Los recuerdos que se van grabando en nuestra mente no siempre son verdaderos. ¿Cómo es eso? Porque puedes estar guardando imágenes que viste en una fotografía o en una película, lo que te han relatado de algo que sucedió y hasta lo que te imaginaste de una historia o episodio.
La mente no sólo nos hace evocar aquello que hemos vivido, sino también lo que pensamos que hemos experimentado.
Cuando una persona almacena cualquier tipo de recuerdo, el mismo está afectado por emociones, que pueden ser positivas o negativas, y por pensamientos.
Es por esta razón que ante la misma situación dos personas pueden recordar cosas diferentes, según sus puntos de vista, lo que sintieron y lo que pensaron en ese momento.
Puedes hacer la prueba y preguntarle a tus padres cómo fue el día de su boda, por ejemplo, y te darás cuenta de que si bien hay recuerdos en común, también existen otros que no tienen nada que ver entre si, como si se hubieran casado en otro lugar o momento.
Cuando ocurre un suceso determinado, el cerebro recibe mucha información, la cuál proviene de los cinco sentidos: oído, gusto, olfato, tacto y vista.
Los datos que llegan a la mente no son completos, porque se produce lo que llamamos un “primer filtro”, es decir que se separa la información que puede ser almacenada y la que no. Pero, ¿en qué se basa el cerebro para hacer esta diferenciación? En lo que considera que es imprescindible y puede ser usado para el futuro y lo que es desechable o no tendrá utilidad más adelante. ¿Resulta subjetivo verdad? Por supuesto que sí.
Entonces, una vez pasada esa primera barrera, la información se guarda de manera incompleta, como un rompecabezas al que le faltan piezas. Pero, como el cerebro es muy detallista, coloca partes de otros recuerdos para terminar de armar el cuadro o rellena los espacios vacíos con información inventada. Lo que trae como consecuencia una imagen algo distorsionada, con piezas que no encajan del todo.
Además, en función a una serie de condiciones como pueden ser las emociones, un mismo acontecimiento puede ser recordado de una u otra manera. Volviendo al ejemplo de la boda de tus padres, no será igual la historia si están juntos, si se han divorciado o si uno de ellos ha fallecido. Todo depende de qué emoción nos gobierne al momento de rellenar los huecos o piezas que faltan en el puzzle mental de los recuerdos.
Así, ante la misma situación se pueden experimentar diversas vivencias, como se dice popularmente “según el cristal con el que se mire”. Cada vez que pensemos en ese recuerdo, puede que lo contemos o imaginemos diferente, porque habrá otros elementos internos y externos en juego.
Los recuerdos falsos
En el ámbito de la psicología pericial existe un problema muy importante en relación a los recuerdos y las declaraciones de los testigos. Algunas personas que dijeron una cosa en un juicio lo hicieron porque estaban bajo presión o porque el shock que les causó estar presentes en algo desagradable, les bloqueó la capacidad de discernir entre lo cierto y lo falso.
Una de las medidas que se llevan a cabo para evitar cambios en las declaraciones, es hacer que el testigo vaya al lugar de los hechos o entrevistarlo de manera personal y no frente a todos en el tribunal.
Pero, ¿es posible implantar recuerdos falsos? Existen diversos experimentos que indican que esto es posible. Se ha estudiado hasta qué punto nuestra memoria es vulnerable a los sentimientos, emociones y “sugerencias externas” para modificar los recuerdos.
La “técnica del centro comercial”, una investigación llevada a cabo en los años 90, por ejemplo, citó a varias personas para que leyeran recuerdos sobre su infancia, según los relatos que habían preparado familiares cercanos. Pero una de estas narraciones era falsa: indicaba que a la edad de 5 años, la persona se había perdido en el centro comercial.
Cuando se les solicitó a los participantes que contaran con sus palabras esos hechos e intentaran recordar las situaciones, el 25% indicó que podía acordarse de lo ocurrido en el centro comercial y hasta dar detalles sobre ese día.
En este experimento se conjugan varias cuestiones como el hecho de creer en los parientes o considerar que es imposible acordarse lo que se hizo a los 5 años. Pero, también es verdad que el cerebro tuvo la capacidad para rellenar los huecos que faltaban en el recuerdo con sentimientos que se podrían llegar a sentir al perderse en un centro comercial.
No hay dudas de que nuestro cerebro es realmente fascinante y tiene muchas capacidades. Hasta es posible recordar cosas que nunca sucedieron a través de su incansable trabajo.
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