Puede darse con alguna frecuencia que seres humanos que alcanzan ciertos grados evolutivos del ser detectan actitudes o síntomas en las personas de su entorno con aspiraciones similares que, siendo propios de su conducta, enfoques y modo existencial, pueden provocar choques en la convivencia, en el trato y brotes de rabia en estas, debido a la continua comparación con aquellos que han encontrado más avance y expansión en su nivel de conciencia y energía.
Por el contrario, en las personas más evolucionadas se detecta que la rabia como emoción, a fin de cuentas, puede también aparecer a raíz de actitudes claramente resistentes que, en estos casos que se mencionan, puede salir a relucir por distintas circunstancias y detalles.
- Por falta de empatía y apertura hacia otros con otro enfoque y una visión distinta.
- Por parsimonia o falta de premura a la hora de adoptar las actitudes o acciones que otras personas pueden necesitar emprender o acometer.
- Por la existencia de tantos escenarios catastróficos y de fatalidad en el mundo que se anuncian y aparecen en los noticiarios.
- Etc.
Indudablemente, la resistencia latente en la rabia que surge como consecuencia del desacuerdo y la oposición a ciertas realidades que se pueden presentar viene a abrir un nuevo camino de descubrimiento de expectativas y supuestos que residen en la trastienda mental que nutren estos estados emocionales y, a la vez, estas realidades externas.
Por tanto, el hecho de validar y acoger comparaciones, creencias y expectativas se convierte en el verdadero origen de la no aceptación de este tipo de realidades.
Es por ello que conviene realizar recapitulación de algunas cuestiones y aclaraciones que pueden ayudar a liberar estas expectativas que radican en el fondo de estos temas:
- No existe comparación posible entre dos seres humanos encarnados. Cada cual viene a asumir una serie de experiencias acordes a su nivel de evolución álmica, sin resultar aplicable comparación alguna.
El respeto a la trayectoria y a las decisiones de las almas encarnadas es fundamental ya que todas cuentan con el derecho de libre albedrío y, por ello, no existe realmente juicio alguno en sus consideraciones o planteamientos.
Solo evolución
Se da, de esta manera, debido cumplimiento a la Ley Divina del Ritmo Universal por la cual todo fluye en tiempo y en ritmo adecuados, incluyendo, por supuesto, la evolución de todas las almas en encarnación.
Va a depender, en parte, del bagaje multidimensional de cada ser que ciertos grados evolutivos sean accesibles o no en una encarnación determinada. Cada ser viene con sus propios registros, posibilidades y probabilidades a una encarnación que, lógicamente, es finita en duración y en la cual será posible abordar ciertas cuestiones. Por tanto, no pueden debatirse en comparación unas trayectorias y otras, y unos seres con otros.
Además, siempre hay que tener en cuenta que cuando seres humanos con muy diferente grado de conciencia coinciden en encarnación en la Tierra no es solo porque se pueda establecer una correspondencia de guía y ayuda de unos con respecto a otros en ciertos aspectos existenciales, que antes o después es compensada en la vida de una forma u otra, sino que, debido al tránsito por estas vivencias, se produce, incluso, la propia liberación y expansión de la persona, pudiendo alcanzarse un mayor acento y clarividencia espirituales, y la resolución de posibles karmas del pasado que aún estaban inconclusos y por resolver, incluso, con esas misma almas con las que se coincide en dichas experiencias, aunque de una vida a otra cambien sus respectivos roles y sexos entre padres y madres con hijos e hijas, ricos y pobres, agresor y víctima, etc.
Por tanto, esta disposición en encarnación de los seres humanos es, en definitiva, sagrada y debe, de todas las formas, ser venerada con la humildad y el amor profundos que se merece.
- La consideración fundamental del derecho de libre albedrío con el que cuentan absolutamente todos los habitantes en este planeta viene a cobrar una importancia vital en estos asuntos, como anteriormente se ha apuntado.
