Cualquiera que cree que puede juzgar sin conocimiento, sin ni siquiera preocuparse de examinar y poner en práctica aquello que se propone criticar, es una persona ignorante. Si te fijas a tu alrededor, hay personas que son así. Les encanta juzgar sin conocimiento, sumergidas en lo más profundo del mar de su ignorancia.
Es fácil reconocerlas, pues son aquellas que nunca consiguen grandes metas, personas conformistas pero a la vez quejumbrosas.
Queriendo dar la apariencia de que son felices tal y como están, pero reflejando en sus rostros la amargura de no ser lo que les gustaría ser.
Son personas que le echan la culpa al bosque, en vez de esforzarse un poco y coger un mapa para situarse y marcarse una ruta hacia su objetivo.
Hemos dicho que si malo es el 1 peor es el 2. ¿Qué sucede con el segundo perfil? Una persona que se deja llevar por las opiniones de personas fracasadas e incapaces de alcanzar metas, está condenada a unirse al “club de los amargados”.
Al igual que una persona divertida y simpática te arrastra a la sonrisa, al bienestar, al optimismo y a la alegría, una persona aburrida y triste te puede arrastrar a su mundo de tristeza, aburrimiento, despropósito y amargura.
La persona que sigue los consejos de alguien que solo se esfuerza un cincuenta por ciento en todo lo que hace, acabará por no poner ni un diez por ciento en sus actos.
Por lo general, si seguimos los consejos de alguien es porque lo consideramos superior que nosotros en ese aspecto.
Por lo tanto, si alguien que consideramos superior a nosotros no consigue su objetivo y nos aconseja que ni lo intentemos, no lo intentaremos.
Desecharemos la meta que teníamos, en base al poco esfuerzo realizado por nuestro guía.
Pero, claro, el poco esfuerzo que realizó nuestro guía, pasará desapercibido, pues creeremos en sus palabras de desánimo, y ni siquiera nos dejará ganas de averiguar por qué falló él.
Cada persona es distinta a todas las demás.
Esfuérzate al máximo por alcanzar tus objetivos.
Mientras corres la carrera hasta tu meta te encontrarás a personas que te dirán que no lo vas a conseguir, que ellos ya lo han intentado y no han podido, mientras se guardan para sí el hecho de que han corrido a desgana y que ni siquiera pensaron que lo podrían lograr.
Pero es entonces cuando más debes correr y concentrarte en aquellas personas que dieron el cien por cien y lo consiguieron.
El cerebro humano es muy inteligente: Sólo se esforzará al cien por cien si cree que no corre en vano.
Pero como tenga dudas… no consentirá gastar energías en algo en lo que no cree.
Es contranatural pedirle que se esfuerce en esas condiciones.
Tu meta ahora debe ser: ¡Todo o nada! La mente puede aceptar hacer un esfuerzo sobrehumano si luego viene la recompensa.
También es capaz de no sentir malestar por aquello que no empezó porque resultaba evidente que no obtendría los resultados deseados.
Pero no le pidas que haga la mitad de la carrera, para luego pedirle que se rinda y entierre sus ganas de lograrlo.
Te lo permitirá unas cuantas veces pero, con el tiempo, terminará por no creerte cuando le digas:
”¡Corre!, ¡Ahora sí podemos!”
Simplemente no te creerá y te dejará a mitad de carrera.
Al fin y al cabo, es lo que le has enseñado a hacer. Será entonces cuando te falte la confianza en ti mismo/a, la autodisciplina y el autocontrol. Tres problemas que pueden complicar mucho la vida.
Recuerda: ¡Todo o nada! Esto no quiere decir que no fracases en algo, puede que fracases, pero sabrás que no ha sido por tu culpa, pues te habrás esforzado al cien por cien.
Cuidado con los equivocados consejeros y guías. Puedes arruinar tu vida si los sigues con los ojos cerrados.
Abre bien los ojos y mira más allá del consejo que te den.
Agradécelo, pues seguramente lo dan creyendo que es lo mejor para ti, pues te quieren proteger del fracaso que ellos han vivido,
pero contrasta opiniones.
Donde ha fracasado una persona, tú puedes triunfar.
Volviendo a la ilustración, hay otros dos tipos de personas:
1- La que ha comprobado que la autoayuda funciona y, como resultado, ha conseguido una vida mejor y comienza a comentar con otras personas la eficacia de esta técnica.
2- La que recoge con entusiasmo la experiencia de la persona que ha mejorado su vida gracias a la autoayuda, y comienza a leer mucho sobre el tema. Es casi un profesor o profesora de autoestima, pero su vida no mejora. Se desanima y le invade una sensación de haber perdido el tiempo en algo que creía, pero resultó ser falso.
¿Falso? Entonces ¿cómo se explica que el primer tipo de personas lo haya conseguido?
Un puzle o rompecabezas que le faltan piezas nadie lo podrá terminar. Pero si una persona termina un puzle y lo enseña a los demás y todos admiran su belleza, es evidente que contiene todas las piezas. Pero si otras personas intentan montarlo desde cero el mismo rompecabezas con las mismas piezas y no lo consiguen terminar, ¿dónde está el fallo?, ¿en el rompecabezas o en las personas que no logran terminarlo? ¿Pudiera ser que la persona que lo consiguió hubiera dado más en concentración, perseverancia y esfuerzo?
