Todos hemos conocido algunas historias inspiradoras de algunas personas que han conseguido llevar a su realidad algún sueño muy preciados. Ya sabemos que eso es posible. Sin embargo, ¿Qué pasa con nuestros propios sueños? ¿Tenemos la prestancia, la fe, la perseverancia para conseguir los nuestros?
¿Hay dificultades? Claro que si. Siempre existirán dificultades, pero esos inconvenientes están en todo lo que hacemos, no son exclusivos para nuestros sueños. Se presentan en todo orden de cosas, en todos los proyectos, en todo lo que hacemos.
¿Y entonces dónde está la clave?
El detalle se encuentra en que un sueño tiene un potencial energético que otra actividad no tiene. Las actividades que no amamos, las realizamos solo por hacerlas, porque nos dijeron que había que hacerlas, o porque sentimos que tenemos que hacerlas como un deber. Este tipo de actividades no tiene la energía suficiente como para llevarnos por el camino mientras vamos disfrutando de cada paso que damos. Estas actividades saben a sacrificio, saben aburridas y por lo general nos cansan. El agotamiento puede presentarse de varias maneras, con ansias, con despreocupación, desinterés, postergación y hasta evasión.
Un sueño en cambio tiene una fuerza y un poder que nos impulsa, que nos hace levantamos por la mañana con esperanzas, con empuje, con entusiasmo y con muchos deseos de alcanzarlo. Tiene un poder revitalizante. Aunque nos cansemos, solo será por un momento, porque al tenerlo presente, éste nos volverá a inyectar ese empuje que necesitamos para conseguirlo.
Tienes la posibilidad de elegir creer o no en tus sueños. Quizás quieras desecharlos, sentir que son inalcanzables o que es mucho pedir a la vida. Sin embargo, quiero decirte que aquellos que han conseguidos sus sueños no hicieron eso. Ellos creyeron en sus visualizaciones, en su imaginación, en el encuentro de las oportunidades, en las leyes de las probabilidades que tiene el universo.
¿Estas seguro que quieres abandonar tus sueños?
.
Patricia González