Hay casos en la vida en que no comprendemos cómo una persona puede hacer un gran mal o cometer un gran error pero, si ponemos el gobierno en manos de un dictador lo veremos más claro; y si damos armas de fuego a una tribu, es muy probable que alguno termine matando a otro; o también si una persona poco evolucionada se le facilitan ciertos placeres, es fácil que se vea dominada por ellos. El ser humano está evolucionando desde un estado de conciencia más inferior aún que los prehistóricos, por tanto y entre tantas gradaciones de pasiones, maldades, sentimientos, deseos, etc., por espiritualizar, es lógico que en cada vida caigamos un sinfín de veces.
Y es ahí donde las Leyes de Renacimiento y Consecuencia principalmente vienen en nuestro auxilio, pero centrémonos más en la de Consecuencia o kármica. Es difícil creer que una Ley Divina “obligue” a hacer el mal a alguien, sin embargo y puestos a meditar ¿qué es la pérdida del cuerpo físico para los administradores del karma? Es solo eso, la pérdida del vehículo que nos sirve para experimentar y evolucionar ¿qué más les puede dar que perdamos el cuerpo físico en un accidente o catástrofe donde quizás sufrimos más que si nos asesinan repentinamente de un tiro? Por tanto ¿por qué determinadas circunstancias no pueden dar pie a que cometamos un asesinato?
Sabemos que, excepto determinadas oportunidades, posibilidades y circunstancias que nos facilitan la creación de nuevas causas, por lo general, actuamos impulsados por el karma de otras vidas. También sabemos que cuanto más evolucionados somos más libres de pensar, sentir, desear y actuar de manera más positiva somos, sin embargo, aunque eso crea un karma más positivo para el futuro, no evita el que ya tenemos (que es mucho) del pasado. Recordemos que algunas personas aun pueden estar pagando deudas de la época Atlante, sobre todo en forma colectiva, luego entonces, sabiendo las maldades a veces inimaginables que hemos hecho en el pasado ¿hasta qué punto podemos asegurar que no vamos a cometer una barbaridad en esta vida o que no vamos a morir en manos de otro?
Cuando valoramos a una persona por su forma de pensar y actuar estamos valorando a el resultado de su anterior vida más un pequeño cambio, es decir por sus pensamientos, deseos, sentimientos y hechos de su anterior vida y poco más nuevo de ésta, puesto que lo que es en esta vida es el resultado de la anterior principalmente. El hombre expresa los resultados de lo que fue y lo que hizo por eso se dice que no se debe juzgar porque, sobretodo, no sabemos lo que fue ni lo que hizo, ni los efectos en esa vida así como tampoco hasta qué punto las circunstancias le obligaron a actuar de tal o cual forma.
La acción es el resultado de los deseos y de los pensamientos. O sea, si nos dejamos llevar por los deseos más bajos y no imponemos la mente y la razón para rectificar, nos degeneraremos; si utilizamos la razón voluntariamente con tal de vencer las tentaciones y bajos sentimientos y deseos, evolucionaremos, si una persona se deja llevar por deseos del sexo y se obsesiona, ese deseo (sin razonamiento) le impulsará a cometer una violación aunque luego sea una buena persona Una persona dominada por el alcohol puede torturar y hacer sufrir a otras personas que se vean obligados a estar a su lado pero, ¿qué pasa si estas personas pasan años pensando incluso en matarle y desear hacer con él no sé cuantas maldades pero no lo hacen? Cuando una persona que necesita dinero traza un plan para robar y se obsesiona durante un tiempo con ello, es posible que un solo pensamiento de otra persona sobre el hecho de robar le impulse a hacerlo. La debilidad y culpa en este caso sería suya pero el creador de ese pensamiento también tiene responsabilidad en ese hecho. Por tanto, las acciones son el resultado de deseos y pensamientos ¿Cuántas deudas tenemos que saldar precisamente por esos deseos y pensamiento inmanifestados físicamente? ¿Podemos cometer una locura o cometer un grave “error” aun estando ya en el sendero de aceleración espiritual? ¡Por supuesto que sí!
