EL CHUPACABRAS
En las últimas dos décadas se ha reportado más de lo usual un gran número de animales hallados muertos en el campo. Ganado destripado o desangrado era lo que encontraban los lugareños minutos después de que el gallo cantara con el alba. Curioso era que cada cadáver presentaba marcas de dos colmillos como prueba del ataque de otro animal, o de otro ser…
La leyenda surgió en las zonas rurales de Puerto Rico y pronto se extendió en México, el sudoeste de los Estados Unidos e incluso China desde mediados de los años ´90s.
Los ocasionales testigos juraban ver a una criatura de aproximadamente un metro de altura, piel escamosa verde o grisácea, pelaje grueso, ojos saltones y una boca llena de dientes atacando a los mamíferos. También hablaban de un comportamiento feroz y de un andar a saltos, capaz de recorrer grandes distancias en breves segundos.
Los episodios llegaron a la prensa y se creó una paranoia general. Los medios lo apodaron “El Chupacabras” y ya nadie quería atravesar el campo cuando caía el sol. Nunca se supo bien qué es, ya que ninguna persona lo vio con claridad en la oscuridad de las noches.
Pero allí está. Esperando una próxima víctima. Alguien que no crea en su existencia, alguien que no quiera reconocer los rastros que continúa dejando por doquier.
LA INOCENCIA PERDIDA
Era sábado, había sido una ajetreada semana laboral y como Pedro se había separado recientemente de su novia tenía muchas ganas de divertirse. La noche comenzó en lo de un amigo, donde se reunió todo el grupo: bebieron copas y se pusieron al tanto de la vida de cada uno. Era el momento para dialogar porque luego comenzaría la “cacería”, expresión que ellos utilizaban para definir su posterior búsqueda de chicas,
Ya eran las tres de la madrugada, habían ingresado una hora atrás al baile. Pedro aprovechó los minutos previos al inicio de un show de cumbia para buscar un trago en la barra. Mientras aguardaba ser atendido, no dejaba de intercambiar seductoras miradas con una blonda de grandes ojos verdes que estaba parada junto a él. No dudó más y entabló una animada charla. Todo le estaba resultando tan bien que se animó a pedirle que lo acompañara a su departamento. Ella aceptó la propuesta, pero convenciéndolo de que fueran a su casa en lugar de la de él..
Los amigos vieron que se retiraba del bar con alguien, pero sólo festejaron que había captura a su “presa” y se olvidaron de él.
El taxi los llevó hasta una zona alejada y bajaron en un hotel que lejos estaba de las cinco estrellas. Claramente no era la casa de alguien, y ante la consulta, ella respondió que como estaba de viaje esto era lo único que había podido conseguir.
Qué podía importarle a Pedro con lo que podía venir después. Lo que vino luego, en realidad, pasó a ser un recuerdo borroso en su memoria. La noche transcurrió en un cerrar y abrir de ojos.
Al momento de despertar sólo sintió un fuerte dolor de cabeza y un frío estremecedor en su cuerpo. Observó con dificultad que estaba en el baño, desnudo en la tina y cubierto con hielo, de ese que se compra por kilos en las estaciones de servicio. Se sentía mal, muy mal, y había sangre, mucha sangre a su alrededor.
Atinó a ponerse de pie y sintió un pinchazo en su espalda. Se paró frente al espejo, miró y no pudo creer la imagen que sus ojos le devolvían: tenía una enorme cicatriz. Alcanzó a marcar el número de sus padres con el teléfono inalámbrico que alguien había dejado a mano sobre la cama. Y tras pedir auxilio, se desvaneció.
Horas después, ya en el hospital, se despertó y escuchó la horrible noticia de que le habían sustraído un riñón. No lo podía creer, pero así se enteraba de la existencia del mercado negro de órganos y que había sido víctimas de traficantes. Incluso, hasta tuvo una macabra suerte, ya que un enfermero le contó que en otros casos a las víctimas les quitaban los ojos.
Aquella noche, ese muchacho joven perdió algo más que una parte de su cuerpo: abandonó para siempre la inocencia y descubrió que vivimos en un mundo, muy, muy peligroso.
FELIZ HALLOWEEN
La festividad de Halloween tiene numerosas tradiciones. Una de ellas, la que encanta a chicos y adultos, es el conocido “Trick or Treat”, en la que los pequeños recorren el vecindario buscando ser asustados por los vecinos, pero también recibiendo golosinas a cambio de no realizar la “treta”.
Esto ocurrió hace unos años en Texas, Estados Unidos, justamente en la noche de Halloween. En esa ocasión le había tocado a Thomas ser el encargado de acompañar al grupo de niños en su recorrida. Tarea difícil de llevar a cabo por la inquietud que presentaban los menores.
Como era un pueblo donde todos se conocían, había en general muy buena predisposición para estas celebraciones. De todos, salvo de un viejo cascarrabias que habitaba una casona en ruinas que parecía realmente ambientada para una película de terror.
Los chicos temían entrar, pero parte del atractivo de Halloween es que todos aprendan que no hay que temer. Así que Thomas los alentó a golpear la puerta del anciano de todas maneras. Para su sorpresa en esta ocasión atendió. Estaba disfrazado con una sábana blanca que simulaba ser un fantasma y de buena manera obsequió gran cantidad de chocolates y manzanas caramelizadas.
De tal manera sorprendió este gesto del otrora hosco vecino, que Thomas le agradeció la actitud y le estrechó la mano. Para su sorpresa, éste usaba guantes, pero supuso que era una extraña parte del disfraz y siguió camino.
No pasaron muchas cuadras hasta que Nicholas, su hijo, comenzó a toser y vomitar, y sus labios se volvieron de color azul. Llamó inmediatamente a la ambulancia y se trasladaron al hospital. Los médicos hicieron todo lo que pudieron, pero no pudieron evitar el desenlace. El parte: muerte por intoxicación con cianuro.
La desesperación lo entregó al llanto, pero su mente lúcida recordó las golosinas. Y Thomas encontró dentro de la mochila de Nicholas una bolsa con chocolatines con un polvo blanco y olor a almendras amargas –a eso tiene aroma el cianuro–. Era la misma bolsa de las manzanas caramelizadas; la misma que el anciano le entregó.
En ese instante llegó una madre con su hija cortada porque dentro de la manzana habían ocultado una hoja de afeitar. Y otro padre traía a un niño atragantado con un alfiler. Todo era una locura.
Ciego de furia huyó del nosocomio para ajusticiar al malvado viejo con sus propias manos. Pero cuando finalmente llegó a la casa, encontró una escena poco esperada. El hombre se hallaba tumbado en el piso y rodeado de un charco de sangre. Por el olor presupuso que lo habían matado hacía varias horas. Y allí estaba la nota, enmarcada en el rojo fluido; un papel blanco que decía: ¡Feliz Halloween!
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