La humanidad, en su ignorancia sobre el verdadero sentido de la vida, se dedica a vivir egoístamente y a disfrutar de los placeres materiales que su posición económica y social le permiten. No solemos ver obstáculos en la evolución espiritual pero sí vemos muchos respecto al progreso material que deseamos alcanzar. ¿Y esto por qué? Pues por culpa del mayor enemigo de la humanidad: la ignorancia. Todas las religiones y la misma biblia afirman que tenemos un cuerpo material y otro espiritual (Alma o Espíritu) pero la humanidad, engañada por sus deseos y sentimientos egoístas y por los sentidos del cuerpo físico, prefiere centrar su consciencia en el mundo material e ilusorio.
En el pasado las religiones tuvieron un gran poder y una gran influencia en los destinos de la humanidad al hablarnos de un Ser Creador de todo lo existente incluyéndonos a nosotros mismos. El esoterismo o filosofía oculta explica a quienes, llegado su momento, contactan con ella, que tenemos varios cuerpos que proceden del Espíritu el cual, a su vez, ha sido diferenciado “por” y “en” Dios mismo. Esta filosofía nos dice que debemos dominar y superar todo lo inferior (personalidad) para identificarnos y actuar como si fuéramos ese propio Espíritu o Yo superior. La filosofía oculta y la religión, tanto de forma independiente como unidas, son medios para que cada persona encuentre el sendero que le puede llevar a la perfección en la atapa actual, pero hoy viene en nuestra ayuda un nuevo “conocimiento” que, además de confirmar lo que enseña la filosofía oculta, descubre una serie de verdades que ayudarán a los que estén preparados para comprenderlas.
La misma ciencia, y más concretamente la neurología y la física cuántica explican hoy que el mundo físico sólo existe para los sentidos físicos, a lo que hay que añadir, por tanto, que el cuerpo físico también existe solo para los sentidos físicos. De hecho, los descubrimientos sobre los elementos que componen los átomos, nos dicen que nosotros no podemos ser el cuerpo físico porque éste está hecho de la misma materia que cualquier otro objeto. Se han dado cuenta de que la mente no es el cerebro porque los mismos pensamientos transforman dicho cerebro y, por último, se han dado cuenta de que la voluntad está por encima y domina la mente cuya naturaleza no es física. Así es que, como conclusión, podemos afirmar que somos un Espíritu, Alma o Yo superior cuya conciencia está enfocada en el mundo físico a través de los sentidos pero que no somos el cuerpo ni pertenecemos al mundo físico. Así es que, en principio, podemos decir que estamos en este mundo para experimentar, obtener conocimiento, vencer lo que nos domina y ata al mundo físico y para desarrollar la mente y los poderes del Espíritu. Por supuesto que si Cristo dijo que las obras que Él hacía las haríamos nosotros también y, como dicen las religiones, nuestro hogar está en el propio mundo de Dios, está claro que en una sola vida no se puede alcanzar ni desarrollar los medios para ello, por consiguiente, debemos creer en el “Renacimiento” y en la “Ley de Causa y Efecto” que, como dijo Cristo hace que recojamos el fruto de lo que sembramos.
Hay varias clases de obstáculos:
1º.- Los que tienen los materialistas que no ven más allá del disfrute de todo lo que les rodea y que tanto les fastidia cuando les impide vivir la vida egoístamente.
2º.- Los que se encuentran los que han comenzado a comprender que este mundo es una escuela y que deben esforzarse y sacrificarse por dominar sus cuerpos para sentir, pensar, actuar y hablar sin crear efectos negativos.
3ª.- Los que, profundizando más allá, intentan vivir con la conciencia en Dios, en Cristo, en su propio Espíritu y en los mundos espirituales, lo que implica una gran concentración y fuerza de voluntad para ser conscientes en todo momento de lo que se hace, dice, siente y piensa; esto es: Vivir en el cuerpo pero como si estuviéramos fuera de él y actuando desde la conciencia y la voluntad.