Una persona que murió llena de odio y con muy malos deseos hacia alguien será puesta tarde o temprano junto a ese malhechor para superar esa deuda pendiente pero, si no lo supera o incluso se desvía de lo previsto, esta persona se podría ver impulsada (por aquellos malos deseos y pensamientos) a matar; es más, si su maltratador del pasado la hubiera asesinado y este último hubiera muerto lleno de odio y malos deseos hacia él, es posible que le mate. ¿Es culpa de los Ángeles del Destino? No, porque ellos no pueden obligarnos a actuar de determinada forma y no saben como vamos a actuar ante las circunstancias ¿es la culpa del que asesina? Sí por no superar la prueba, por volverse a dejarse llevar por los malos deseos y pensamientos en un momento dado, por no razonar y utilizar la voluntad positivamente, y porque, aunque somos libres, se ha vuelto a dejar dominar por la personalidad.
Un hecho que ha de consumarse como resultado de toda una serie de pensamientos y deseos puede esperar muchos años en una vida como lo hace a lo largo de los renacimientos hasta ver la oportunidad de manifestarse pero, tanto si es bueno como si es malo, tarde o temprano se manifestará, es decir el individuo efectuará el hecho bien o mal según su estado de ánimo y mental y según las circunstancias. Este hecho puede tener su origen hace cuatro vidas (por ejemplo) y ahora quizás seamos hombres de buena voluntad y de paz, pero eso no garantiza nada como ha ocurrido con tantos santos, con personas que han tenido una conversión y con otras que han asesinado siendo buenas personas y ante el asombro de los demás.
Los pensamientos y los deseos son la causa de la acción por lo que, al tener libre albedrío y voluntad, podemos cambiarlos, sin embargo, cuando hemos acumulado muchos deseos y pensamientos de la misma clase, su poder en nuestros cuerpos mental y de deseos nos pueden obligar a actuar. No cabe la menor duda que si nuestras ultimas vidas ya han sido rectas y hemos vivido manteniendo y luchando por conseguir elevados ideales, estaremos muy fortalecidos para utilizar correctamente el libre albedrío, pero como no somos aún perfectos y nos queda mucho por controlar respecto a la mente y al cuerpo de deseos, nadie puede decir que en esta vida no va a caer en determinada cosa o hecho. Puede haber una lucha entre el cuerpo de deseos y la mente para que un individuo haga bien o mal pero el resultado será siempre que habrá una acción en cuanto se presente la oportunidad. Si cuando se presente dicha oportunidad de hacer lo que se ha estado desarrollando internamente, la persona actúa instintivamente, puede cometer errores o volver a caer en el mismo error, sea robar, hacer mal a alguien, etc. Pero si la persona está en el sendero de espiritualidad siempre tendrá la oportunidad de razonar y cambiar el destino. Como no sabemos en qué momento nos han puesto determinada prueba que nos puede pillar desprevenidos ni ver en los “archivos akásicos” cómo se creó y cuándo nos vienen las deudas pendientes, no nos queda más remedio que intentar desarrollar un autocontrol que nos haga conscientes momento a momento de lo que pensamos y deseamos para que éstos no nos traicionen en ese momento.
Lo mismo que los Hermanos Mayores envían pensamientos de amor a la humanidad y transmutan el mal que ésta crea para que podamos llegar al fin previsto, y lo mismo que Cristo está sufriendo por nuestra maldad a la vez que ayuda a eliminar el mal que nosotros creamos, así también nosotros podemos pensar y desear la paz, el amor y la fraternidad hacia todas las personas y muy en particular con los que, por las circunstancias que sean, no simpatizamos. La gran mayoría de las cosas que nos ocurren y las circunstancias que nos rodean y que consideramos malas aun sabiendo que tenemos karma pendiente, están hechas con la mejor voluntad para ayudarnos por parte de los Hermanos Mayores, Ángeles y Guías de la humanidad, y aunque creamos que cometen errores no es así, sino que están actuando de acuerdo a los cambios necesarios y respecto a los karmas colectivos. Lo mismo que Jehová mandaba a un pueblo contra otro para hacer la guerra con la intención de desarrollar ciertos aspectos que se necesitaban desarrollar en el hombre así mismo nosotros podemos aun cometer grandes barbaridades cuando los ángeles del Destino se ven obligados a ponernos en determinadas circunstancias por las deudas del pasado; la única diferencia es que ya no estamos tan dominados por el cuerpo de deseos y tenemos más voluntad y razonamiento para discernir antes de actuar. Pero, aun así, cuando una deuda madura se debe cumplir, las circunstancias se complicarán, perderemos la cabeza o surgirá cualquier cosa para que actuemos de determinada forma. Así se va cumpliendo el karma, es la única manera de quitarnos esas deudas del pasado. Aun somos muy imperfectos y por eso nuestras obras no pueden ser ni total ni siempre perfectas, por tanto, generan mal karma, de aquí que, conociendo estas leyes divinas podamos elegir, en lo posible, el sendero de la razón y del bien; así el mal siempre será menos y estaremos más preparados para hacer frente a las deudas del pasado.
