“Todos poseemos un Alma superior. De momento, no sois quizás conscientes de su existencia en vosotros, pero si pensáis en ella, si intentáis entrar en contacto con ella, la sentiréis paulatinamente acercarse a vosotros para ayudaros, para sosteneros. Si no, es verdad, su verdadera morada está tan lejos, tan arriba, que no se preocupa de vosotros. Tenéis dificultades, sufrís, pero ella no se inquieta, vive en paz.
Diréis: «Pero ¿cómo es posible? Es mi alma y ¿no hace nada por mi?» ¿Por qué queréis que haga algo por vosotros si ni siquiera intentáis conocerla? Comprended, en primer lugar, que esta Alma superior es de otra naturaleza que ese principio psíquico denominado generalmente el alma, y que en realidad sólo es el cuerpo astral, el cuerpo de los sentimientos, de las emociones, de los deseos, de las pasiones; esta alma que puede calificarse de inferior, comparte nuestra vida cotidiana, se agita, sufre, grita. Pero nuestra Alma divina es pura luz, no conoce ni los trastornos ni los sufrimientos, se encuentra muy lejos, muy arriba, y es esta Alma la que debemos intentar alcanzar.”
Omraam Mikhaël Aïvanhov