La mente y la realidad son dos planos diferentes, sin embargo, tiene que existir una armonía y una coherencia entre ambos ámbitos. Ser muy idealista y tener los pies alejados de la realidad produce efectos negativos secundarios: frustración, tristeza, dolor, miedo, amargura… ¿Cómo ajustar tus expectativas a la realidad?
Valora tu realidad presente
En primer lugar, tienes que valorar cuáles son tus circunstancias actuales. Que algo sea literalmente imposible en el día de hoy, no significa que la situación vaya a seguir así eternamente. La aceptación de las cartas del juego es básica para poder avanzar y tener un espíritu realista en la vida. El espíritu realista es el que precede cualquier lucha por un objetivo.
Elabora un plan de acción
Para acotar esa idea mental que está en tu cabeza tienes que elaborar un plan de acción que sea concreto. Cuanto más detalles los pasos de ese plan de acción, más fácil te va a resultar visualizar ese esquema en tu mente.
Reduce tus expectativas
Tener unas expectativas demasiado altas te lleva a frustrarte por metas imposibles. Acota tus sueños para darles una entidad más real. Así podrás avanzar hacia el futuro con la sensación de pisar con fuerza sobre el terreno.
Escucha a terceras opiniones
Escucha terceras opiniones para poder valorar otros puntos de vista sobre esa realidad que tú observas de una forma concreta. Gracias al diálogo y la comunicación puedes ampliar tu mirada para captar matices que tú habías ignorado en un primer momento.
Acepta la realidad tal y como es
Cuando tus sueños se dan de bruces una y otra vez con la realidad ha llegado el momento de abrir los ojos para comprender que las cosas son así y no puedes toparte de bruces contra un muro por cerrar los ojos como consecuencia del autoengaño.
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