El permitir la libre evolución de las almas a elegir, a experimentar, a alcanzar la plenitud, a tomar decisiones que puedan, incluso, llegar a perjudicarlas, etc., se convierte en un aspecto muy necesario y crucial no solo para dejar de ser un incordio y un obstáculo en muchos casos en las vidas de otros, sino para soltar metas autoimpuestas por diferentes motivos que acarrean cargas muy pesadas y el consecuente lastre de las heridas emocionales y el sufrimiento que dejan por su acción tras de sí.
* Las aspiraciones espirituales.
El hecho de que una persona con cierta inclinación por lo espiritual se marque alcanzar unas metas y logros en cuanto, por ejemplo, a lo que a la activación de ciertas habilidades, dones o capacidades relacionas con este ámbito se refiere, promueve que se le pueda reconocer su honorable pasión por lo divino, por lo sagrado, por lo existencial o por todo lo que se relacione con Dios, pero, qué duda cabe, que si de una preferencia, una elección o un gusto personal se enlaza con un propósito o requisito indispensable en la vida, se puede estar incurriendo en la designación de metas y expectativas que pueden desencadenar emociones de desgaste, frustración, desencanto, escape, pena, envidia y también, cómo no, sufrimiento, así como el acabar incurriendo en actuaciones que no estén al alcance o dentro de las competencias disponibles que nos sean permitidas por la Santísima Trinidad y por las Jerarquías de Ancianos, Arcángeles y Maestros.
No ha de olvidarse que este tipo de cuestiones pueden ser solicitadas en peticiones, decretos y oraciones, apoyados, a la vez, con estilos de vida que refrenden todo lo que esta pasión representa, pero hay factores que merecen ser puntualizados al hilo de todo esto que se está comentando:
- Por sincronicidad todo llega y se manifiesta con la mayor rapidez posible, es decir, puede que todo no dependa de la pasión con la que el demandante decreta, expone y lanza su pedido. Todo se realiza en compatibilidad con el resto de potenciales de la Creación en su conjunto, encontrando su debida manifestación en el momento apropiado.
- Por otro lado, cada ser, al encarnar, es conocedor de los potenciales o posibilidades que se pueden manifestar con mayor probabilidad en sus experiencias de vida, aunque la mayoría de las cuestiones no sean inamovibles y todo recaiga en una cuestión de probabilidad en función de las decisiones y las elecciones que se tomen, acordes estos potenciales con los niveles de evolución por los que corresponde transitar y explorar. Otros potenciales, por muy loables que parezcan y por muy deseados que resulten, pueden ser, en algunas ocasiones, contraproducentes para el fin que entraña una experiencia determinada en encarnación.
Téngase en cuenta que estar alertas y muy conscientes a las experiencias vividas, detectando los aspectos internos y realidades correspondientes, a lo que concierne a: La absoluta y total responsabilidad de todo ser humano en cuanto a la configuración de la realidad que le rodea.
El reflejo de todos los aspectos internos en todo cuanto hace acto de presencia en la realidad externa.
La divinidad y lo sagrado de todos los procesos que se puedan vivir y de todas las personas que en ellos puedan intervenir, por lo que nada de ello debe acarrear juicio.
La compasión que despierta y se activa con la compresión de que Dios y su divinidad reside y subyace en todo cuanto pueda ser apreciado y captado, o no, visible o no visible.
La esencia de unidad que llena, envuelve y lo cubre todo. Etc. va a ser, obviamente, primordial y principal. Por otro lado, estas pautas de evolución, con la aparición de otras experiencias de alto grado espiritual, pueden recibir un impacto considerable y suponer, así, cierto cambio en la actitud de las personas que, verdaderamente, les impida realizar el seguimiento y el tratamiento, convenientes y adecuados, de sus respectivas vivencias y lecciones de vida, siendo distraída su atención y enfoque de los asuntos que realmente tienen una relevancia trascendental para su evolución álmica y que ha venido a tratar para alcanzar elevación, sabiduría y entendimiento, justamente necesarios en su ciclo evolutivo, con experiencias que, dependiendo de los casos en cuestión, pueden resultar, a todos los efectos, inoportunas e inapropiadas.
