Masones, Templarios, Illuminati, Ordo Templi Orientis, Bildelberg, el Priorato de Sión… son muchas sociedades las que ha habido durante la historia y muchas de ellas siguen estando presentes en la actualidad, aunque no todo el mundo conoce todas las que ha habido o las que hay. Una de ellas es la Santa Vehme, sociedad cuyos orígenes se pierden en la nebulosa del tiempo.
Se llegó a decir que el propio Carlomagno, tras su victoria sobre los sajones y sus continuos intentos de cristianizarlos, se topó con varios rebeldes que le ocasionaron un sinfín de inconvenientes, sobre todo el conocido duque sajón Widukind. De Carlomagno se asegura que envió un emisario al Papa León III para pedirle consejo sobre los insurrectos y el Papa no le respondió, únicamente se limitó a ir al jardín, arrancar las malas hierbas y colgarlas para secarlas.
Esto fue lo que el emisario vio y comunicó a Carlomagno, quien lo interpretó a su propia manera con la creación en el año 772 de la Santa Vehme, también conocida como los Tribunales secretos de Westfalia; zona del imperio germano donde comenzaron su misión que consistía en perseguir y condenar a aquellos que revelasen secretos de Carlomagno, quienes practicaban o introducían a la herejía, los que cometían perjurio, los que caían en el paganismo rechazando la fe, los que revelaban secretos de la propia Santa Vehme o los que practicaban brujería y magia o pactaban con el Astuto (Diablo).
El poder de la Santa Vehme no tardó en expandirse, llegando a ser conocida como La Corte Vehémica o Vehmgericht y tenían poder sobre la vida y la muerte, pudiendo ajusticiar a quien considerasen que era culpable de delito, incluso por haber incumplido cualquiera de los diez mandamientos.
Para acceder a esta sociedad secreta había que pasar diversas pruebas de iniciación y los neófitos eran reclutados por el Freistuh, un alto dignatario del tribunal de la Santa Vehme. El postulante debía presentarse con la cabeza rapada y responder a preguntas del tribunal sobre su honor y aptitudes, colocar el dedo pulgar e índice sobre un dogal y la hoja de un puñal o arrodillarse, entre otros actos. En esta prueba debía prestar este juramento: “Ocultar la Santa Vehme de su mujer y de sus hijos, de sus padres y de sus hermanos, del fuego y del viento, de cuanto bañan los rayos del sol, de cuanto humedezca la lluvia, de cuanto esté entre el cielo y la tierra”.
¿Cómo actuaba la Santa Vehme?
Actuaba amparada por la noche, cuando no había testigos. Dejaban su puñal ritual clavado en la puerta de la casa del acusado con una nota lacrada con un sello que representaba a un caballero con armadura. En esta nota había un mensaje que enumeraba las faltas del acusado y decía algo así como: “Nosotros, los secretos vengadores del Eterno, los jueces implacables de los crímenes y los guardias de la inocencia, lo citamos de aquí a tres días, ante el tribunal de Dios. Apareced, apareced”.
Si el acusado intentaba huir era perseguido y ajusticiado; si seguía en su casa era secuestrado por varios encapuchados, le tapaban los ojos y se lo llevaban a determinado lugar del bosque, donde sería juzgado. Si era inocente le dejaban ir, si era culpable lo ahorcaban del árbol más cercano con el puñal clavado en su pecho.
Después de muchos siglos la Santa Vehme desapareció casi tan misteriosamente como fue creada y no existe un consenso entre los eruditos a la hora de precisar una fecha de la disolución aunque se sabe que hubo varios intentos por restaurarla en el siglo XX y se rumorea que fueron los que ayudaron a Hitler a ascender al poder.
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