5 claves para mejorar las relaciones entre padres e hijosCon el nacimiento de un hijo llegan también todo tipo de expectativas sobre cómo será, que hará, qué conseguirá,… el nuevo miembro de la familia, y sin mala intención, es frecuente proyectarle un escenario de futuro y atribuirle talentos y capacidades, que son un reflejo de las propias aspiraciones, deseos y creencias de los adultos, pero que no siempre se ajustan a las verdaderas capacidades y deseos de los niños, y pueden acabar convirtiéndose en una carga. Hay que dejar que los niños experimenten, se diviertan y descubran el mundo, a si mismos y sus propios intereses, y lo que necesitan para lograrlo, es que los padres aporten seguridad y amor. Pero en ocasiones, los adultos tienen necesidades de cariño y estimación poco cubiertas que pueden influir en la relación. Algunos, para no sentirse solos, favorecen un vínculo más o menos consciente de dependencia afectiva con los pequeños, y otros establecen un trato autoritario de mando buscando el respeto y el poder frente a los hijos. En esas situaciones el amor se transforma en un instrumento, un sentimiento de estar en deuda o de necesitar demostrar siempre lo que uno vale, cuando en realidad, no ama más el que ata, sino el que da sin esperar nada a cambio, y valora la individualidad de cada uno, a pesar de los propios intereses. ¿Cómo se puede establecer una buena relación, que ayude al desarrollo de los hijos y también de los padres?
1. Estar disponible para conversar y para hacer actividades juntos. Compartir tiempo de calidad y hablar sin interrupciones, es fundamental para comprenderse y fortalecer una buena conexión, aunque no siempre se esté de acuerdo, y con frecuencia haya mil tareas que hacer. Se pueden comenzar conversaciones compartiendo una opinión, en lugar de empezar con preguntas, para demostrar apertura e interés, sin que sea un interrogatorio, y escuchar, centrándose en los sentimientos de los hijos, sin ser intrusivo.
2. Equilibrar amor y autonomía, aumentando la seguridad en si mismo de los hijos. Animarles a hacer cosas, teniendo en cuenta la edad, y aprenderán que acertar y errar es parte de un proceso. Cuando logren algo se sentirán satisfechos, y cuando se les tenga que ayudar, hacerles protagonistas para que vean que se confía en sus posibilidades. Pero no hay que ayudar ni corregir siempre… porque muchas veces es una forma de imponer la manera de hacer las cosas que el adulto considera correcta, o un ritmo más rápido, y limita la creatividad del niño, y la oportunidad de enfrentarse a problemas y solucionarlos.
3. Tener mucho cuidado con las etiquetas y las expresiones como “lo he hecho todo por ti”,…que pueden abonar el chantaje emocional, o algunas como “pobrecito”, que incluso se aceptan como algo cariñoso, pero transmiten al niño que se siente lástima por él, y le hacen construir una imagen distorsionada de si mismo. Los niños han de aprender a reconocer su propio valor y a continuar intentando las cosas aunque no les salga a la primera, y les será más fácil si los padres reconocen que caer y levantarse, son experiencias habituales y naturales, y recompensan su motivación y entusiasmo, sin centrarse sólo en los resultados.
4. Facilitar el desarrollo de las capacidades e intereses de los niños, atendiendo a sus puntos de vista, necesidades, preferencias e intereses, porque cada persona es única e independiente, y los padres dan la vida, pero al darla ya no les pertenece, por lo que según la edad y la situación del niño, no deben dirigirla. Han de hacerles saber a sus hijos que siempre estarán a su lado si les necesitan, pero aceptar que sus motivaciones, decisiones y expectativas, pueden no encajar siempre.
5. Establecer límites y normas coherentes teniendo en cuenta la edad, la seguridad de los hijos y la buena dinámica familiar. A los hijos les puede constar aceptar las normas, pero es parte de la educación y no debe verse como un castigo. Para que funcionen es fundamental que padre y madre las consensúen y se establezcan de forma conjunta, para que el niño no reciba mensajes ambiguos. Han de ser normas claras y concretas, y explicarlas a los hijos les puede ayudar a entender que se piden por una razón y a interiorizarlas.
Los niños pueden ser también grandes maestros, nos recuerdan la importancia de la curiosidad, de disfrutar de los detalles, y nos entrenan para ser más flexibles y pacientes, a llevar otro ritmo. A cambio necesitan que los padres confíen en ellos, y que les ayuden, con amor, pero dejándoles la libertad suficiente para conocerse, para decidir sobre sus estudios, su pareja, su futuro…, en definitiva, sobre su propio camino en la vida.
Fuente:
http://www.piensaesgratis.com/bloggers/5-claves-para-mejorar-las-relaciones-entre-padres-e-hijos