Todos los seres humanos somos espirituales. Es innato esto. Si bien hay algunos que se dan/nos damos cuenta, sería una manera única de vivir, con la consciencia puesta en el momento presente. Si bien esta percepción de la realidad viene con el tiempo, hay muchos que lo toman como si fueran seres diferentes, como para distinguirse de las masas.
Como no hay respuestas en lo tradicional y conocido, la gente busca otras experiencias. Una de ellas es la experiencia de lo místico. Se superponen los ofrecimientos por todos lados y cada uno prueba en su vida más de una vez de esta magia, de esta experiencia.
Sin dudas hay buscadores y buscadores. Muchos de ellos lo hacen como turistas, de paso. Otros lo hacen como para quedarse. A unos les da lo mismo consumir en Miami que aprender y practicar técnicas espirituales. Por eso, muchas veces, vemos personas que andan de un lado al otro, consumiendo lo que el mercado ofrece. En vez de gastar en lo externo, gastan en lo interno. Es un comienzo. Pero es sólo el principio porque, si nada te conforma es que no estás comprendiendo que hay que asumir el rol social. la parte de compromiso con los demás.
Porque no hay conocimiento real ni crecimiento personal alguno, ni evolución siquiera, sin un compromiso que vincule lo interno con lo externo, fusionando ese yin y ese yang. La realidad existe. Con no mirar las noticias, las noticias no desaparecen.
Hasta que un solo ser humano sufra por injusticias en el mundo, ninguno de los otros podrá tener o sentir toda la paz que necesita. Por más que me vaya a los Himalaya o a la India. Si mientras medito, hay al lado personas que mueren de hambre, no me podré concentrar en lograr mi crecimiento personal. Sólo será un entretenimiento más. Más espiritual, eso sí!
Por eso se hace necesario asumir con cada nuevo curso o clase que tomo, que aprendo por y para mi, pero también para los demás. Que la realidad existe y que no me tengo que evadir de ella. Aunque sea angustiante y opresiva esa sensación. Es como una ecología pero no en lo externo sino una ecología del espacio interior.
El llamado “camino espiritual” consiste en asumirse parte de la vida y construcción de la sociedad en la que vivo. Para transformarla no sólo pidiendo en el silencio del mantra o la oración, sino también a viva voz.
Ser espiritual no es volverse un domesticado ser. Es todo lo contrario. Medito, estoy conmigo mismo, pero también vivo en la realidad, aunque me duela.