No es extraño que la comunicación sea uno de los más grandes desafíos que tiene que enfrentar una pareja. Cada integrante proviene de una familia desde donde se ha heredado una manera particular de expresarse y donde la variedad es tan infinita como familias existen en la tierra. A esto se suma la experiencia particular de cada individuo, donde se ha ido practicando ciertas formas de verbalizar su mensaje de acuerdo a los resultados que ha ido obteniendo en sus relaciones personales.
A simple vista podríamos decir que hay maneras más adecuadas y otras, memos adecuadas de expresarse de comunicar alguna idea o de plantear alguna situación. Pero a niveles superiores, cada manera de expresión tiene cierta perfección que no siempre calzará con lo que aceptamos como adecuado socialmente y por ese hecho, podríamos llegar a clasificarla como no apropiada.
Cada manera de expresión ha venido gestándose desde mucho antes de formar la pareja y tiene una base muy enraizada que no resulta tan fácil de remover cuando queremos hacer cambios en la manera de dialogar o cuando queremos que nuestra pareja cambie su forma de comunicarse. La diferencia en la forma de conversar se comienza a hacer cada vez más notoria a medida que los integrantes van siendo más auténticos con el tiempo de la relación. En los inicios, generalmente, la pareja se relaciona y se comunica de un modo más cuidadoso, mas filtrado, mas precavido y con la intención de agradar y complacer al otro en una medida importante.
A medida de que la diferencia se comienza a hacer más notoria, se puede optar por varios caminos: asombrarse, acomodarse, rechazarse o aceptarlo de una manera natural. Desafortunadamente, es muy común que se produzcan conflictos debido a que se comienza a cuestionar, criticar y desvalorizar la manera que el otro tiene para comunicarse. Esto se hace aun más complejo cuando se cree que el estilo mas adecuado es el que defiende cada uno.
Pero ¿Cuál es la manera mas adecuada?
La forma mas adecuada es la mejor que cada cual puede llegar a manejar. Cierto es que podemos aprender a expresarnos de una manera extraordinaria, pero también es cierto que pocos pueden hacerlo de una manera impecable sin haberse dado a la ocupación de perfeccionarse. Lo más común es que estemos superando nuestras falencias de comunicación de forma continua y permanente.
Lo ideal es adquirir una magnifica manera de expresarnos, como por ejemplo:, saber expresar las ideas, tener cortesía, hacer los momentos mas agradables, participar de los sentimientos y preocupaciones de los demás, pedir consejo o ayuda, saber preguntar, no quedarse con dudas, querer aclarar lo que no entendimos bien, estar dispuestos a ceder en vez de querer obligar o convencer al otro, ser comprensivos, condescendiente y conciliadores, sinceros, sin temor de expresar desacuerdo, no callar por miedo a herir, tener delicadeza, claridad, comprender los sentimientos de los demás, evitar las burlas o las criticas, corregir sin hacer sentir mal, no interpretar equivocadamente, preguntar para comprender bien, considerar el estado de animo de las personas, plantear temas interesantes, entre otras….
Entender y hacerse comprender, es un arte que facilita la convivencia y la armonía entre la pareja, pero es un camino que necesita ser perfeccionado. La relación de pareja es una excelente escuela para avanzar en este tema, ya que todos, en alguna medida, tenemos carencia en algún aspecto de nuestra manera de expresarnos. Este es un requisito fundamental para comprenderse, por lo tanto, la pareja se ve obligatoriamente enfrentada a este desafío si quiere prosperar.
Al entablar un diálogo con los demás, tenemos la oportunidad de conocer su carácter y manera de pensar, sus preferencias y necesidades, aprendemos de su experiencia, compartimos gustos y aficiones. Mientras estamos en la tarea de perfeccionar nuestra forma de expresión, podemos tener la apertura para aceptar que el otro no lo haga de la manera que consideramos mas adecuada.
Quizás no corresponda fijarse tanto en la forma de la comunicación y sea más importante el mensaje que se quiere compartir. Una persona puede expresar su preferencia a penas con una mirada, otro lo puede hacer explicando con mucho detalle su pensamiento, otro puede simplemente decir lo que piensa muy abiertamente, otro quizás quiera expresarse con mucho cuidado de no herir y hay quien preferirá callar antes de dar a conocer su opinión.
Lo cierto es que la expresión siempre tendría que ser emitida para que exista la tan necesaria comunicación y el entendimiento entre ambos para mantener una relación sana. La no expresión, el medirse de hacerlo, puede causar mas daño que la forma que se utiliza para hacerlo.
Resulta inmensamente alarmante la gran cantidad de parejas que se queja de problemas de comunicación. Antes de escuchar el mensaje que se está tratando de comunicar, se quedan entrampados en la queja de la forma. De esta manera no se recibe el mensaje del que expresa, sino que se atiende el contenido emocional y mental que significa para el oyente, rompiendo la tan anhelada comunicación y perdiéndose la posibilidad de perfeccionamiento.
Patricia González