¿Es tu mente tu amiga o tu carcelero?Hay una cita de Osho que dice que la mente es “un hermoso siervo, un peligroso maestro”. Y ciertamente, si la utilizamos bien puede ser una gran amiga, fuente de inspiración y alegrías, pero si nos dejamos usar por ella, puede convertirse en nuestro carcelero, atrapándonos en ideas repetitivas, miedos, hábitos, reacciones y expectativas poco realistas.
Hoy en día bastantes personas se convierten en su prisionero porque vivimos en una sociedad que ensalza lo racional, y muchos acaban creyendo que son lo que piensan, identificándose con su mente. Ya decía Descartes “pienso luego existo”, pero… ¿no podemos existir por sentir? Hemos de darnos cuenta de que somos el que piensa, el “pensador”, y no lo pensado. Si entendemos que la mente es una herramienta a nuestro servicio, la perspectiva cambia.
Y es una herramienta potente, que conviene saber como funciona, para poder manejar mejor lo que nos suceda. Todos tenemos la oportunidad de hacerlo, pero no siempre es fácil, ¿por qué?
- La mente busca el control y es egocéntrica. Quiere juzgar, comparar, encontrar patrones y hacer hipótesis tratando de interpretar el presente y predecir el futuro. Desea controlarlo todo, y poder hacer frente a posibles amenazas, lo que es realmente complicado porque la vida es cambiante e impredecible… Para conseguirlo gira en torno a sus ideas aunque se demuestre que algunas no son ciertas, y puede defenderlas a pesar de que sean autodestructivas. Si algo no le encaja, lo ignora o lo minimiza, pero si algo le gusta lo ensalza, y lo que le gusta no siempre nos gusta a nosotros, pero ella no valora tanto si es algo bueno o malo para nosotros, como que encaje con sus esquemas para poder predecir. Eso es lo más importante para ella, aunque la mayoría de las veces, el control sea una ilusión.
- La mente no es precisa y las cosas no son siempre como nos las muestra. Analiza basándose en información que recibe de los sentidos y de la memoria, aunque los sentidos no muestran toda la realidad y la memoria se altere cada vez que recuperamos un recuerdo. El mundo que nos llega a través de los sentidos es una percepción incompleta. Los neurocientíficos Susana Martínez Conde y Stephen Macknick explican que cada ojo humano equivale a una cámara de un megapíxel. Mucho menos de lo que ofrecen algunos móviles actuales, pero nuestra la imagen parece detallada porque el cerebro rellena lo que falta, con la interpretación de nuestra mente. Por otra parte, la neurociencia también ha demostrado que al acceder a los recuerdos almacenados a largo plazo, los volvemos a grabar otra vez pero algo cambiados, y muchos son inexactos o falsos. Por eso, dos personas pueden recordar una misma situación de forma distinta. Además, existen muchos sesgos que interfieren en como vemos la realidad. Por ejemplo, el sesgo de confirmación hace que tendamos a considerar las opiniones que reafirman las nuestras mientras anulamos o minimizamos la influencia de las que son diferentes. En resumen, cuando algo no le cuadra, hace que lo veamos como mejor le convenga, aunque no siempre sea cierto o se deje información útil…
- La mente es perezosa y se resiste al cambio. La gusta comodidad, y por eso prefiere lo conocido y que todo sea siempre igual. Lo nuevo le incomoda porque le genera incertidumbre y dificulta comparar y predecir. Podemos tener un hábito que queremos dejar, o podemos desear empezar un proyecto,… y tratará de convencernos de que no es posible o no es necesario, porque prefiere quedarse como está. Cambiar supone un esfuerzo, obliga a realizar adaptaciones en su estructura de creencias, y a entrenar patrones no familiares que le dificultan su sensación de control.
¿Qué se puede hacer?
1. Observa tu mente, que ideas, imágenes y mensajes te da. Observa cuales son sus patrones de pensamiento, qué temas son más recurrentes y qué historias e hipótesis crea. ¿Qué creencias las sustentan? ¿Puedes verlo desde otro punto de vista?
2. Date cuenta de que los pensamientos pueden ser ciertos o no, y pueden ser importantes o no, pero nunca son órdenes. Tú decides si les haces caso, y si tu mente es siervo o maestro. Si decides que sea siervo, guíala dando más importancia a lo que quieres y menos a lo que no quieres.
3. Tu mente hace mucho por ti, aunque no siempre te guste como lo hace, así que cuídala, agradécele su trabajo. Sabemos que es necesario cuidar el cuerpo, lo aseamos, nos alimentamos, algunos hacen ejercicio…, pero ¿qué hacemos por la mente? Escucha música, lee, duerme y medita para dejarla descansar,… y cuanto más la respetes más fácil será que se convierta en una buena compañera y te muestre su mejor potencial.
Fuente:
http://www.piensaesgratis.com/bloggers/es-tu-mente-tu-amiga-o-tu-carcelero