Podríamos pensar que si no hubiera obstáculos conseguiríamos nuestros objetivos mucho más rápidamente que lo que los hacemos, pero lo cierto es que los obstáculos tienen cosas a favor y en contra. De forma general, los obstáculos hacen que desarrollemos la inteligencia para superarlos, que razonemos profundamente para analizarlos, que desarrollemos la voluntad para vencerlos, que aprendamos de ellos para luego elegir lo correcto o lo incorrecto en los asuntos de nuestra vida, etc. etc. etc. En las personas egoístas y materialistas, los obstáculos deberían hacer ver que, aun superándolos, no van a encontrar nada más que materialismo que, a la larga, no causa felicidad ni satisface internamente. Por otro lado, cuando llega su muerte, terminan dándose cuenta que no pueden llevarse nada y que han desperdiciado toda su vida para no encontrar nada que satisfaga a su Espíritu. En los que comienzan a esforzarse por gobernar su personalidad (no crear malos sentimientos y pensamientos, no actuar mal contra nadie y no utilizar la palabra para ofender, injuriar o criticar al los demás) los obstáculos deben servirles como alicientes para volver a intentarlo después de cada fracaso, desarrollando así el discernimiento, la persistencia y la voluntad en sus esfuerzos por despejar el camino para que se manifieste su Alma o Yo superior. En los que han ido un poco más allá, los mayores obstáculos son conocerse a sí mismo profundamente para, a continuación, actuar sobre sus diferentes cuerpos (físico, etérico, emocional y mental) desde la conciencia del Yo superior.
Como podemos ver, los obstáculos, al igual que el mal, nos enseña muchas lecciones siempre y cuando queramos ver la parte positiva que hay en ellos. Cuando una persona egoísta busca una recomendación y no la consigue o ésta no le trae los resultados esperados, quizás critique, juzgue y maldiga pero lo que no sabe es que si hubiera sido como él desea quizás hubiera sido peor para él, o que no está en su destino alcanzarlo, o que alcanzándolo puede afectar al destino de otros sin tener porqué ser así y otros muchos casos más. El aspirante espiritual lleva una vida muy centrada en sus propósitos espirituales y se esfuerza en superar las pruebas que sufren y que le ponen a diario, por eso, (y sobre todo cuando se compromete seriamente ante su propio Espíritu a cumplir con una serie de deberes y obligaciones) muchos se dejan vencer por esos obstáculos y pruebas y vuelven a hacer su antigua vida. Pero los que persisten y llegan a mantener la paz y el equilibrio necesario como para identificarse cada vez más con su Yo superior, esos ya casi pueden cantar victoria porque están a las puertas de la iniciación, una iniciación que les hará vencer a la muerte y conscientes en los mundos in visibles.
La mayoría de los obstáculos son fruto de nuestros propios errores, bien de actuaciones inmediatas y de esta vida, o bien de errores de otras vidas pasadas; estos obstáculos traen todos una lección o aprendizaje, por ejemplo: el hecho de saldar una deuda como efecto de una causa errónea o bien tomar conciencia de algo relacionado con algún asunto de nuestro destino. Pero, de cualquier forma, todos traen un beneficio que nos ayudará a superarnos y a ser mejores siempre y cuando sepamos analizarlo positivamente. Cuando, en determinado renacimiento, una persona aspira o contacta con una escuela oculta o con un Maestro, tendrá, aparentemente, muchos más obstáculos que superar porque esos Maestros aprovechan el conocimiento de su destino para “ponerles” ciertas pruebas o tentaciones que necesitan superar. En realidad no es así, lo que ocurre es que en esa etapa tiene que superar cosas que antes no daba importancia. Como es lógico pensar, estos Maestros están deseosos de que alcancemos la próxima meta o iniciación que hace estar seguro de que estamos en el Sendero de Perfección.
Sea como sea y en el nivel que sea, todos debemos superarnos y hacernos mejores moral, intelectual y espiritualmente Todos somos hijos de Dios y todos estamos evolucionando en un esquema que Él creó para que pasáramos de un estado o grado animal a otro a imagen y semejanza Suya. Unos están más adelantados porque se han esforzado y adaptado mejor y porque han vencido más pruebas y obstáculos que otros, pero todos hemos de llegar al lugar de donde fuimos separados. No podemos culpar a nadie de nada porque cada uno tiene el destino que le corresponde según lo que haya hecho en otras vidas. Somos libres de decidir en cada instante si sembramos una semilla de bien o de mal en pensamiento, palabra y obra. Cada causa tiene su efecto y cada efecto tiene su causa, nuestras obras son el efecto de lo que sentimos o pensamos, y lo mismo ocurre con nuestras palabras puesto que antes de hablar y actuar hemos pensado y hemos tenido sentimientos y emociones. La mente puede gobernar los malos sentimientos y deseos para transformarlos en buenos; pero, a su vez, la mente debe ser controlada por la voluntad para que razone y tome las decisiones correctas. Luego entonces y sabiendo que somos los sembradores de las causas (más malas que buenas) que forman nuestros destinos y sabiendo que tenemos un libre albedrío y una voluntad para actuar como queramos, ¿a quién podemos culpar de los problemas u obstáculos que tanto nos afectan?