Por esto mismo, vuelve a ponerse de relieve la relevancia de soltar y liberar todas las expectativas, sean de la índole que sean, ya que, incluso de este modo, es como se pueden abrir los canales de forma más favorable para conseguir la consecución de todo aquello que se decide atraer conscientemente, debido a que la naturaleza de la expectativas es del todo selectiva y excluyente, y, por tanto, habilitan la existencia de las correspondientes resistencias y bloqueos que, como formas energéticas emocionales que se recogen en el cuerpo emocional o astral, paralizan toda sincronicidad en bonanza para la creación consciente de las elecciones y decisiones adoptadas.
Todo lo expuesto, evidentemente, se hace extensible a todo tipo de aspiraciones y metas que todo ser humano pueda llegarse a plantear.
Estos son algunos de los supuestos con los que se ha pretendido ilustrar el origen y la naturaleza de lo que se está denominando como sufrimiento y con los que, a la vez, se ha querido enfocar en la figura del Trabajador de la Luz algunas de las vicisitudes y realidades por las que estas personas pueden llegar a pasar en su paso encarnado por la vida en esta dimensión de la Tierra.
Pues bien, además de ir resumiendo acerca de que donde existe un sufrimiento, desequilibrio, desajuste o bloqueo emocional hay en cualquier caso una resistencia o una no aceptación interior que va unida siempre a una expectativa, meta o ideal, que es por propia naturaleza excluyente, de separación y que suprime, por tanto, el amor y la apertura que de verdad unifica y abarca todas las posibilidades y potenciales, nos gusten o no, los prefiramos o no, se lleguen a manifestar o no en el plano físico, lo que corresponde, adaptándonos a este contexto, después de mostrar y desmenuzar el curioso paradigma que ha sido descrito con respecto a la naturaleza de las expectativas mentales proyectadas en el tiempo y de las resistencias emocionales que siempre van suspendidas en función de estas expectativas, es aclarar y detallar cómo se puede proceder a transmutar, alinear, equilibrar y sanar estos aspectos faltos de armonía y los entresijos que los generan y magnifican.
Las claves para la transmutación o purificación de los aspectos que propicie la transformación que conduzca al equilibrio y la sanación en todos los campos y facetas de vida, sin que exista excepción alguna en estos planteamientos, es bien sencilla, como todo lo que puedan indicar las enseñanzas que desde planos superiores de existencia sean comunicadas y transferidas a esta dimensión.
Tal vez, eso sí, las dificultades con las que se tope el ser humano sean debidas a la falta de certezas, señales, pruebas, resultados y avances que le causen, a su vez, pérdida de la voluntad interior, de la confianza y de la pasión en su corazón, que, dicho sea de paso, son imprescindibles para atravesar la, así llamada por los Seres de Luz y también por los místicos que habitaron este planeta, noche oscura del alma, con la que se ha venido a denominar la experiencia árida, tediosa y fangosa, como si de una travesía por el desierto se tratara, por la que todo ser humano dispuesto a reclamar, alcanzar y recobrar su divinidad, encarnado en cuerpo y alma, puede estar llamado a transitar.
La noche oscura del alma, como así la llaman, comprende un período de limpieza interior intenso de todos los cuerpos energéticos del individuo en el que, por la propia carga y densidad de los aspectos que conscientemente se han de ir liberando, la persona puede no atisbar, aparentemente, avances considerables o, tan siquiera, apreciables en un principio, cuestión que, en esencia, realmente no es cierta, puesto que, en esta parte del proceso, el progreso evolutivo que se esté produciendo, aun sin pruebas o síntomas evidentes de mejora, puede ser inimaginable e imponderable.
Es por esto que se menciona que esta etapa suele resultar difícil y angustiosa. Mientras se camina por ella, quizás, no se reciben señales que puedan alentar la marcha emprendida y tampoco se llegue a detectar alguna luz en el horizonte que permita tener una referencia que aporte un halo de esperanza que ayude a vigorizar y a fortalecer el paso que se ha tomado.
