Una gran cantidad de productos y marcas, aparentemente diferentes, pueblan las estanterías de los supermercados. A la hora de llenar la cesta de la compra, el consumidor tiene que elegir entra una amplia variedad de alternativas que, a primera vista, ofrecen la sensación de una competencia perfecta claramente ventajosa en tanto en cuanto ayuda a controlar los precios y mantener la calidad. Sin embargo, se trata de una suerte de ilusión, pues según se desprende de un controvertido gráfico publicado por el diario económico Business Insider son sólo una decena de conglomerados los que están detrás de los cientos de marcas de alimentación que se nos ofrecen.
Los principales agentes de este ecosistema en el que navegamos cada vez que empujamos el carrito de la compra no tienen por costumbre destruir a la competencia, como suele ocurrir en otras industrias, sino en absorberla determinadas empresas o adquirir un alto porcentaje de participacionesmanteniéndolas intactas en cuanto a imagen, por lo que parece que siguen siendo independientes. Así, gigantes como Nestlé cuentan en su haber con más de 60 marcas, no sólo relacionadas con la alimentación (Nestea, Nesquik, Kit Kat…), sino también con la cosmética (L’Oréal) o el textil (Diesel, Giorgio Armani, Ralph Lauren…).(Business Insider).
Procter and Gamble (P&G) es otra de las grandes multinacionales de bienes de consumo con unos alargados tentáculos que llegan a la práctica mayoría de los productos de limpieza e higiene personal que se ofertan, aunque también cuenta con acciones en marcas de alimentación (Pringles) y textil (Lacoste o Boss). El resto de compañías que concentran casi el 100% de la oferta, como se concluye del revelador gráfico, son Unilever, Kraft, Kellogg’s, Mars, PepsiCo, Coca-Cola, Johnson & Johnson y General Mills.
¿Variedad o ilusión?
Cada 24 horas, estos diez conglomerados facturan cerca de mil millones de dólares (unos 700 millones de euros). Unos ingresos concentrados en pocas manos que no permiten maximizar los beneficios para el consumidor de la libre competencia y, cuando así sucede, suele ir en detrimento de los agricultores o ganaderos. Las recurrentes denuncias de los productores lácteos españoles, que han visto descender el precio en origen de la leche hasta el punto de no ser rentables sus explotaciones, es una buena prueba de ello.
La libre concurrencia, en ocasiones, puede llevar al monopolio, como ya advirtió un barbudo filósofo político del siglo XIX que hoy vuelve a estar de moda. Una concentración que en realidad no se visibiliza en el último eslabón de la cadena, donde se muestra un variado escaparate con cientos de alternativas. Y es que una buena parte del marketing que realizan consiste enpromover la libertad de elección, aunque esta parezca una ilusión.
Nestlé y Unilever son quienes proporcionan una mayor información en relación a los países de los que se abastecen
La ONG Intermon Oxfam ha elaborado un informe, titulado Tras la
marca ( podéis descargarlo pinchando en la palabra marca), con el objetivo de evaluar y comparar las políticas desarrolladas por los diez grandes conglomerados que dominan el sector. El estudio se centra en siete ámbitos que, a pesar de ser clave para la producción agrícola, apunta en su introducción, “el sector alimentario y de bebidas los ha ignorado históricamente". Estos son: las mujeres, los pequeños agricultores, los trabajadores agrícolas, el agua, la tierra, el cambio climático y la transparencia”.
Según este sistema de calificación, el desempeño actual de Nestlé y Unilever es mejor que el de las demás empresas, debido a que han desarrollado y publicado una mayor cantidad de políticas dirigidas a abordar los riesgos sociales y medioambientales de sus cadenas de suministro. En el extremo opuesto de la clasificación se encuentran ABF (Associated British Foods) y Kellogg’s, que apenas tienen políticas concebidas para abordar lasrepercusiones que sus actividades tienen sobre los productores y las comunidades.
Las principales conclusiones del informe elaborado por la ONG pueden resumirse en los siguientes puntos:
-Ninguna de las empresas cuenta con políticas adecuadas para proteger a las comunidades locales contra el acaparamiento de tierras o de agua a pesar de que todas ellas utilizan materias primas (como el aceite de palma, la soja o el azúcar) para cuya obtención a menudo se violan los derechos sobre la tierra de las personas. Ni una sola de estas empresas ha manifestado una “tolerancia cero” contra el acaparamiento de tierras en sus cadenas de suministro.
-Ninguna de las 10 empresas es lo suficientemente transparente en relación a sus cadenas de producción agrícola, lo cual dificulta la comprobación de la veracidad de sus declaraciones en cuanto a su “sostenibilidad” y “responsabilidad social”. Nestlé y Unilever son quienes proporcionan una mayor información sobre los países de los que se abastecen, pero ninguna empresa proporciona suficientes datos sobre sus proveedores.
Cada 24 horas, estos diez conglomerados facturan cerca de mil millones de dólares (unos 700 millones de euros)-En términos generales, todas las empresas están mejorando su eficiencia en el uso del agua, pero casi todas han fracasado a la hora de poner en práctica políticas para limitar su impacto sobre los recursos hídricos locales. Tan sólo PepsiCo ha reconocido públicamente que el agua es un derecho humano y se ha comprometido a llevar a cabo procesos de consulta con las comunidades locales. Nestlé ha desarrollado unas directrices a seguir para sus proveedores en relación a la gestión del agua y obtuvo una de las mejores puntuaciones en cuanto a políticas relativas al agua.
-Todas las empresas han emprendido acciones para reducir sus emisiones directas pero sólo cinco -Mondelez, Danone, Unilever, Coca-Cola y Mars- han hecho públicas las emisiones generadas en la producción agraria de las materias primas que utilizan. Únicamente Unilever se ha comprometido a reducir a la mitad sus emisiones de carbono para el 2020. Ninguna de las empresas ha desarrollado aún políticas para ayudar a los agricultores de sus cadenas de suministros a fomentar su resiliencia ante la amenaza del cambio climático.
-Tampoco ninguna se ha comprometido públicamente a pagar un precio justo a los agricultores ni a poner en práctica acuerdos comerciales más equitativos en sus operaciones agrícolas. Sólo Unilever -que obtuvo la mayor puntuación en relación a sus operaciones comerciales con los agricultores a pequeña escala- cuenta con directrices específicas para hacer frente a algunas de las cuestiones clave a las que se enfrentan las familias campesinas.
ElConfidencial