Hay dos maneras de agradecer. Puedes dar las gracias de manera automática, sin mirar a los ojos de la persona, como quien cumple con una norma de educación mínima, o puedes agradecer de corazón, conectando de forma auténtica con la gente, llenando tus palabras de sentido y energía. ¿Cuál es la tuya?
La diferencia no es poca cosa. Porque “dar las gracias” sin sentir agradecimiento es como dar un beso frío y vacío: tus labios pueden hacer el gesto, pero no hay amor. En cambio agradecer de verdad es tender unpuente de humanidad para hacerle sentir a la otra persona que le importas, que la valoras, y sobre todo, que tienes la conciencia y sensibilidad para hacérselo saber.
Y eso cambia el entorno a tu alrededor.
Una de las maravillas de agradecer es que produce efectos positivos en tu cerebro. Cuando agradeces de verdad se generan una cantidad de hormonas y neurotransmisores que generan una sensación de placer. Imagínatelo como un coctel de felicidad que te auto-administras, porque basta que des las gracias de forma sincera, conectando profundamente y mirando a los ojos, para que esa mezcla comience a correr en tu cerebro y te hace sentir mejor.
Pero hay otra cosa mejor: la persona que recibe el agradecimiento sincero también comienza a producir esas mismas sustancias y se siente mejor. Así los dos están bajo el efecto de este coctel biológico. Y a partir de allí se crea un círculo maravilloso, porque cuando tú notas que tus palabras y gestos de agradecimiento han hecho feliz a la otra persona, tu cerebro segrega un poco más de esas sustancias y la otra persona también.
Total, al agradecer de corazón ponemos en movimiento una cadena de acciones y reacciones que genera un efecto físico positivo. Con ese coctel de hormonas y neurotransmisores en el cerebro de ambos ocurre algo así como una “borrachera de buena onda”. Rico ¿verdad?.
A partir de allí suceden otras cosas muy buenas. Agradecer eleva los niveles de bienestar en un grupo, aumenta la confianza entre las partes,refuerza los vínculos emocionales y motiva a los grupos de trabajo. Una de las características de los grandes líderes es que agradecen y promueven una actitud de agradecimiento en sus equipos porque saben el poder que tienen los gestos y las palabras. De nuevo, cuando son sinceras y desde el corazón, no las que se dicen por decir y sin pensar.
Si te fijas bien tienes a tu alrededor muchas cosas por las cuales agradecer. Hazlo, y en lugar de simplemente decir gracias, presta atención a tus palabras y mira a la otra persona a los ojos con el propósito de que sienta esas palabras. Detente un instante para estar presente cuando agradezcas y siente ese cóctel biológico que te llena de energía.
Verás que así construyes mejores relaciones y ese es el mejor camino para hacer de este un mundo sin igual.
¿Y si la otra persona no te presta atención? No importa. De alguna forma tus palabras de agradecimiento le han llegado y quizás la próxima vez te preste mayor atención. Y si esto no ocurre, de nuevo, no importa. Siendo nosotros el cambio que queremos ver en el mundo vamos impulsando a los demás a que se sumen. Ese es el poder de uno, que al sumar a otras personas, genera cambios inmensos. Por ejemplo, una empresa o un país donde agradecer ser una forma de decir “me importas y estamos juntos en esto”.
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