Muchos de nosotros contamos con un repertorio, más o menos infalible, para
sacudirnos el mal humor que surge con inesperadas contrariedades cotidianas.
Cantamos, salimos por ahí, hablamos con amigos, leemos cosas que nos animan…
Hacemos esas cosas para
dejar a un lado la negatividad y recuperar la sonrisa. Y seguimos haciéndolas, porque funcionan.
Pues hoy añadimos otra que, más bien, es un entrenamiento para que nos vaya costando cada vez menos recobrar esa actitud positiva.
Aquí es donde entra el “
efecto tetris”.
¿Has jugado alguna vez al tetris? Por si no lo conoces, es ese juego donde tienes que ir colocando las piezas de distintas formas que van saliendo aleatoriamente. El objetivo es ir formando líneas con ellas.
Cada vez que formas una línea, te dan puntos. Y, como lo hagas bien, el juego poco a poco comienza a acelerarse, hasta que comienzan a aparecer las nuevas piezas a una velocidad de vértigo.
Lo curioso de este juego, según nos cuentan en
Lifehacker, es que, cuando terminas de jugar,
el cerebro sigue jugando por su cuenta. Es decir, que continúas viendo piececitas caer aleatoriamente y sigues tratando de encajarlas en los huecos.
Intrigado por este fenómeno, Robert Stickgold (profesor de psiquiatría de Harvard) lo comprobó con un grupo de estudiantes, a los que puso a jugar al tetris antes de irse a dormir.
Muchos de ellos no habían jugado a esto nunca. Y, sin embargo, encontró que más del 60% de todos ellos seguían “jugando” al tetris una vez en la cama, en sueños.
Así es como el cerebro aprende lo que es el tetris y se hace un experto. No es nada raro.
Estudios anteriores han comprobado que, cuando comenzamos a aprender algo nuevo, el cerebro crea
nuevas conexiones neuronales, que
se van activando cada vez más deprisa conforme nos vamos haciendo expertos en la cosa que sea. Y, con el tiempo,
esta actividad se vuelve automática.
Ahora es cuando encajamos el tetris con esos días horrorosos en los que nos cuesta levantar cabeza…
Las actitudes también se entrenan
Shawn Achor (autor de
The Happiness Advantage) nos recuerda que
con las actitudes pasa lo mismo que cuando el cerebro aprende una nueva habilidad.
En su libro, él
equipara el manejo de los pensamientos con el tetris (
The Positive Tetris Effect).
Surge la pieza (pensamiento) y vas moviéndola, rotándola y transformándola en algo positivo. Continúas el “juego” y cada vez eres más rápido, y te cuesta menos, hasta que el cerebro se aprende la mecánica tan bien que lo hace en modo automático.
Así,
pensar de manera más positiva se convierte en un hábito.
Esto se ve muy bien con las piezas del tetris, pero con pensamientos (en general) queda muy abstracto, por lo que el entrenamiento es más difícil.
Para que cueste menos, Achor nos propone una serie de acciones que facilitan el proceso:
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Busca tres cosas positivas: Al final de cada día, recuerda los tres mejores sucesos de la jornada, por pequeños que sean.
Saboréalos, reflexiona sobre ellos y celébralos. No estaría nada mal que recogieses esos tres puntos positivos en un diario.
(Relacionado:
Darle la vuelta a un mal día con gratitud.)
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Reconoce lo bueno de otro: Fíjate cada día en las cosas buenas que hacen las personas con las que coincidas. Reconócelo, agradécelo (si es el caso).
Házselo saber, al menos a una persona, a través de un cumplido, un comentario, una notita… (lo que se te ocurra).
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Haz algo generoso: Los pequeños
gestos de generosidad que puedas tener a diario harán más felices a los demás, pero principalmente a ti. Escucha a alguien, sonríele; llévale un café a ese compañero que está tan mustio, etc. (Tú sabrás, mejor que nadie.)
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Presta atención: Acostúmbrate a
estar en lo que estás y a
aceptar el momento como venga, sin juzgarlo ni oponerte. ¡Uy! Esto sí que requiere práctica. Pero, a poquito que mejores, ya notas que padeces menos estrés.
Sólo tú puedes decir si funciona la práctica de esas acciones y si vale la pena utilizarlas para reforzar el “efecto tetris”. No tienes nada que perder. Bueno, sí:
la negatividad.
http://tusbuenosmomentos.com/2013/03/positivo-efecto-tetris/