Se crece cuando uno se siente joven aunque tenga 100 años.
Se crece cuando uno acepta la realidad y posee el suficiente aplomo y equilibrio para vivirla.
Se crece cuando uno mantiene un ideal, fortalece su voluntad y se apoya en su fe.
Se crece cuando uno asume su destino pero se empeña en trabajar para modificarlo si es necesario.
Se crece cuando 1 admite su pasado, construye el presente y proyecta el futuro.
Se crece cuando uno se valora a sí mismo en lo que es, sin dejar por eso de valorar a los demás.
Se crece cuando uno recorre la vida con la verdad, sin oscuros secretos y sin hipocresías, ni falsedades.
Se crece cuando uno permite que su conciencia apruebe o no los dictados de su corazón y su mente.
Se crece cuando uno se siente feliz escuchando, ayudando o dando a los demás, sin esperar recompensa alguna, pero alegrándose al recibir algo por más pequeño que sea.
Se crece cuando uno actúa cínica y cobardemente, ni usa máscaras según las personas y es coherente en todas las circunstancias,
Se crece cuando uno experimenta que al abrir un surco de respeto y al echar en él semillas de bondad, se cosechan frutos de amor.
Se crece cuando uno aprende a pronunciar con sinceridad palabras como “gracias” “me equivoqué” “te necesito” “perdón” y “te amo”
Se crece cuando uno puede enfrentar otoños e inviernos, aún perdiendo hojas o temblando de frío.
Se crece cuando uno, ante una mirada hostil o un gesto agresivo, puede esbozar una sonrisa como respuesta.
Se crece cuando uno se libera de la pesada carga de rencores, dementitas, de infidelidades, de soberbia y de egoísmo.
Se crece cuando uno se anima a volar alto como un águila, a sostenerse como un árbol o a iluminarse como una estrella.
Se crece cuando uno es capaz de transformar deseos e ilusiones, sin permitir que se apague la llama de la esperanza.
Se crece cuando uno comprueba que el verdadero amor significa tolerar, sufrir, llorar y …..aún renunciar.
Se crece cuando uno se da cuenta de que solo se puede dejar de crecer en el último instante de su vida.
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