Con toda seguridad en algún momento de tu vida has escuchado la frase que dice que “soñar no cuesta nada” y también es altamente probable que el contexto en el que la escuchaste te hizo pensar que soñar es para la gente ilusa, para gente poco cuerda o para la gente poco realista. Si ésta es una creencia que aún persiste en ti, lo que leerás a continuación, cambiará lo que has creído hasta ahora y, si tomas acción, con toda seguridad conseguirás la vida que quieres y mereces.
Una premisa importante de la superación personal nos dice que soñar o imaginar un logro es el primer paso para conseguirlo. Nadie ha triunfado nunca por accidente o por casualidad. Para comprobar esto basta escuchar las entrevistas que les hacen a los deportistas, a los artistas o a cualquier persona famosa cuando alcanzan un logro o una meta; todos sin excepción, mencionan que lo imaginaron desde niños o desde jóvenes, que estaban seguros que algún día lo conseguirían, que han trabajado duro, o alguna respuesta similar.
La idea precede siempre a la materialización. Para que existieran los teléfonos celulares, tan indispensables hoy en día, fue necesario que Martin Cooper desarrollara primero la idea en su mente. De igual manera para la creación de la primera computadora, fue necesario que John Vincent Atanassoff la concibiera primero en su mente.
Si transladas esto a tu propia vida, te darás cuenta que todas aquellas cosas que has conseguido, existieron primero como una idea en tu mente. La casa que tienes, el trabajo que desarrollas, la ropa que usas, la carrera o profesión que estudiaste y cualquier otra cosa que valores, se materializó a partir de una idea o un deseo.
La pregunta es, ¿si esto es tan sencillo, por qué la mayoría de la gente no consigue aquello que le gustaría tener y merece? La respuesta es también muy sencilla: porque ha dejado de soñar o ha dejado de confiar en sus sueños.
Los niños son expertos en soñar e imaginar, pero a medida que vamos creciendo, al comienzo de la adolescencia, comenzamos a dejar de soñar. Esto se relaciona estrechamente con el desarrollo del pensamiento racional, que ocurre alrededor de los 12 o 13 años, que es la etapa en la que comenzamos a volvernos “realistas” y aceptamos la idea de que hay cosas que no podemos alcanzar. Pero… ¿qué pasaría si pensaramos lo contrario? ¿Qué pasaría si apuntáramos a las estrellas, hacia metas grandes? Como dice Leopoldo Fernández Pujals, es posible que al menos llegaríamos a la luna.
Soñar con una vida mejor, es el primer paso para conseguirla. El segundo paso es persistir en nuestro sueño, creer que es posible. Si apuntas hacia lo más alto, quizá no llegues hasta ahí, pero sin lugar a dudas llegarás más alto que donde ahora te encuentras. En cambio, si no sueñas, nada pasará.