos a salir de esos ciclos, que si bien pueden mostrarnos nuestros fantasmas y ese lado que no queremos ver y que pretendemos creer que no existe, es importante saber reconocer cual es el momento en el que ya aprendimos lo que íbamos a aprender y empezar a hacer el trabajo personal, interno y amoroso con nosotros mismos para salir airosos y elegir el camino más sano para seguir creciendo y evolucionando.
La misión de gerenciar nuestra vida, definitivamente no es una tarea fácil, pero es sumamente enriquecedora. El camino a la madurez tal como lo describe S. Covey, atraviesa tres etapas: Dependencia, Independencia e Interdependencia y cubrir cada uno de estos estadios, si respetamos nuestros tiempos y el proceso que le merece, nos permitirá tener una perspectiva de la vida donde nuestro objetivo primordial sea nuestro bienestar.
Aprender a decir basta a todo aquello que nos lastima y que se perpetúa en el tiempo, aprender a reconocer las alertas que nos da la vida para que demos un alto y nos tomemos nuestro tiempo, aprender a elegirnos a nosotros mismos antes que a otros, aprender a tenernos paciencia y a pintar de colores nuestros días a pesar de las nubes grises que puedan haber… pueden ser algunos de los primeros pasos para demostrarnos el amor que merecemos.
“Nunca dejes que tu felicidad dependa de otras personas, ni permitas que otro venga a borrar tu sonrisa, tú tienes el control de tu alegría… y de tu vida”
Aura Virginia