Muchas personas compran un puzle de 3000 piezas, maravilladas con la imagen tan bonita de la caja. De hecho es lo que comparan para decidirse por una o por otra.
Cuando llegan a casa y abren la hermosa caja, ven todas las piezas desordenadas y comienza una ardua tarea, ir formando poco a poco el puzle, convirtiendo el caos y desorden en un cuadro armonioso y bello.
La primera semana todo va bien; le hacen un sitio en una mesa de la casa, toda la familia colabora y se pasan buenos momentos.
Al principio es fácil encontrar las piezas que encajan, pues escogen las zonas que más fácil son de identificar.
Pero llega el día en que hay que esforzarse y concentrarse más, pues ahora las zonas que quedan no son tan fáciles.
Si antes tardaban un minuto en colocar una pieza, ahora tardan hasta una hora en buscarla y colocarla.
Con un ritmo así comienzan a desanimarse y cada vez pasan menos tiempo formando el puzle.
Al final acaban quitando el puzle de la mesa y guardándolo en un lugar menos visible para continuarlo más adelante.
Muchas personas nunca lo acaban.
Es curioso que, al cabo del tiempo, cuando pasan por delante del puzle inacabado sienten una sensación de fracaso, pues en su interior quieren acabarlo y disfrutar de su belleza, pero no están dispuestas a invertir el tiempo y el esfuerzo que se requiere para ello.
Al cabo de unos años viene un familiar que pregunta si puede llevarse el puzle para acabarlo y ponerlo en su casa.
Y una vez que se lo lleva, comienza a dedicarle el tiempo y el esfuerzo que la otra persona no le ha dado.
Cuando pasa un mes lo ha terminado, barnizado y colgado en un lugar visible de la casa.
Ahora invita al familiar que se lo regaló para que lo vea.
Es entonces cuando el familiar que lo regaló piensa: “¿Por qué no lo habré acabado yo?, es tan… ¡tan bonito! Este puzle llevaba en mi casa años guardado y en tan solo un mes lo hubiera podido acabar yo. Ahora estaría en una pared de mi casa.”
El familiar que termina el puzle es la persona a la cual corresponde el perfil número 1, explicado más arriba. La persona que compra el puzle y lo comienza pero no lo acaba corresponde al perfil número 2.
Hay personas que, motivadas por experiencias de éxito, se aventuran a mejorar sus vidas.
Comienzan con muchas ganas; informándose, leyendo libros, poniendo en práctica lo que enseñan, etc.
Al principio es fácil, pero cuando se dan cuenta de que requiere más esfuerzo y tiempo del que creían, se rinden.
La excusa que suelen poner es que la autoayuda no funciona, y por eso ya no se esfuerzan por seguir sus consejos.
En parte es verdad, la autoayuda no les ha funcionado, pero es debido a que solo funciona con las personas que están dispuestas a dar el cien por cien de su esfuerzo para mejorar.
El problema de estas personas es que han sido crédulas con las experiencias de éxito, pensando que a ellas también les pasaría igual.
Estaban tan convencidas, que ni siquiera se pararon a meditar en lo que implicaba el camino hacia la meta.
Un famoso pintor viajaba en un tren, cuando la mujer que viajaba a su lado lo reconoció.
Le pidió que por favor le hiciera un retrato rápido y que se lo pagaría.
El pintor accedió y, cuando acabó se lo mostró a la mujer.
Ella quedó maravillada por la obra del pintor y entusiasmada le preguntó cuanto le debía por el cuadro.
El pintor le dijo: “Ocho mil dólares, señora” .
La mujer no lo podía creer.
Indignada le recriminó que le parecía muy excesivo y que no estaba dispuesta a pagar ocho mil dólares por un dibujo realizado en tan solo cinco minutos.
El pintor le dijo:
"Señora, yo no le cobro por los cinco minutos que he tardado en hacer este retrato, sino por los treinta y ocho años que he tardado en lograr pintar así”.
Es evidente que la mujer sólo se fijó en el resultado, pero no en el esfuerzo que se requiere para conseguirlo.
¿Funciona la autoayuda? Sí. Pero solo para aquellas personas que estén decididas a hacer el sacrificio necesario para alcanzar su meta. Podríamos decir que la autoayuda es un colador que sólo deja pasar a aquellas que tienen el coraje de luchar por un futuro mejor.
Si has intentado en ocasiones poner en práctica la autoayuda y no lo has logrado, no te rindas. Como con el puzle, puede que tardes tiempo en conseguir mejorar solo un aspecto de tu vida, pero pieza a pieza lograrás que tu interior y exterior brille como ese precioso puzle acabado el cual, al pasar, todos admiran.
No te dejes influenciar por aquellas personas que te desaniman. Comprueba por ti mismo/a si está a tu alcance la meta que deseas. Verás que no es tan imposible como crees o te quieren hacer creer.
Tampoco caigas en la credulidad. No toda la autoayuda es realmente eficaz. Piensa en los consejos, medita en ellos y en lo que puede suponer llevarlos a cabo. Solo así llegarás a la meta y podrás decir a los demás: “Yo lo conseguí”.
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