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 Los consensos médicos vs la ciencia, y los nuevos médicos

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MensajeTema: Los consensos médicos vs la ciencia, y los nuevos médicos   Los consensos médicos vs la ciencia, y los nuevos médicos Icon_minitimeDom Abr 20 2014, 00:35

Los consensos médicos vs la ciencia, y los nuevos médicos

“En todas las actividades es saludable, de vez en cuando, poner un signo de interrogación sobre aquellas cosas que por mucho tiempo se han dado como seguras” .- Bertrand Russell

“Están las personas que hacen que las cosas pasen, los que ven las cosas pasar, y los que no saben lo que está pasando” .- proverbio anónimo
Uno de los principales problemas que me encuentro a la hora de divulgar mis mensajes, especialmente en el ámbito de nutrición, es la comparación con la información promovida por la comunidad médica.

Cuando ante una recomendación me responden “¿Lo hablé con mi médico y dice que eso es peligroso para la salud?“, ya no hay mucho más que hablar, ahí se termina la conversación; tal es el poder de la ‘bata blanca’ sobre nosotros.

Por mi pasión, tengo la suerte de poder interactuar e intercambiar opiniones con muchos médicos. Por simplificar, yo los divido en tres grandes grupos:

Los ciegos (no saben lo que está pasando): Los que honestamente piensan que todas las recomendaciones y consensos médicos son correctos, que la pirámide alimentaria oficial es saludable y que todos los medicamentos que prescriben son necesarios. Por tanto el problema de salud generalizado de la población se debe, según ellos, a la falta de voluntad de las personas por no seguir sus recomendaciones (a pesar de que muchos médicos tienen tan mala salud como sus pacientes). Por desgracia, a día de hoy, éste es el grupo más numeroso.

Los que miran para otro lado (ven las cosas pasar): Los que saben que las recomendaciones por consenso no son las mejores, que muchos de los medicamentos que prescriben no van a ayudar a los pacientes, y que muchas de las creencias están basadas en mala ciencia (o simplemente en mitos sin fundamento). Pero no se atreven a decirlo públicamente; no quieren ser ‘estigmatizados’ por sus compañeros. Prefieren no morder la mano que les alimenta y seguir repitiendo los típicos consejos enlatados a sus pacientes. Al fin y al cabo, ningún doctor va a perder su trabajo por recomendar una dieta baja en grasa.

Los que enfrentan la realidad (hacen que las cosas pasen): Los que están al día de las nuevas investigaciones y descubrimientos, y que se atreven no sólo a expresarlo públicamente, sino a probarlo en primera persona y en sus pacientes. Estos son los médicos que jugarán un papel fundamental en la definición de las futuras políticas públicas de salud, más alineadas con lo que dice la ciencia, la experiencia, la biología evolutiva y el sentido común. Por desgracia son el grupo más pequeño.

Con esto no quiero decir por supuesto que todas las recomendaciones generales sean equivocadas, o que no haya diferentes puntos de vista en el tercer grupo. Entre ellos también hay valiosas discusiones sobre el nivel de grasas saturadas que es realmente beneficioso, sobre los límites de proteína que podemos/debemos consumir, sobre nuestra adaptación real a alimentos más recientes como los cereales o la leche, los niveles óptimos de actividad física…. Son aspectos sobre los que todavía queda mucho por debatir, pero desde luego es un gran paso contar con médicos de reconocido prestigio que están haciendo todo lo posible para que los futuros consensos de la ‘comunidad médica’ ayuden realmente a mejorar la salud de las personas.

Dentro de este último grupo de médicos, merecen una mención especial el Doctor Álvaro Campillo y el Doctor José Antonio Villegas. A ambos les agradezco enormemente la labor incansable que realizan por ayudar a difundir nuevas ideas, y su buena disposición para responder mis preguntas.

Os dejo con ellos, de verdad que merece la pena leerles con atención.

Entrevista Doctor Campillo

En primer lugar, ¿nos puede contar algo sobre su educación y carrera médica?

