En todo ser humano duermen facultades que le permiten alcanzar conocimientos de los mundos superiores. Las personas espirituales siempre han hablado de un mundo anímido y de un mundo espiritual, tan reales para ellos como el que ven nuestros ojos físicos y tocan nuestras manos. Al escucharlos uno puede tenerlas si desarrolla ciertas fuerzas que hasta ahora duermen en uno mismo. El problema consiste en saber qué debe hacerse para desarrollar esas facultades latentes.
Para ello, sólo pueden dar las instrucciones quientes ya poseen tales fuerzas actualizadas. Desde que existe el genero humano ha existido siempre una enseñanza mediante la cual los seres humanos dotados de facultades superiores han dado sus indicaciones a quienes asiraban a tenerlas. Esta enseñanza se ha denominado esnseñanza oculat, yla instrucción recibida ha sido llamada la instrucción de la ciencia oculta. Taldenominación provoca, por su naturaleza, malentendidos: podría uno sentirse tentado a creer que los que se dedican a esta enseñanza pretenden aparecer como una clase de seres priviliegiados, que arbitrariamente rehusan comunicar su saber a sus semejantes; quizá se llegue a pensar que tras de ese saber no hay nada importante, ues uno podría pensar que si se tratara de un auténtico conocimiento no habria necesidad de ocultarlo como un misterio, sino, al contrario, se podría publicar para que la humanidad entera recibiese sus beneficios.
Los iniciados en la naturaleza de la sabiduria oculta, de ninguna manera se asombran de que los no iniciados piensen así, pues sólo pueden comprender en qué consiste el misterio de la iniciación quienes hasta cierto grado, hayan recibido la iniciación en los misterios superiores de la existencia. Ahora puede surgir la pregunta :si esto es así ¿cómo puede el no iniciado tomar interés huimano alguno en la así llamada ciencia oculta? ¿Cómo y por qué habriá de buscar algo de cuya naturaleza no puede formarse ninguna idea? Semejante pregunta se basa en una idea enteramente erronea de la verdadera nuturaleza del conocimiento oculto, pues en realidad el caso de la ciencia oculta no es otro que el de todos los demás conocimientos y capacidades de la humanidad.
Este saber oculto no es para la persona común un misterio que tenga otra razón de ser como lo es el saber escribir para quien no lo ha aprendido. Y así como cualquier persona puede aprender a escribir, si emplea métodos adecuados, así también todo ser humano puede llegar a ser discípulo, y hasta maestro de la ciencia oculta, si busca los caminos apropiados.
Sólo en un aspecto difieren aquí las condiciones que deben cumplirse del saber y de las capacidades exteriores: pude que alguien, por su pobreza material o por las conduciones culturales del ambiente en que nació no tenga la posibilidad de aprender a escribir; en cambio, para la adquisición del saber y de las facultades de los mundos superiores, no hay obstáculos que se oponga a quienes lo buscan sinceramente.
Muchos creen que es necesario buscar en un lugar determinado a los maestros del conocimiento superior para recibir sus instrucciones. Al respecto dos cosas son ciertas; la primera es que quien aspire seriamente al saber superior no escatimará esfuerzo alguno ni retrocederá ante ningún obstáculo para encontar al iniciado que le inicie en los misterios superiores del Universo. Por otra parte, el discípulo puede estar seguro de que la iniciación llegará a él de todos modos, si tiene efectivamente el afán serio y sincero de alcanzar el conocimiento.
Existe una ley natural entre todos los iniciados que les impone no denegar a nadie el conocimiento que le corresponda merecidamente. Pero hay otra ley, tan natural como la primera, que establece que a nadie se le debe entregar la menor parte del conocimiento oculto, si carece de meritos para recibirlo. Y el iniciado es tanto más perfecto cuanto más extrictamente observe estas dos leyes.
En los tiempos que precedieron a nuestra historia, los templos del Espíritu y el conocimiento eran físicamente visibles. En nuestros dias, por haberse distanciado tanto nuestra vida de los espiritual, estos templos no existen en el mundo perceptible al ojo físico, si bien existen por doquier espiritualmente, y aquel que los busque podrá encontrarlos.
SOLO EN SU PROPIA ALMA HALLARA EL SER HUMANO LOS MEDIOS PARA QUE SE LE ABRAN LOS LABIOS DE UN INICIADO; DEBE DESRROLLAR EN SI MISMO DETERMINADAS CUALIDADES HASTA CIERTO GRADO DE ELEVACION, PARA PODER PARTICIPAR DE LOS SUBLIMES TESOROS DEL ESPIRITU.
En general los hombres juzgan más por los ojos que por la inteligencia, todos pueden ver pero pocos pueden comprender lo que ven. Pocos ven lo que somos pero todos pueden ver lo que aparentamos.