Desde que en la Época Atlante comenzamos a desarrollar la razón, hemos renacido muchas veces, y ha sido en ese transcurso de tiempo en el que unas Almas se han esforzado y adaptado más y mejor al esquema evolutivo que administran las jerarquías superiores que guían los destinos de la humanidad. En aquella época estábamos dominados (porque la voluntad y la mente estaban comenzando a desarrollarse) por el cuerpo de deseos (sentimientos y deseos más bajos del ser humano de entonces) actuábamos más bien instintivamente, sin embargo y desde entonces, el efecto de los errores que en cada vida se nos presentan como obstáculos, dolor, limitaciones, etc., han hecho que lleguemos al estado evolutivo actual. ¿Qué ha ocurrido en ese transcurso? 1º.- Que hemos desarrollado la voluntad y la razón hasta cierto grado; y 2ª.- Que eso nos ha servido para dominar y transformar el cuerpo de deseos de un estado donde sólo había violencia, venganza, maldad, egoísmo y deseos materialistas hasta lo que es hoy en la mayoría de nosotros. Esto significa que aquellos obstáculos y problemas ya no nos vienen tan fácilmente porque hemos espiritualizado una buena parte del cuerpo de deseos y del carácter, pero también quiere decir que tenemos que seguir utilizando la voluntad y la mente para que nuestros sentimientos, deseos y emociones sean amorosos, pacíficos, altruistas, compasivos, etc.
A la hora de tratar con un obstáculo o problema es conveniente tener presente varios aspectos:
1º.- Si no queremos problemas debemos controlar el cuerpo de deseos y la mente para que no manifiesten deseos, sentimientos y pensamientos negativos.
2º.- Si queremos eliminar el concepto de obstáculo en nuestra vida, debemos de dejar de verlo como tal para verlo como algo positivo que nos puede ayudar.
3º.- Que es necesario vencer el aspecto personal y egoísta para pensar, sentir y actuar a favor de los demás de una forma amorosa y desinteresada, lo que transformará a la personalidad dando paso así al Yo superior.
4º.- Tener siempre claro que, como hijos de Dios que somos en Espíritu y puesto que tenemos sus poderes latentes en nosotros mismos, podemos superarlos todos y unir los resultados del esfuerzo a la conciencia, lo que nos hará progresar más rápidamente.
Esto nos lleva a:
1º.- Comprender que actuando de esa manera, la mente dominará al aspecto animal, egoísta y materialista de la personalidad.
2º.- Comprender que la mente será, a la vez, purificada y desarrollada gracias al control que sobre ella hagamos por medio de la buena voluntad y de los más elevados sentimientos y pensamientos hacia la humanidad.
3º.- Comprender que una vez libre de la personalidad o ego inferior, no podemos hacer mal a nadie ni a nada porque nuestra conciencia (constantemente y de manera consciente y voluntaria sobre cualquier asunto o expresión que hagamos) será la del propio Espíritu.
Hay que cumplir con los asuntos y deberes terrenales, sean sociales, laborales, etc., pero si actuamos como se han dicho aquí, llevaremos una vida ejemplar, de paz y armonía, de responsabilidad y de un perfecto cumplimiento de nuestros deberes que en vez de traernos obstáculos nos traerá más progreso (sin buscarlo ni desearlo) en nuestros asuntos terrenales. Respecto al desarrollo espiritual, hay que llevar una vida de oración, observación (de uno mismo y de las circunstancias) meditación y constante discernimiento para que nuestro cuerpo de deseos y mental no se distraigan en cosas que de nada sirven al Alma o que incluso la desvíen del sendero.
Nuestra conciencia debe estar presente en todo lo que hacemos y somos en todo momento; la mente debe estar controlada para que no se deje influenciar por pensamientos que de nada sirven respecto al desarrollo interno; la palabra debe ser controlada para no hablar por hablar sino mantener silencio y hablar con consciencia y buena voluntad. Así y solo así dejamos de crearnos obstáculos y vencemos definitivamente las pruebas y deudas del destino que traemos del pasado.
Cuando nos conocemos a nosotros mismos conocemos a nuestro ser interno, y si nos identificamos con él nos identificaremos con Dios.
Francisco Nieto