Las caricias pueden ser una parte más dentro del juego sexual o simplemente demostración de afecto, cariño, contacto en la relación de pareja. Sea en el contexto que sea, las caricias son una fuente de satisfacción tanto para el que las recibe como para el que las da.
El lenguaje de las caricias es muy variado y diferente dependiendo de cada persona y relación. Para algunas personas es difícil demostrar y expresar afecto a través de caricias por no estar acostumbrados a utilizarlas fuera del terreno sexual, o incluso dentro de él son escasas, mecánicas o pueden parecer "artificiales". Este tipo de personas son poco afectuosas, no han aprendido a utilizar las caricias de manera habitual en su comportamiento o no saben cómo regalar una caricia porque no las tienen en cuenta.
Si bien es cierto que unas personas son más de contacto físico y utilizan las caricias más a menudo de forma natural, aquellos menos afectuosos, pueden conseguir incluir en su repertorio comportamental las caricias mediante práctica y entrenamiento. También debemos ser realistas y aceptar que no todos somos igual de afectuosos, no podemos exigir a una persona que dé más de lo que pueda dar.
No existe una forma de acariciar por excelencia, pues depende del contexto y el gusto de la persona. Es diferente acariciar demostrando cariño, para conseguir relajación o para buscar excitación.
Influye mucho la sensibilidad de la persona. Hay quien prefiere ser acariciado sutilmente mientras que otros prefieren ser acariciados con un poco más de presión. Cualquier parte del cuerpo puede ser adecuada para ser objeto de una caricia, es cuestión de probar las diferentes sensaciones, de potenciar el tacto y descubrir lo que se experimenta con cada caricia.
Por lo general, las caricias para demostrar afecto suelen darse con sutileza, sin demasiada presión pero tampoco sin apenas contacto. Se pueden dar en la cabeza, cara, espalda, brazos o piernas, con movimientos de arriba a abajo o haciendo círculos. Pueden ser un simple roce en la mejilla o en la nariz. Aquí entra en juego el propio lenguaje no verbal de los participantes a la hora de acariciar y su propia habilidad, pues existen ciertas demostraciones de afecto con significado propio y único.
Si el objetivo es la relajación, las partes más empleadas suelen ser la espalda, cabeza, brazos y manos. Los movimientos pueden ser circulares, de arriba a abajo o en linea recta siguiendo el contorno de la parte acariciada. Si ejerces poca presión y mantienes un ritmo lento, objetivo conseguido!!!!
Si la intención es buscar la excitación, el erotismo, la sensualidad, ... lo más fácil es acercarse a las zonas erógenas sin llegar a tocarlas. Algunos seréis más directos y vais a lo seguro, pero resulta mucho más excitante probar cosas nuevas diferentes y no ir directamente "al grano". Acariciar la mano o cualquier parte del cuerpo no erógena con sensualidad, cambiando los movimientos y el grado de presión puede ser mucho más excitante que acariciar directamente los genitales. Aquí juega un papel principal la erotización del pensamiento. Pruébalo y te sorprenderás!!!
Sea como sea, utiliza las caricias, inclúyelas en tu día a día. Descubre sensaciones y objetivos diferentes. Acaricia y déjate acariciar. Algunas personas no les gusta ser acariciadas en determinadas partes del cuerpo, y en lugar de ser algo agradable lo viven como algo inquietante. Otras personas lo sienten como pérdida de control y no se dejan llevar, por lo tanto, no lo disfrutan... y entonces me pregunto: ¿Qué es el placer, sino dejarse llevar? ¿Cómo disfrutar de una caricia si estás en tensión?
http://serfelices.org/sexualidad3-2/316-sabes-acariciar