En general, solo cuando la limpieza, transmutación o purificación de la mayor parte de la densidad y de la espesura de las energías del ser humano ha sido realizada y completada es cuando esta noche oscura y áspera del alma comienza a tornarse en un bello día cálido y con un bonito colorido.
En este punto de inflexión alcanzado es cuando puede empezar a sentirse una mayor cantidad de flujo energético atravesando el cuerpo físico, una mayor luz que envuelva a la persona y, por supuesto, una mayor activación de los centros energéticos o chakras y de las capacidades físicas y extrasensoriales que el paso de energía abundante posibilita en el ser, una vez despejado el cauce energético con hábitos, conductas, adicciones y aspectos emocionales y mentales que hacían del todo dificultosa una mayor iluminación de la persona.
Una vez recordado esto y retomando de nuevo el tema que introducía las fases que posibilitan toda transmutación para la liberación de los aspectos internos no armonizados que se encuentran inscritos en el cuaderno de ruta del sufrimiento emocional, solo cabe declarar que estas pautas radican en la actitud básica de percibir y permitir estos mismos aspectos, en este caso actitudes mentales o expectativas y actitudes emocionales o resistencias, el sufrimiento, el argumento que ahora se está describiendo y desarrollando, como así, igualmente, correspondería hacer con cualquier otra parte física o energética de la persona sometida al fin de la transmutación, añadiendo todavía más razón y énfasis a este concepto si se tratase de partes del ser que mostrasen claros desajustes o desequilibrios.
Por tanto, y a tenor de todo lo que corresponde considerar para la transmutación del sufrimiento emocional, es de cometido inmediato la liberación y el soltar toda expectativa, puesto que, si se ha explicado como estas referencias mentales aportan apegos y, a la vez, resistencias emocionales que se pueden traducir en sufrimiento, desgaste y padecimiento, resulta de puro sentido común estimar el abandono de estos anclajes que predisponen a una actitud de aferrarse a los logros pretendidos como requisito necesario y vital para disolver todo sufrimiento.
Las percibiremos, las permitiremos, las identificaremos, las contemplaremos y las dejaremos ser, incondicionalmente y sin resistencias, pero también las dejaremos ir, eso sí, solo cuando ellas quieran desaparecer. ¿Cómo? No involucrándonos en su trama, no prestándole nuestro enfoque que les avive su fuego de vida, solo dándoles nuestra permisividad y abriéndoles nuestro corazón. Así se da la transmutación de pensamientos y emociones sin hacer falta nada más para ello.
Solo recordar que la diferencia entre una decisión preferente, en la que gustarían ciertas opciones por delante de otras, y las llamadas expectativas, como así hemos venido a llamarlo en este apartado, radica únicamente en que en estas últimas se generan resistencias a que dichas pretensiones no se cumplan por su carácter selectivo y excluyente con respecto al resto de potenciales, mientras que en una preferencia o gusto se está abierto a contemplar otras posibilidades y alternativas.
Por tanto, notando un sufrimiento ya se debe saber que existe una resistencia emocional detrás de él que lo origina causando dicha fricción y, a la misma vez, esta representa el efecto de una expectativa que ha sido establecida, asumida y aceptada. Abandonando estas expectativas, que primeramente han de ser bien identificadas, pero sin búsqueda o análisis mental alguno, sino más bien en la percepción y permisividad de estos aspectos, por las cuales vienen a aflorar por sí solas a la superficie del consciente, es como se puede encontrar un cese de esas hostilidades emocionales que venían sucediéndose por el listón o rasero que el propio ser humano se ha marcado.
