La manera de ser de los demás nos puede sacar de quicio, y el único que sale perjudicado eres tú mismo, averigüa cómo dejar de tensionarte por los demás.
La semana ante pasada en la sesión de meditación que tenemos todos los lunes, hicimos una visualización en la que imaginábamos a la persona que más frustración y molestia nos genera, seguido de ponerle barrotes que lo van encerrando y que lo van limitando ante cada juicio que llegaba a nuestra mente al simplemente observarlo. Al ampliar la vista, la persona quedaba llena de barrotes de todos esos juicios que le ponemos como por ejemplo: “no deberías de ser así”, “por qué no vas un poco más rápido”, “¿por qué dices eso?”, “¿qué no entiendes?”, “me parece ilógico lo que dices”, “deberías de escucharme más”, etc.
Todos esos pensamientos que tenemos hacia la otra persona y que nos generan malestar al pensarlo, son barrotes que la iban encerrando. Sin embargo, al seguir ampliando la vista hacia arriba, viendo todo desde otra perspectiva, nos dábamos cuenta de que quien en realidad estaba encerrado, eras tú mismo.
Y ese es el problema, al no aceptar a los demás, y querer que sean diferentes, al único que encarcelas es a ti mismo, pues el único que se tensa y que se molesta eres tú. Al otro ni le viene ni le van tus corajes, a tu cuerpo sí le vienen y sí le van, y es por eso que al final del día acabas con tensión muscular, dolor de cabeza, etc. Y sobre todo, limitando tu visión para poder ver a la persona tal y como es, más allá de tus juicios o percepción.
El problema se sigue agrandando, cuando pasa el tiempo, y sigues haciendo corajes por la manera de ser de esa persona, y te encuentras molestándote por cualquier cosa como por que estornudó, o porque decidió venir vestido de rosa.
¿Por qué enjuiciamos a los demás?
Porque tenemos aprendido que los demás deben de ser como a nosotros nos gustaría que fueran, o inclusive, que fueran y pensaran como nosotros somos y pensamos para ser una persona respetable y valiosa para nosotros. Entonces tenemos una incapacidad para aceptar a los demás tal y como son, y aceptarlos con todo y las diferencias en su manera de ser y pensar.
Muy en el fondo, no aceptamos a los demás, porque no nos aceptamos a nosotros mismos. Eso que no aceptas de ti, es lo que probablemente te molestará que ves en los demás. O eso que quisieras tú tener, al verlo en el otro, te molestas por no tenerlo desarrollado en ti. Te molestas porque te das cuenta de que la otra persona así es, y no hay realmente mucho que tú puedas hacer al respecto.
Una frase que ha cambiado mi perspectiva al respecto es “lo que te choca, te checa”, o sea, lo que te choca en los demás, checa en ti.
¿Cómo dejar de tensionarte por la manera de ser de los demás?
1.- Acepta que tú no controlas la personalidad, comentarios, gustos o preferencias de la otra persona.
2.- Acéptate a ti mismo tal y como eres, y reconoce que eres diferente a los demás, permitiéndote expresar esa diferencia.
3.- Acepta que los demás son diferentes a ti, y en lugar de querer que sean diferentes, empieza a escuchar lo que dicen, su perspectiva, su personalidad, y tal vez aprendas algo de ellos.
4.- En el momento que te encuentres tenso, frente a esa persona que te molesta o irrita, di la siguiente frase: “te acepto tal y como eres, y me libero de la tensión de querer controlarte”.
5.- Practica meditación para poder modular tu respuesta ante esa persona.
6.- Dedícate a ver a esa persona como si fuera la primera vez que la observas, libre de juicios y con total aceptación de su manera de ser.
Al final del día, todo esto se trata de querer tener el control sobre los demás, porque así te sientes seguro y todo poderoso, entonces es aceptar que en lo único que puedes tener control, es sobre la cantidad de tensión que acumulas en tu cuerpo o no, entonces hazte el favor de no acumular de más.
La meditación con atención plena es algo que a mi también me ha cambiado la vida, pues en el momento en el que estoy tensionándome y molestándome por la manera de ser de alguien más, soy capaz de auto observarme, y modular mi respuesta. Dejo de ser un río de reacciones automáticas que terminan en un lugar poco deseable para mí, y asumo ese control sobre mí, aceptando los sentimientos que afloran, pero decidiendo la respuesta.
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