En estos tiempos de liberación, se habla tanto de la sexualidad y sus diferentes expresiones que a veces sentimos algún tipo de confusión en poder definirlas... Estas son las tres más comunes
Es frecuente considerar que la actividad sexual es algo natural; sin embargo, un considerable porcentaje de personas, cuando llega el momento adecuado, tienen problemas o no son capaces de desarrollar su actividad sexual tal como desearían. El conjunto de este tipo de trastornos en los que los problemas físicos o psicológicos dificultan a la persona disfrutar satisfactoriamente de las actividades sexuales, los especialistas en sexología las llaman “Disfunciones Sexuales”, sin embargo, en esta ocasión, más que hablar de ellas, sólo definiremos las características de los tres tipos más comunes en que se clasifica la sexualidad humana.
Heterosexualidad:La mayoría de las personas en su educación tienen una orientación heterosexual, es decir, se da por hecho que a las chicas van a sentir atracción por los chicos y viceversa. Esta orientación educativa está íntimamente ligada a la creencia de que los niños y las niñas seguirán una vía natural de comportamiento típico (masculino o femenino), como si estos patrones estuvieran biológicamente determinados por el sexo.
Por otra parte, la familia es la unidad social por excelencia, y para que se cree una familia y puedan tener descendencia de una forma natural, la pareja deberá estar constituida por un hombre y una mujer. Esto ha llevado a determinar la unión heterosexual, de hombre y mujer, como una unión “normal” sexualmente hablando, pero las personas que sienten otras inclinaciones no pueden ser consideradas “raras” o “anormales”.
Homosexualidad: La homosexualidad puede definirse como la atracción sexual o interacción entre personas del mismo sexo, y no describe una población uniforme, ya que los hombres y mujeres con esta orientación constituyen un grupo tan diferente como los heterosexuales, desde los puntos de vista de educación, ocupación, estilo de vida, características de personalidad y apariencia física.
La palabra homosexual se puede usar para describir la orientación de los hombres y mujeres que prefieren parejas del mismo sexo. No debe, sin embargo, utilizarse para describir a dichas personas. Hay personas heterosexuales y personas homosexuales, de la misma manera que hay ricos y pobres, gordos y delgados, altos y bajos, negros y blancos, etc. El elemento común es que son “personas”; las características secundarias que pueden tener, son simplemente esto: secundarias.
El identificar a la gente que es homosexual por su elección de pareja implica reducir las complejas dimensiones de su humanidad a un mero interés sexual.
Lo primero que hay que aclarar es que no hay actos que sean propiamente homosexuales. Los homosexuales hacen el amor de una forma parecida a como lo hacen los heterosexuales. El único acto que no es posible para los hombres y las mujeres homosexuales es, naturalmente, el coito, es decir la introducción del pene en la vagina. En lo demás, las diferencias son sólo de matices.
La mayoría de las personas, sea cual fuere su orientación, incluyen las caricias, los besos y los abrazos en su repertorio sexual, por supuesto, incluyendo otras actividades de tipo sexual. Las mujeres homosexuales probablemente hacen más énfasis en frotar el cuerpo unas con otras para obtener orgasmo (es lo que se llama tribadismo) que las parejas heterosexuales; y los hombres homosexuales probablemente ponen más énfasis en el coito; pero ninguna de estas prácticas es exclusiva u obligatoria de los hombres o las mujeres homosexuales.
Bisexualidad: La bisexualidad es la orientación mediante la cual la persona consigue satisfacción sexual y emocional con miembros de ambos sexos y de igual manera, tanto los hombres como las mujeres pueden ser bisexuales.
Los bisexuales no son personas cuya orientación primordial sea la homosexualidad, pero que tienen alguna actividad heterosexual; pero tampoco son personas con orientación heterosexual, pero que tienen alguna actividad homosexual.
Se desconoce el origen de la bisexualidad en ciertas personas, al igual que cualquier orientación sexual, aunque muchas veces se atribuye a la relación con el padre o con la madre. Otros investigadores creen que la respuesta está en el efecto de ciertas personas en el cerebro del niño cuando aún está en el vientre materno. Otros creen que no hay necesidad de buscar las raíces de la bisexualidad, puesto que niegan su existencia: creen que los bisexuales son homosexuales que niegan su orientación. Otros investigadores creen que todos nacemos con una capacidad para relacionarnos con ambos sexos, pero que dicha capacidad pasa a socializarse en heterosexualidad o en homosexualidad, quedando sólo una minoría en la bisexualidad.
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