Estos mismos procesos, por supuesto, se han expuesto ya en base a otro tipo de argumentos de los empleados para desarrollar los estados de dualidad de sobra conocidos (lucha, reto, desafío, rendición, ilusión, etc., etc., etc.), aunque para un Trabajador de la Luz con una conciencia expandida no pasará por alto que el ejercicio de la mente y el ego en este campo es siempre el mismo, aunque varíen los modos de plantearlo y reproducirlo. Estas experiencias duales, lógicamente, suelen provocar opuestos duales como ilusión y desilusión, motivación y frustración, subida y bajada, euforia y decaimiento, y, además, al darse uno, por la propia acción que este genera, esta misma necesita ser equilibrada inevitablemente por la reacción del otro, haciendo, así, sus respectivas apariciones ambos opuestos, es decir, no es muy probable vivir permanentemente en uno de ellos sin que el otro surja o haga acto de presencia.
Pero este libro no está elaborado para centrarse específicamente en la dualidad y, mucho menos, para intentar adentrarse en el juego de los opuestos que mantiene al ser humano sumido en un grado de inconsciencia dentro de la existencia en esta dimensión, sino más bien para mostrar su naturaleza y cómo llegar a desmontarlo. Además, el lector que haga un recorrido por estos párrafos, seguramente, ya contará con un entendimiento suficientemente afinado como para poder distinguir, o al menos asimilar, estos conceptos y enseñanzas.
Entonces, la liberación y el abandono total de muchas expectativas creadas son los medios que van a propiciar ese aporte de calma, paz, sosiego y descanso que muchas almas encarnadas anhelan y reclaman, y que, posiblemente, por unos factores u otros, no cayeron en la cuenta de estos mecanismos internos a los que se está haciendo mención en este capítulo, que, sin duda, son simples, pero, a la vez, sutiles y no siempre fácilmente reconocibles, que empiezan a ser adoptados, muchos de ellos, desde los primeros años de encarnación en este planeta, estando perfectamente integrados y camuflados dentro del sistema mental y operativo del ser humano.
Una aplicación que puede resultar muy funcional y de gran utilidad en el paso de dejar caer expectativas puede ser la de proceder a pronunciar y pensar, declarándolo expresamente, la permisividad de que se manifiesten otros potenciales o posibilidades distintos a los que, a priori, habían sido marcados como objetivos claros e intocables, es decir, expresar abiertamente y sin condiciones que se permite que puedan producirse otras opciones diferentes a las que se estaban considerando como metas a conseguir o alcanzar sin llegar a admitir la disyuntiva de otras alternativas.
Por otra parte, no se quisiera, ni mucho menos, obviar la tesitura de que al tener tan asumidos unos valores, condicionantes y directrices desde los primeros años de la infancia, ya establecidos para el desarrollo de la vida que se comienza en la Tierra, puede resultar en exceso difícil poder abrirse, en ciertas ocasiones, a realidades y circunstancias de vida que pudieran ser calificadas de difíciles y complicadas, cuya aceptación podría requerir de un cierto nivel de evolución individual que puede no lograrse en corto transcurso de tiempo. En estos casos, no pequeños en número, es en donde adquieren una mayor importancia las claves anteriormente nombradas de permitir y percibir, como herramientas tremendamente potentes de transmutación y purificación emocional. Aunque en estos casos, se pueda pensar que adoptando estas actitudes no van a acabar desapareciendo ciertos planteamientos, situaciones o padeceres, por la dificultad que estos puedan entrañar a simple vista, podría llegar a sorprender la enorme fuer
za que pueden desencadenar estas intenciones para desbloquear definitivamente, a veces de un momento para otro, ciertas realidades externas.
El mismo grado de dificultad antes mencionado también podría atribuirse a ciertas formas o códigos energéticos emocionales albergados en los campos o cuerpos emocionales de energía de todo individuo, caracterizados por una muy densa y espesa frecuencia vibratoria, y asociados a sus respectivos aspectos mentales, acordes en vibración y coexistentes con ellos, o sea, expectativas, ideales y referencias varias. Así se dará que, con cierta probabilidad, estos estén necesitados de procesos de transmutación, en cierta medida, más intensos y, quizás, dilatados en el tiempo, dependiendo de su naturaleza y de la convicción y dedicación que invierta la persona que los tenga que abordar, hasta así alcanzar el refinamiento, alineación, equilibrio y sanación que precisan para sumarse en forma lumínica al resto de partes existenciales del ser humano y de todo el Ser Multidimensional que los engloba.
