Existen siete hábitos que nunca encontrarás en las personas realmente felices. Son estos:
1.-Compararse constantemente con los demás.
Las personas felices saben que la perfección no existe. y normalmente cuando nos comparamos con los demás solemos enfrentar lo que pensamos “perfecto” en otros con aquello que entendemos que es una debilidad nuestra. Y obviamente eso conduce siempre hacia emociones de infelicidad y frustración. Las personas felices jamás caen en esa trampa. Son conscientes de que cada persona es única y especial, y por tanto incomparable.
2.-Postergar lo que es importante.
Las personas felices siempre actúan sobre lo importante. Comprenden que si algo es realmente importante requiere atención y acción inmediata. Un camino seguro hacia la infelicidad es postergar todo lo relacionado con las cosas realmente importantes: el cuidado de nuestras relaciones con nuestros seres queridos, el cuidado de nuestra salud, el control de nuestras finanzas,…
3.-No poner lo importante en primer lugar.
Cada día todos nos enfrentamos a la tarea de tener que realizar múltiples elecciones. Y muchas de esas elecciones suponen establecer un orden de prioridades en nuestra vida. Tener claro ese orden de prioridades y honrarlo es una camino directo hacia la felicidad. Son innumerables las personas que saben que deberían dedicar más tiempo a cuidar de su salud o de sus relaciones más importantes, y a pesar de ello no lo hacen poniendo por encima otros temas de menor relevancia (muchas veces incluso tareas intrascendentes que no son más que una pérdida absoluta de tiempo). Esto es claramente avanzar directo hacia la infelicidad a pasos agigantados.
4.-Buscar la felicidad en las cosas materiales.
Por descontado que es fantástico conseguir objetivos y premiarnos con determinadas recompensas materiales. Pero innumerables estudios recientes demuestran que no son las cosas materiales las que nos aportan felicidad, sino que estas cosas son simplemente medios para sentir determinadas emociones, que en la mayoría de los casos son meramente temporales a corto plazo. En muchas ocasiones son nuestras reglas personales que dicen “Cuando consiga esto, me daré permiso para ser feliz”. Pero suele suceder que cuando logramos esa posesión tan anhelada, más bien pronto que tarde nos damos cuenta de que realmente la felicidad que nos aporta ese objeto es simplemente un espejismo.
Las cosas que aportan verdadera felicidad no cuestan nada y a la vez no pueden comprarse. Puedes comprar el placer, pero no el amor. Puedes comprar montones de libros, pero no la sabiduría. Puedes comprar la adulación, pero no la verdadera amistad… Como decía la madre Teresa de Calcuta, “solamente lo barato se compra con dinero”… Lo valioso de verdad no tiene precio y a la vez está siempre al alcance de tu mano. La felicidad es simplemente una lección personal y está a tu alcance en cada instante de tu vida.
5.-Mantener un diálogo mental negativo.
Las personas infelices suelen mantener un diálogo mental negativo. Se han convertido en sus principales enemigos bombardeándose constantemente con mensajes de falta de valía o incapacidad. Por el contrario, las personas felices han sabido tomar el control de ese diálogo mental y lo utilizan para potenciar lo mejor de ellos y crecer constantemente. Saben que nadie mejor que ellos mismos para animarse y situarse de manera consistente en la parte positiva de la vida.
6.-Caer en la parálisis del análisis.
Por descontado que determinadas decisiones en nuestra vida requieren de la debida reflexión. Pero son innumerables las personas que hacen de ese “darle miles de vueltas” a todo en su cabeza uno de sus mayores lastres. Caen presas de la “parálisis del análisis”. Que difícil es avanzar en la vida cuando uno no termina de sopesar nunca los pros y los contras de cualquier decisión. Las personas felices saben que llega un punto en el que por más vueltas que le des a algo en tu cabeza eso no te va a ayudar a cambiarlo. Y emprenden acción, confiando en que las cosas mejorarán. Y eso al final marca la gran diferencia.
7.-Mirarse el ombligo constantemente.
Cuando dejas de mirarte el ombligo y sentirte el centro del universo, te das cuenta de que otras personas pueden necesitar algo que tu les puedas aportar. Y saber que eres de ayuda a los demás es un camino directo hacia la felicidad. Todos tenemos una serie de dones o cualidades especiales. Todos. Y tal vez puedas dedicar algo de tu tiempo o habilidades para impactar positivamente a tu alrededor. El infeliz solo se mira a si mismo. Las personas más felices son aquellas dispuesta a compartir con los demás a manos llenas todo lo mejor que tienen.