Nadie está totalmente sólo en el mundo. Siempre una presencia más allá de todo razonamiento toca a nuestra puerta en algún momento.
El ángel de la guarda, es un amigo y un puente entre tu alma y Dios. Es el puente entre el mundo que desconoces y tu espíritu.
Todos podemos entablar una comunicación más fluida con nuestro ángel. Sólo es cuestión de proponernoslo y…, actuar.
Una cuestión de fe
Leemos en la Biblia: “La fe es el certeza de lo que se espera y la convicción en lo que no se ve. Porque por ella alcazáron ser testigos, los antiguos. Por fe entendemos que fue constituido el universo, por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve, fue hecho de lo que no se veía”. (Hebrero 11:1). Por lo tanto, reveer nuestra fe, es analizar este breve concepto para comenzar con una hermosa tarea que poco a poco se nos irá revelando como fascinante y adorable con el transcurrir de los días.
Tu ángel celestial está muy cerca de ti, siempre ha estado allí, en un punto de luz, reindo en tus días felices y triste cuando una pena rozaba tu alma. Aunque no lo hayas podido “ver”, lo has podido presentir. El ángel, un misterioso amigo que envuelve tu espíritu cuando más lo necesitas, su voz es una melodía de cielos lejanos, un canto de amistad y amor del más puro que conecta tu conciencia a la gran fuente que es Dios.
¿Cuántas veces te has encontrado hablando con alguien en la soledad de tu hogar, o en el camino a tu trabajo o tu estudio?. Muchas, tal vez. Lo que no sabías era que había un diálogo con una entidad etérea y atenta. ¡Cuántas veces, un soplo de inspiración nos iluminó el rostro!. Buscando una solución para algún problema, pensando, hablando con ¿nosotros mismos?, y de pronto, ¡se nos encendió la lamparita!. Sabes, esa luz interior, esa solución tan buscada era la voz inmaterial de un ángel que conoce tus inquietudes y atento a tus pasos se encarga de transmitirte una porción de luz, un rayo de estrellas para que veas y logres un objetivo. Si el universo visible fue hecho a partir de lo que se veía, fue por la fe que tomó forma y se manisfestó a cada ser de acuerdo a su capacidad de entendimiento y percepción. Todos los seres creados “ven” y en este caso el término “ver” no se remite solamente a la percepción lógica a través de los ojos, sino que aquí está puesto para significar la percepción independiente de los sentidos físicos relacionados con la visión. Para “ver” se precisa de la sensibilidad del alma, del sentido trascendente del ser enraizado en el corazón. La visión espiritual no necesariamente es captada por los ojos físicos.
Decimos que vemos determinadas cosas del mundo espiritual pero esto es sólo una convención lógica que surge de nuestra eterna costumbre de percibir el mundo a través de la vista, pero en realidad no se ve con los ojos físicos al ángel, aún cuando sean los ojos los que transmitan esa información en la mayoría de las veces, sino con la capacidad del espíritu que conoce directamente la energía sin la intervención del poder del pensamiento. Cuando el pensamiento irrumpe y la razón elabora teorías acerca de lo percibido se diluye la experiencia en términos reducidos a simple alucinación. Es como si la razón debiera reducir a su mínima expresión las experiencias espirituales para no ceder dominio en la percepción del mundo y no quedar despojada de su lugar dentro del esquema de la conciencia. Quizás una mala costumbre, tal vez, un adiestramiento repetido por millones de años hacen que la razón se comporte de este modo.
Para percibir y tener un contacto más directo con nuestro ángel de la guarda, no es necesario pasar por locos ante los demás, ni tampoco hacer intrincados rituales, ni tomar las cosas tan a la ligera que lo que logremos quede reducido a nada. Podemos si queremos, si se ajusta a nuestra personalidad, llevar a cabo un pequeño ritual, pues de esta manera preparamos el campo psíquico y grabamos en el inconsciente una huella que recorreremos siempre. Pero, recuerda siempre tu fe. Ella es la llave maestra para muchos misterios que hoy se te presentan insolubles, la cual cuando se une al poder del pensamiento podrá obrar verdaderos milagros. Cuando escuches el nombre de tu ángel, tu espíritu se iluminará y tus días cambiarán, esto no quiere decir milagro…, es un milagro. Un milagro de fe.
La celebración de los Santos Ángeles Custodios es el 2 de Octubre. La Iglesia los honra con un homenaje por tan digna tarea que llevan a cabo. Ellos son los encargados de velar y cuidar en todo momento de la persona a quien han sido designados como sus protectores.
El ángel de la Guarda es un ser inteligente, dotado de gran pureza y oficia de puente entre Dios y su custodiado. ¡¡¡Honrarlo en su día!!!. Dedícale una oración de agradecimiento por cuidarte.
http://santojudastadeo.wordpress.com/2008/02/09/los-angeles-y-los-argangeles/