Ya sean empleados o independientes, dicen (o se creen) sus dichos para no hacer ciertas tareas o actividades. Se pasan todo el día paseando por la oficina, charlando con los demás o limpiando los cajones. Todo para no trabajar como corresponde.
Pero lo que es peor y que debemos soportar si tenemos al lado a un “improductivo” son sus quejas y lamentos que lanzan al aire cuando “no pueden cumplir con su carga de trabajo”. No se trata de personas que tienen una larga lista de tareas pendientes, sino que la procrastinación o la falta de voluntad para hacer las cosas convierten a esta persona en alguien siempre retrasada, a contrareloj, estresada, etc.
¿Has dicho alguna vez una de las siguientes excusas típicas de los improductivos? Presta atención, quizás no te hayas dado cuenta de tus hábitos y puedas cambiarlos para ser más eficaz, aún cuando no te guste mucho lo que debas hacer:
-En primer lugar de este ránking podríamos colocar la típica frase “tengo mucho trabajo”. ¡Vaya novedad! La mayoría de las personas en una oficina tienen muchas tareas que realizar, pero no todas se quejan por ello. Desafortunadamente, o no, vivimos en una era donde las agendas siempre están repletas y se nos hace difícil cumplir con nuestras obligaciones.
Sin embargo, la gran diferencia entre alguien improductivo y un excelente trabajador es que este último no se lamenta ni se queja, simplemente cumple con lo que tiene que hacer. Esto no quiere decir que no piense en su carga de tareas, pero no como un lamento, sino como un aviso para su cerebro. Así siempre está preparado para la acción.
En segundo lugar, es habitual oír decir a alguien improductivo que “esa no es su tarea”. Todos sabemos cuáles son nuestros roles, aunque en ciertos momentos podemos dar una mano a quién está enfrente, sólo por ayudarle o bien para conseguir juntos un mismo objetivo.
Lo curioso es que los poco productivos serán los primeros en “echar en cara” que están trabajando más de lo necesario o que están suplantando a un compañero en sus labores. En oposición a esta personalidad se encuentran aquellos que son flexibles y generosos y que no tienen problemas en colaborar con sus colegas.
La tercera de las excusas típicas es una frase que seguro has escuchado (o hasta dicho) más de una vez: “lo terminaré mañana”. Prorrogar las tareas, esperar hasta el último momento antes de que llegue el horario de salida de la oficina para terminar un informe, comenzar con una parte de una cosa y “saltar” a otra de la cuál también se realiza un pequeña porción, dejarse interrumpir por nimiedades o abrir y cerrar pestañas en el ordenador… Todo eso supone una pérdida de tiempo que no se recuperará jamás.
“No cuento con toda la información al alcance” es una excusa muy frecuente entre los que no tienen la productividad como una virtud. Es decir, que hasta que no tienen todo el material necesario no comienzan una tarea. Es verdad que a veces esto es preciso porque de lo contrario el trabajo queda inconcluso, pero no siempre es así. Las personas productivas, en cambio, van trabajado en sus proyectos y añaden detalles a medida que van incorporando nuevos elementos.
La falta de independencia (o la excusa detrás de esta carencia), trae como consecuencia que muchos improductivos digan “esperaré a que llegue mi jefe para que me diga cómo continuar”. De esta manera, si el superior está enfermo o recién aparece en la oficina al mediodía, el empleado improductivo no hará nada por varias horas. Un asalariado expeditivo, en cambio, comenzará a hacer lo que esté a su alcance y no tendrá miedo de darle su toque distintivo a lo que emprenda.
Y por último, una excusa que también esconde un miedo al fracaso, es la que indica “no comprendo todas las variables”. Es decir, el empleado no comienza una tarea hasta que no conoce el 100% de los elementos que la componen. Esto no sólo hace que tarde más sino que los resultados no sean los esperados.
No tiene nada de malo consultar algo que no se entienda, pero tampoco se puede trabajar siempre en una condición ideal o perfecta, donde esté “todo servido en bandeja”.
¿Dónde quedan los retos entonces? Una buena manera de evitar esto es ir comprendiendo los progresos o el paso a paso de lo que se va realizando.
¿Consideras que protagonizas algunas de estas excusas típicas de las personas improductivas? ¿Por qué crees que te falta un poco de compromiso o estás dilatando la realización de las tareas? ¡Es un buen momento para que lo analices!
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