Hoy pese a que todos soñamos, sólo unos pocos pueden recordar vívidamente sus sueños. Una de las razones de esto es la escasa importancia que los sueños tienen en la agitada agenda de todos los días.
Todos los seres humanos soñamos. Y si no lo hiciéramos hay quienes dicen que nos podríamos volver locos. Al cerrar los ojos y sumergirnos en el mundo onírico, abrimos la puerta no sólo al mundo del subconsciente, sino también a mundos espirituales que están detrás del velo de nuestro mundo consciente.
Preguntas acerca del sentido profundo de la vida y temas mucho más domésticos, relacionados con el trabajo, la familia y la vida cotidiana, pueden tener respuesta en los sueños que cada noche nos conectan con nuestros maestros, sean quienes sean, de acuerdo a la creencia de cada uno.
Lo cierto es que los sueños están presentes en la mitología de los antiguos pueblos. Caldeos, egipcios, griegos y romanos mencionan los sueños y les asignan un valor de contacto con los dioses. Diversos libros, como la Odisea o la Ilíada, así como libros sagrados como la Biblia dedican páginas a ellos.
En las culturas mesoamericanas, los sueños eran parte de las conversaciones familiares y niños y adultos los compartían como una parte importante de su experiencia en la vida.
Viaje al inconsciente
Hoy pese a que todos soñamos, sólo unos pocos pueden recordar vívidamente sus sueños. Una de las razones de esto es la escasa importancia que los sueños tienen en la agitada agenda de todos los días.
También hay quienes aunque recuerdan sus sueños, no les dan importancia. Al no contar con el “manual de ruta” para interpretarlos adecuadamente, desaprovechan una magnífica oportunidad de conocerse más profundamente y de encontrar nuevas vías para resolver los temas de cada día.
Existen diversos modelos para analizar los sueños. Los más conocidos tienen su base en el desarollo de Sigmund Freud, que los consideraba como una expresión liberadora del inconsciente, “la vía regia al inconsciente” los llamaba, considerándolos una herramienta clave en la técnica psicoanalítica. El aporte de su discípulo Carl Gustav Jung, es sin duda uno de los más relevantes. El psiquiatra y psicólogo alemán, dio varios pasos más allá y le asignó a los sueños un valor simbólico. Es así como surgen modelos de arquetipos, imágenes de la memoria colectiva que pueden manifestarse a través de los sueños y anticipar temas que no son percibidos en forma consciente.
Hay abundante literatura sobre sueños y miles de diccionarios de símbolos que permitirían contar con el codiciado “manual de ruta”, el equivalente moderno al antiguo oniromante, capaz de interpretar y darle sentido a la experiencia onírica.
Recordar los sueños
Pero más allá de las recetas y las soluciones rápidas, hay dos elementos claves que hoy pueden ser útiles para recuperar esta línea directa con los maestros. La chilena Edna Wend-Erdel destaca la importancia del trabajo consciente por recordar nuestros sueños. Para esto hay varios consejos que facilitan este propósito:
-Manifieste claramente que quiere recordar sus sueños. Recuerde que el lenguaje crea realidades.
-Tenga un cuaderno o libreta disponible al lado de su cama, para que al despertar, pueda anotar todo lo que recuerde de su sueño. Los detalles se van perdiendo durante el día. Si no puede anotar inmediatamente, por lo menos apunte lo más importante.
-Exceso de alcohol o pastillas para dormir alteran la capacidad de recordar nuestros sueños. Tenga ese elemento en cuenta a la hora de interpretarlos.
-Compartir los sueños estimula no sólo el recuerdo, sino que permite establecer asociaciones que aparecen mientras elaboramos el relato.
Otro elemento muy importante para trabajar con los sueños es la habilidad de hacer preguntas acerca de ellos. Las preguntas son importantes detonantes para la creatividad. Los sueños abren puertas hacia la creación de nuevas realidades. Si hacemos las preguntas correctas acerca del sueño, damos la oportunidad para que aparezcan respuestas creativas y novedosas que podrían ayudarnos a resolver más de un problema: ¿Qué significa esta persona para ti?, ¿Qué emoción te produce?, ¿Por qué estás preocupado en esta situación?, ¿A qué se parece ese lugar?. Súbitamente se produce ese input que conecta el mensaje con su significado y nos recuerda que la loca búsqueda de respuestas generalmente no está afuera, sino adentro de nosotros mismos.
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