Un hombre habló con su Maestro acerca del cielo y el infierno.
El Maestro le dijo a ese hombre: "Ven, te mostraré el infierno".
Entraron en una habitación en donde un grupo de personas se encontraba sentado alrededor de una enorme olla de guisado. Todos estaban desesperados y muertos de hambre.
Cada persona sostenía una cuchara que tocaba la olla, pero cada cuchara tenía un mango mucho más largo que su propio brazo, de tal manera que no podía utilizarse para llevar el guisado a sus bocas. El sufrimiento era terrible.
"Ven, ahora te mostraré el cielo", dijo el Maestro, después de un tiempo.
Entraron en otra habitación, idéntica a la primera, la olla de guisado, el grupo de personas, las mismas cucharas con mango largo. Sin embargo, allí todos estaban felices y bien alimentados.
"No comprendo", dijo el hombre. "¿Porque están felices aquí, si en la otra habitación se sienten miserables y todo es igual?"
El Maestro sonrió. "Ah, es sencillo", respondió. "Aquí aprendieron a alimentarse mutuamente".
La diferencia entre el cielo y el infierno no es un lugar físico sino un estado de consciencia. En el "infierno", el egoísmo toma la consciencia de la persona y la obliga a vivir en un estado de carencia, sensación de peligro, incomodidad y amenaza permanente, mientras que quienes elijen vivir en una consciencia de compartir y ayudar, logran un estado en el que el Universo brinda todo lo necesario, de nada se carece, y la paz y la armonía reinan en sus corazones.
Alquimia Espiritual® Escuela del Nuevo Ser Humano.