A la mayoría de nosotros nos gustan esas rachas en las que predominan el orden y la armonía, progresamos en lo que hacemos y, en definitiva, tenemos la suerte de cara.
Desearíamos que las cosas se quedaran así, por mucho que consideremos natural que unas veces se está arriba y otras, abajo o por la mitad de la pendiente.
Cuando está arriba, el más pesimista se preocupa. Las cosas sólo pueden ir a peor. ¿Esto ocurre así? ¿
La mala suerte sucede a la buena inevitablemente?
Se acerca el invierno
Muchas veces, la mala suerte no llega inexplicablemente o para darle la razón al pesimista de turno. Eres tú mismo quien la precipita.
La hormiga se enfrentará a un panorama horroroso cuando llegue el invierno y no tenga reservas para alimentarse. Para evitar esa “
mala suerte”, habrá de
aprovechar el buen tiempo para llenar la despensa.
Ni la hormiga, ni tú, ni yo podemos evitar que llegue el invierno. Pero sí podemos
evitar ciertas actitudes que acarrean “mala suerte”.
La
complacencia, la indiferencia, el estancamiento… son ejemplos de ellas.
Es un error monumental recrearse en la bonanza; apalancarse en el camino; dar el buen tiempo por sentado, como si el verano fuera a durar para siempre.
Lo único constante en la vida es el cambio.
El invierno llegará y, si no hemos sido responsables y previsores, es poco probable que tengamos buena suerte. Si nos vamos pendiente abajo, no será ninguna sorpresa.
¿Cómo prolongas la buena suerte?
Dicho lo anterior, he aquí algunas ideas para prolongar una racha de éxito o de relativa bonanza.
Sé responsable. Agarra el timón de tu vida.
Ésta es la actitud clave.
Gran parte de tu suerte la forjas tú, con las decisiones que tomas y con las acciones que llevas a cabo.
No puedes controlar todo lo que sucede, pero sí puedes decidir qué rumbo sigues en la vida.
Permanece alerta. Échale un ojo al horizonte.
No todos los cambios son drásticos o repentinos. Un buen número de ellos se anuncian con señales, que te servirán para prepararte y hacerles frente cuando se produzcan.
Sé previsor. Observa lo que se avecina en el camino y, si puedes hacer algo para atenuar o contrarrestar lo malo que se avecine, hazlo cuanto antes.
De acuerdo, esta actitud puede ser un pelín pesimista. No obstante, es muy positiva, ya que te sirve para que la buena racha no acabe de sopetón. Es lo que hace la hormiga.
Adáptate a lo que venga
Ya que llegue el cambio, busca la manera de adaptarte. Hablábamos hace poco de
la suerte del que se adapta, que no es “suerte” en realidad.
Es la actitud de quien decide
fijarse en las oportunidades y en el modo de superar los obstáculos que tiene delante, en lugar de permanecer quieto lamentándose.
La buena suerte se trabaja
No toda la buena suerte, pero sí una buena cuota. Haciendo sólo lo fácil y lo agradable no es tan fácil que llegue la buena suerte y, mucho menos, prolongarla.
Eso no quiere decir que te pases todo el verano trabajando sin descansar; que te impongas una disciplina rígida o que duermas con un ojo cerrado y otro abierto en permanente vigilancia, por lo que pueda pasar.
Es una cuestión de equilibrio. Disfruta de tu buena racha. Celebra tu éxito, tu progreso, tu bienestar. Y, si quieres que dure, esfuérzate un poquito.
Aprovecha la bonanza para prepararte para los cambios. Así durará más tiempo la buena racha y, cuando llegue la mala (esperemos que tarde), estarás más desahogado para afrontarla.
Ésa es la propuesta.
http://tusbuenosmomentos.com/2015/06/prolongar-buena-suerte/