La libertad, como el baño, es algo que debe practicarse todos los días.
Nada permanece fijo. El cambio es la ley de la vida.
Quizás algunas veces sintamos que nuestras victorias personales deben ser ganadas una y otra vez. Paro si lo vemos desde otro punto de vista, no es así en absoluto; nuestras sólidas victorias personales son aquellas que nada ni nadie puede arrebatarnos.
Dichas victorias son las herramientas de nuestro crecimiento continuo. Los trabajos, las relaciones y las casas pueden cambiar, pero la serenidad y la libertad de espíritu están entre las cosas que a voluntad podemos lograr, conservar o dejar.
La libertad implica decidir lo que hacemos con nuestro cuerpo, con nuestro dinero y con nuestra vid. Si renunciamos a esta decisión, alguien la tomará por nosotros. Si no usamos o reclamamos nuestra libertad, renunciaremos a ella. Nuestras vidas exigen nuestra participación activa y creativa en cada momento.