El permitir la expresión de estas emociones dolorosas, incómodas y sufridas de forma completamente incondicional, percibiéndolas, sintiéndolas, dejándolas ser sin limitaciones, dejándolas expresarse y manifestarse en el fuero interno, sin censura y sin represión, sino con apertura, constituye, aunque se exprese con reincidencia, la clave real de la transmutación de los aspectos internos y de la adquisición del empoderamiento para establecer el equilibrio y la sanación mental y emocional, así como el equilibrio y la sanación de todas las realidades externas donde estos aspectos se estén reflejando, creando por su propia vibración desajuste, alteración, limitación y distorsión en la vida.
Es, entonces, de este modo, de manera sencilla, espontánea y automática como se comienza a prestar y aportar el amor incondicional y la aceptación total necesarios que todo proceso de purificación de estas energías internas del ser requiere básica y fundamentalmente.
Permitiendo y percibiendo, ya van implícitas la intención y la atención hacia estos aspectos energéticos como pautas que dirigen y canalizan el flujo energético hacia las partes que, así, son sentidas en desequilibrio.
Sí resultaría interesante matizar la diferencia entre percibir, actitud por la cual se aporta esta atención, con una intención ya contenida y expresada en peticiones, oraciones realizadas o en las preferencias que se hayan a bien adoptado, e involucrarse, es decir, la toma de acciones que conlleven análisis, comparaciones, búsqueda, control o algún tipo de manipulación o maniobra con estos aspectos energéticos, o cualquier actuación que pueda partir de dichos planteamientos, sujeta a la dualidad kármica de acción y reacción.
* La percepción consiste en la actitud de sentir y apreciar el todo, tanto interior como exterior, sin necesidad de focalizarse en algo en concreto, pues esto último ya estaría derivando en otro ejercicio bien distinto, la observación, que a su vez lleva implícito dualidad, observador y observado, yo y la emoción, separación de dos cosas distintas que son en realidad lo mismo, cuando realmente lo que se pretende sentir es una forma energética interna o parte del propio ser humano, que es, por tanto, como se indica, también él mismo, el ser humano, es decir, que son la misma cosa y no dos distintas. No hay en la percepción, en verdad, diferenciación ni separatividad alguna en aquello que se reconoce o identifica, siendo la separación la acción natural con la que la mente de 3D no tiene reparo en ejercer su función y práctica habitual en cada momento y de forma indiscriminada.
Por lo tanto, concluyendo, el hecho de involucrarse lleva de forma inherente cierta actuación que lleva asociada la acción directa del binomio mente-ego que aporta separación a la visión de la realidad. En cambio, en la percepción solo se realiza el ejercicio de sentir, escuchar, permitir, contemplar, dejar ser. Nada más.
Es lógico convenir que, si se ha optado por un proceso de liberación de pensamientos y emociones en transmutación de los mismos, aspectos que deben su existencia a la dinámica conocida de la mente y el ego y, por tanto, son también mente y ego, se debe aminorar la acción que estos generan para procurar que esas energías puedan ser reconocidas, reducidas e, incluso, diluidas, y, por el contrario, evitar que puedan incrementarse y acrecentarse, sin que por ello se cree cierto antagonismo hacia la mente y ego que también son partes del propio ser y que están desempañando su función de manera inestimable en esta dimensión en la evolución del alma.
Será, asimismo, en la permisividad total de todo aspecto energético, sin censuras, sin acotaciones y sin condiciones, como se puede alcanzar la liberación de estas energías acumuladas en los cuerpos mental y emocional del ser humano adiestrado en estos niveles de existencia y conciencia, alcanzando, así, la disipación de los sufrimientos.
Extracto de 21 PREGUNTAS
LIBRO DE LA AUTOMAESTRIA
AUTOR: RAFAEL MONTAÑO CARMONA
Tomado de: trabajadoresdelaluz.com