Todos los seres humanos deseamos alcanzar algún objetivo a lo largo de nuestra vida. Desde que nacemos nuestro mundo consumista nos enseña a querer siempre algo más de lo que ya tenemos. Por ejemplo, cuando somos niños buscamos una bici nueva, una casa de muñecas o el último cuento sobre el personaje del momento. A medida que vamos creciendo nuestros deseos cambian. No solo pensamos en cosas materiales, sino también en objetivos más ambiciosos. Nos centramos en conseguir prestigio, que nuestros compañeros de trabajo nos tengan en estima y sobre todas esas cosas, sentirnos en sintonía con el mundo.
¿Cuáles son los mecanismos que conectan los deseos, algo tan subjetivo, con su realización? ¿Puede ser posible? Son tres los mecanismos de los que se ha hablado hasta el momento. Todos pueden influir en nuestro comportamiento, en nuestras acciones y por lo tanto, ayudarnos finalmente a conseguir aquel deseo que nos hemos propuesto.
El primero de ellos es
la ley del Karma. Sí, exactamente, aquella que dice que cuanto ofrezcamos al mundo nos será devuelto, de manera proporcional. Según esta teoría debemos comportarnos siguiendo unos principios éticos y morales de respeto, tolerancia e igualdad. Ayudar a las personas o animales en las situaciones que podamos y convivir de manera civilizada con el resto de la sociedad. Si estos son nuestros valores personales, no tendremos ningún problema. Así que no estaremos en deuda con el Karma.
El segundo es
el poder de la socialización. Somos seres sociales por naturaleza, por lo que siempre necesitaremos
tener amigos, pareja, formar una familia o relacionarnos con los demás. Si hacemos partícipes a los compañeros de nuestros deseos, contribuirán a que nos aproximemos a su realización. Recuerda, si son buenas personas y te quieren, harán lo posible porque tu sueño se cumpla.
El tercero es un mecanismo etéreo. ¿Alguien ha leído el libro tan famoso denominado “
El secreto” de Rhonda Byrne? Trata sobre
el pensamiento materializado. Según este procedimiento si recreas en tu mente la escena en la que alcanzas ese deseo que anhelas, lo conseguirás. Al parecer, tienes que desear con mucha fuerza ese objetivo, creer que ya lo tienes y actuar como si todo estuviera solucionado. Se centra en el poder del pensamiento. Pero, para lograr que se cumpla, debe ser realizado de corazón, no puede ser un capricho.
Un ejemplo de pensamiento materializado nos lo cuenta la mitología griega.
La leyenda sobre el rey Pigmalión. Este rey al ver que las mujeres eran tan quisquillosas e imperfectas como los hombres, decidió que nunca se casaría. Sin embargo, con el tiempo se dio cuenta de que no podía cumplir esta promesa. Se sentía solo, desamparado, por lo que comenzó a diseñar en su taller a una hermosa mujer de marfil. La idealizó tanto y quedó tan bella que empezó a desear, de manera desesperada, que cobrase vida. Por eso le pidió a la diosa Venus que le concediera el deseo de dar vida a Galatea, su hermosa mujer de piedra. En medio de una celebración, Venus, utilizó el fuego para darle vida a la estatua. Pigmalión, sin saber nada sobre el asunto, se acercó a la imagen de piedra y la besó. Cuál fue su sorpresa al darse cuenta de que sus labios eran cálidos. Galatea, finalmente era humana.
Como podemos ver hay historias para todos los gustos pero lo que sí tenemos claro es que el poder de los deseos es muy grande. Cuando una persona quiere conseguir un objetivo y pone todo su empeño en alcanzarlo, ten claro que lo conseguirá. Todos nacemos con las mismas posibilidades, en nosotros está desarrollarlas.
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