Nosotros hemos llegado a ser lo que somos gracias también al mal y a las formas y reinos evolucionantes que hemos utilizado como vehículo. Pero lo mismo ocurre con el Creador de nuestro planeta, del sistema solar y de todo lo demás. Esos exaltados Seres han llegado a ser lo que son después de pasar por infinidad de circunstancias, estados de conciencia y formas evolucionantes y, sin embargo, han llegado a ese nivel. Sí, es cierto que somos insignificantes a su lado pero ellos también pasaron por un estado de conciencia similar al nuestro (autoconciencia) y están pasando por otros inferiores respecto a otros grandes seres superiores a ellos. Todos nos ayudamos y debemos ayudarnos por medio de la más granes virtudes, los más elevados ideales y el amor y la fraternidad como hijos de un mismo Ser. Todo buen sentimiento y pensamiento son una semilla que puede fructificar en los demás, son aspectos que producirán armonía y equilibrio en el universo, en nuestros cuerpos y en las vidas diminutas que componen todo ser viviente.
Todo lo malo que nos rodea es creación actual del hombre o efecto del mal de otras vidas, pero ese mal es necesario para que nosotros desarrollemos la conciencia superior y la buena voluntad. El mal es bien en formación y por eso debemos ver siempre su aspecto positivo en vez de interpretarlo como un mal contra nosotros o como un castigo. El mal, a la larga, hará que desarrollemos los poderes del Espíritu pero el discernimiento y la buena voluntad acelerarán nuestro desarrollo y harán que colaboremos con estas Leyes Divinas que tanto nos cuesta comprender. Todas nuestras vidas tienen como resultado una mayor evolución, y todo mal entre nosotros tendrá unas consecuencias después de la muerte que nos harán ver la sabiduría de estas Leyes y que es mejor colaborar con ellas que oponerse. Según comprendamos la Ley de Consecuencia emitiremos juicios más razonados, deseos más altruistas y fraternales, y pensamientos de amor, lo que tendrá como resultado toda una serie de acciones físicas que ayudarán a cambiar nuestro futuro y el de la humanidad. Por consiguiente, este conocimiento nos lleva no solo a ayudarnos a nosotros mismos, sino también a todo ser viviente y a Dios mismo.
Estar enfadados, actuar sin razonar, dejarnos llevar por la impulsividad y por el instinto y dejarnos dominar por los deseos y pasiones animales, no nos ayuda en nada sino que nos llevará a obtener unos resultados negativos al final de esta vida. Unos resultados que, en la siguiente, harán que nos preguntemos que porqué somos desgraciados o sufrimos o porqué Dios nos castiga de esa forma. Sin embargo, aun en medio de la tempestad y aun con problemas que nos agobien, siempre somos libres de actuar con conocimiento de causa y elegir el sendero del bien o el del mal ante cualquier pensamiento, palabra y obra. Esta es la manera de ir eliminando el mal de nuestra vida y de nuestro futuro destino. El mal nos traerá desarrollo pero a costa de sufrimiento pero el que trabaja por el bien y la fraternidad de la humanidad irá eliminando la desgracia y el sufrimiento de su destino.
Francisco Nieto