“Amarse a sí mismo es el comienzo de una aventura que dura toda la vida”.
(Oscar Wilde)
Amarse a si mismo/a, forma parte de un proceso fundamental en nuestras vidas, que permitirá que podamos amar de una forma más honesta a los demás.
Este proceso dura toda la vida, puesto que son muchas las circunstancias que nos ponen a prueba continuamente: decepciones, frustraciones, errores cometidos, metas no conseguidas, rupturas, desánimo; un sinfín de pruebas diarias a las que nos sometemos, y dejamos que nos influyan en la percepción que tenemos acerca de nuestro valor personal.
¿Dónde estamos situando nuestro valor?El valor personal no depende de lo que conseguimos o lo que tengamos, depende más bien de la actitud con la que afrontamos cada paso que damos en la vida, para llegar a amarnos de forma incondicional.
Es muy complicado dar lo que no se tiene, y si una persona no se tiene amor hacia sí misma, difícilmente podrá darlo a los demás. Podrá creer que está amando a los demás, sin embargo estará cayendo continuamente en la manipulación, exigencias y chantajes emocionales.
Cuando no hemos aprendido a amarnos incondicionalmente, buscamos este amor fuera de nosotros, en las demás personas, haciendo que nuestro valor sea dependiente de cómo nos tratan o valoran los demás. De tal forma, que quedamos totalmente expuestos a la evaluación externa.
Este tipo de dependencia nos perjudica, hasta el punto de ir mendigando amor y cariño; llamando la atención y emitiendo conductas complacientes, para obtener las miradas, el acercamiento y el cuidado de las demás personas.
Para saber si te amas de forma incondicional es importante que te hagas la pregunta:
¿Depende mi valor personal de las causas externas?
Aprender a cuidarseEn nuestra cultura, es muy común que demos una gran importancia a lo externo, a lo que sucede a nuestro alrededor para formarnos una impresión acerca de nosotros/as mismos/as.
Incluso, el hecho de quererse a sí mismo/a es muchas veces considerado como un acto egoísta. Esto es una creencia totalmente equivocada, puesto que el amor hacia las demás personas comienza por el de uno mismo/a, formando a su vez parte del amor universal y el amor hacia la humanidad.
La forma en la que nos cuidamos tiene mucho que ver a cómo nos percibimos, y al estado de ánimo en el que nos encontramos. El no atenderse a sí mismo/a implica una agresión y una falta de escucha hacia las propias necesidades.
“Cuidarse es tenerse en cuenta. Escuchar las propias necesidades. Reconocer que existimos y ocupamos un lugar en el mundo, y que tenemos derecho a sentirnos bien, a procurar por nuestro bienestar en todos los ámbitos de nuestra existencia”
(Fina Sanz)
Incorporar el cuidado mutuo en nuestras vidas, nos permite atender a nuestras necesidades, sin poner por encima de ellas las de los demás, para ello resulta imprescindible conocerlas e indagar en ellas. Lo que significaría aprender a atenderse.
Aceptarse: un acto de compasiónAceptar lo que somos, implica aceptarnos con nuestros defectos; descubriendo nuestras destrezas y límites, habilidades, virtudes y recursos de los que disponemos. Admitiendo el conjunto que conformamos desde una perspectiva global y profunda.
Un mejor autoconocimiento implica una mayor comprensión.
Cuando nos atendemos y comprendemos, somos capaces de no juzgarnos ni culpabilizarnos por los errores que podamos haber cometido; de manera que emprendamos un camino hacia la aceptación de lo que somos.
A través de la aceptación nos acercamos al amor incondicional, como un acto de compasión y de entendimiento hacia lo que somos. Sin que las propias exigencias limiten nuestra capacidad para amarnos, y en consecuencia amar a los demás.
Siendo así, de una forma honesta, podremos establecer relaciones que no se basen en la búsqueda del reconocimiento. Queriéndonos, podremos entregarnos verdaderamente al acto de poder querer a las demás personas también de una forma compasiva mediante la aceptación.
“Todo crecimiento necesita amor, pero amor incondicional. Si el amor impone condiciones, el crecimiento no podrá ser total porque esas condiciones se interpondrán.
Ama incondicionalmente, no pidas nada a cambio. Recibirás mucho sin necesidad de pedirlo -lo convertirás en otra cosa-, pero no seas un mendigo. En el amor sé un emperador. Solamente da y observa qué ocurre: recibirás mil veces más. Pero tienes que aprender el truco. De lo contrario seguirás siendo un avaro; darás un poco y esperarás recibir algo, y esa espera y esa expectación destruirán toda la belleza de tus actos”.
(Osho)
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