Escribir es un excelente recurso para poner orden en tus pensamientos, para desahogarte, para aclarar ideas, para sincerarte, para llegar a conclusiones y, desde luego,
para calmarte. Casi nada.
Considera armarte de papel y lápiz (o de teclado), cuando tu embrollo mental te deje caer sobre un bucle “jaquecoso” y estés
dando vueltas una y otra vez sobre las mismas ideas.
O considera poner por escrito esas palabras que ansías decir a cierta persona que te destroza los nervios, en el mejor o en el peor de los sentidos.
Cuando estés en tensión, prueba con esta
sencilla técnica y observa sus resultados. Quizás se convierta en una de tus favoritas.
No te preocupes de la ortografía ni de la gramática y, menos aún, del estilo. No importa si escribes un poema, una redacción sin pies ni cabeza, una carta o un mapa semántico que sólo tú puedas descifrar. Aunque,
cuanto más sencillo, mejor.
Sólo escribe.
Quince minutos, veinte. Tampoco hace falta que te pases horas y horas escribiendo.
Deja salir lo que tienes dentro en forma de palabras. Cuando lo estás haciendo,
tu problema ya no es el centro de atención, sino la propia escritura.
Notarás que, conforme escribes, al igual que sucede con la música, hay “
espacios de silencio” y entre esos espacios puede colarse la solución o la idea, que no dejabas salir antes por tener tanto jaleo en la cabeza, tantos pensamientos revueltos…
Cuando termines de escribir, algo habrá cambiado. En el mejor de los casos, verás la situación de manera más clara. Quizás haya surgido esa solución, alguna pista, un aspecto que no habías considerado hasta ahora…
Y, en el “peor”, te sentirás más tranquilo, con menos ruido en la cabeza, que ya es un alivio.
Te puedo contar que a mí sí me funciona. Desde el mismo momento en el que comienzo a hacer trazos, es como si me aplicara un bálsamo de ésos que alivian la irritación. Sólo que éste, claro está, no es de uso tópico.
http://tusbuenosmomentos.com/2012/08/escribir-sobre-problemas/