La estabilidad de la pareja en todas la áreas que competen a la misma, ya no es tan habitual como antes. Las razones? Muchos tratamos de justificar esta clase de cambios en el comportamiento de ambas partes, con el estrés, la rutina, las presiones en el trabajo, cansancios que se ven reflejados en la vida diaria. Pero como dijimos anteirormente, son solo maneras de justificar la ruptura.
El divorcio y la formación de una nueva pareja, forman parte de las "costumbres" de nuestra sociedad, ya que muchas de las personas que se separan suelen volver a formar nuevas parejas, en ocasiones con muy poco tiempo después de haberse llevado a cabo el divorcio.
Por lo general, cuanto más tiempo permanece una persona sin volver a formalizar luego de la separación, menos probable es que lo vuelva a hacer. Y muchos de los que no vuelven a hacerlo, lo lamentan, ya que les gustaría volver a formar pareja, pero no encuentran a la persona indicada, mientras que otros no se casan por decisión propia.
De cierta manera es sumamente entendible que quienes se han separado o divorciado hace poco tiempo puedan ser reacios a las nuevas relaciones, puesto han tenido malas experiencias en cuanto al matrimonio,viviendo dicha experiencia con sufrimiento, destrucción y amargura. De aquí que resulta imposible pensar en una segunda chance.
Ahora bien, hay quienes toman otra alternativa pese al sufrimiento: desean casarse o bien volver a convivir con otra persona, de la que se ha "enamorado". Aunque no es normal que surjan relaciones serias de la noche a la mañana, la palabra “enamorarse” indica todo un estudio a la extrañeza y fragilidad, en el que salen a flote los sentimientos más profundos.
Hay que señalar también que en las relaciones de triángulo, donde ya existe un amante, el que está en medio por la transición entre una relación y la otra, puede también experimentar presiones por parte de su amante, en ocasiones suficientes para ser consideradas como un tipo de chantaje.
El amante, ansioso e inseguro, temiendo que los sentimientos de lealtad y compromiso con la familia se crucen en el camino de su nueva felicidad, o puede intentar luchar amenazando a su nueva pareja con poner fin a la relación. Y entonces, aunque el que sufre tales presiones puede responder tomando una decisión, sus consecuencias serán muy diferentes a las de una decisión tomada por alguien que tenga la oportunidad de pensarlo y de aceptar las consecuencias a largo plazo. Las decisiones importantes no deben ser apremiantes ni siquiera para la persona que las toma, y eso se hace muy difícil para todos los involucrados.
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