A muchos nos ha pasado alguna vez el pensar “mira que soy tonto por no haber hecho tal cosa…, o por no haber dicho tal otra…” O también puede haber pasado que incluso queriendo mucho algo, no nos atrevamos y pensemos cosas del estilo de “ni lo intento porque no me saldrá bien… O no puedo porque no soy lo suficientemente bueno…” Todas esas ideas nos bloquean, y nos pueden hacer sentir mal, pero ¿por qué esa “afición” a desmotivarnos nosotros solos? En realidad, esas ideas nacen de nuestras creencias limitantes, y lo bueno es que no son verdades absolutas, son sólo hipótesis a las que tú decides darles valor o quitárselo.
Las creencias son verdades que construimos a partir de supuestos o sentimientos que damos como ciertos por miedo, costumbre, confianza… Algunas se desarrollan durante la infancia, cuando el entorno familiar, el socio-cultural, la escuela y las amistades van dando forma a cómo vamos a vernos y como vamos a valorar el mundo. Si de niños escuchamos con frecuencia “no puedes” o “así no se hace” o “estate quieto” o “cállate ya”, nos acaba condicionando y acabamos integrando ideas de baja confianza en nosotros mismos, que marcan la forma de ser de adultos. Otras creencias se van adoptando a lo largo de la vida, por experiencias que se generalizan, como pensar que todos los perros son peligrosos porque uno te mordió, o se adquieren de alguien a quien se da la relevancia suficiente, por conocimientos, por estimación o por confianza, como por ejemplo que un buen amigo te critique algo y tú le des más valor a su opinión que a la tuya. Se formen como se formen, tienen mucho poder porque nos hacen ver la vida a través de su filtro, dirigiendo nuestras decisiones y nuestras acciones, por lo que acaban influyendo en nuestra felicidad.
Con el “efecto Pigmalión” se comprobó como cuando los profesores creían que una clase tenía buenos alumnos y otra malos, los de la clase de los buenos sacaban mejores notas, aunque en realidad, todos los alumnos tuviesen capacidades similares. Lo que crees genera expectativas y determina tus logros de forma positiva o negativa, pero hay que tener en cuenta, que sólo con creer que conseguiremos algo, no lo lograremos siempre, seamos realistas, porque si no, a todos nos habría tocado la lotería…. Creer no es poder, pero es hacer, y eso ya facilita el que se llegue a poder. Cuando creemos que es posible, le damos una oportunidad y nos impulsamos a hacer algo para que sea realidad. Si funciona genial, y si no, podremos buscar otra manera de lograrlo. Pero si no creemos que sea posible, puede que no hagamos ningún esfuerzo, o tan pequeño que no funcione, con lo que reforzaremos la creencia de que no podíamos, sin haber puesto todo de nuestra parte.
Para que no nos bloqueen las creencias limitantes hay varias técnicas y enfoques. Ve si quieres a por un papel y un lápiz, y te explico una de ellos:
1. Detección de creencias: observa cómo te expresas y cómo te hablas a ti mismo. Fíjate en cuando generalizas con frases usando “todo o nada”, como “nada me sale bien”…, o cuando te juzgas y etiquetas en plan “soy un desastre”, o esas creencias trampa que parecen positivas pero también pueden limitarte como “he de ayudar a todos para ser buena persona.”
2. Analizar de donde salen esas creencias, valorar hasta qué punto las crees y hasta qué punto te son útiles: quizás lo crees por experiencia, porque te lo dijo alguien o porque piensas que es lo correcto. Pero ¿Qué función tiene esa creencia? ¿Qué te aporta y qué te quita el conservarla? ¿Puede basarse en algo puntual o en algo que haya cambiado? ¿Realmente siempre es así, en el 100% de los casos? En este punto puede que ya hayas podido relativizar y quitarle parte o todo su peso, sino, puedes pasar al siguiente punto.
3. Modificarla con PNL: escoge una y escríbela en una columna. Al lado, haz 5 columnas más y en cada una escribe:
4. La creencia opuesta positiva que quieres tener.
5. Cómo podría mejorar tu vida la nueva creencia.
6. Cómo podría empeorar tu vida la nueva creencia.
7. Qué es lo mejor que te puede pasar si continúas con la antigua creencia.
8. Qué es lo mejor que te puede pasar con la nueva.
9. Poner en práctica las nuevas: plantearte retos donde puedas ponerlas a prueba recordando lo que has escrito sobre lo bueno que te pueden aportar. Que los no éxitos no te desanimen, tendrás que entrenar un tiempo hasta incorporarlas, porque igual que en el gimnasio hay que trabajar para quemar calorías, con la mente hay que trabajar para superar los límites.
Los cambios requieren determinación y paciencia, pero acuérdate del cuento del “elefante encadenado” de Jorge Bucay, donde un elefante adulto no rompía la débil cadena que lo ataba porque de pequeño lo intentó y no lo consiguió, y al crecer, aunque era mucho más fuerte, creía que no podía y ni lo intentó. No seas como ese elefante y libérate.
http://www.piensaesgratis.com/bloggers/guia-para-modificar-tus-creencias-limitantes