Estudié Medicina y Cirugía en la Universidad de Murcia, obteniendo el Doctorado

Europeo en Medicina y Cirugía, previa estancia en la República Checa, a través de esta misma Universidad. Hice el MIR y me especialicé en Cirugía General y Digestiva, ejerciendo como cirujano en el Hospital General Universitario “JM Morales Meseguer” de Murcia, hasta el día de hoy.

Además, soy Profesor Asociado del Departamento de Cirugía de la Facultad de Medicina de Murcia, Profesor del Máster on-line de Coloprocotología de la Universidad de Zaragoza y Diplomado Superior en Metodología de la Investigación.

Entre los premios que he obtenido destacan: El Premio Nacional Profesor Barea en dos ocasiones, de hecho, fui el médico más joven en conseguirlo (2006 y 2008); el Premio de la Cátedra Pfizer a la Innovación y Excelencia en Gestión Clínica (2007); El Premio Nacional de Investigación CTO-Ulysses (2009).

Mi labor investigadora se centra en la Calidad Asistencial, las Escalas de Riesgo y el Análisis sobre la Metodología Científica de los trabajos publicados y soy Investigador del Grupo de Investigación Clínica en Cirugía Aplicada (GICCA) de la Universidad de Murcia. También participé como Representante Español en el “Proyecto Europeo de Obesidad Mórbida: European Obesity Academy (EOA)”. Karolinska Institutet. Estocolmo, entre 2008 y 2010. He recibido más de 7 Becas y Ayudas de Investigación. De momento, mi trayectoria científica se ha visto reflejada en la publicación de más de 60 artículos publicados en revistas nacionales e internacionales, 5 capítulos de libros sobre medicina y cirugía y 1 libro sobre mi tesis doctoral.

He publicado 3 libros de divulgación científica: Toda la Verdad sobre la Dieta Dukan (RBA)- traducido a Italiano, Francés e Inglés-, Dieta Dukan y Salud (RBA) y Adelgazar para Ejecutivos (Plataforma Editorial).

En Junio de 2013, saldrá publicado mi cuarto libro sobre nutrición para deportistas y las ventajas que tiene para el deporte adoptar un estilo de vida bajo en carbohidratos, cómo llevarlo a cabo, qué comer y cómo entrenar, etc.
¿Cuándo y por qué se empezó a interesar por los conceptos de dietas cetogénicas y/o bajas en carbohidratos?

La primera vez que oí hablar sobre ellas fue de adolescente, cuando se puso de moda la dieta Atkins. En aquella época, tanto los profesionales sanitarios, como la población general consideraban que este tipo de dietas, no sólo eran muy malas para la salud, sino que, incluso, podían matarte. Pero, lo que me hizo interesarme real y científicamente por ellas y empezar a estudiar el tema, fue que mi padre enfermó del corazón y el Catedrático de Cardiología de la Universidad de Murcia le preinscribió la Atkins para que perdiera peso rápido pero con salud. ¡Me chocó tanto la idea de que un catedrático de cardiología la mandara cuando todo el mundo “sabía” que era mala que tuve que investigar sobre el tema! Pronto encontré algunos artículos sobre el tema donde se había demostrado que este tipo de dietas eran bastante saludables y parecía que tenían grandes ventajas para muchos pacientes.

Desde aquellos años de estudiante de medicina ha pasado mucho tiempo y los estudios sobre el tema se han multiplicado, demostrando su gran utilidad y seguridad tanto para perder peso como para prevenir o tratar nutricionalmente muchas patologías crónicas como hipertensión, diabetes, esteatosis hepática, dislipemias, etc.

¿Cuál fue la reacción de sus compañeros de profesión cuando empezó a plantear esta nueva forma de ver las cosas? ¿Cree que hay poco conocimiento sobre nutrición en la medicina moderna?

Por un lado, al principio, la reacción de casi todos fue de rechazo y condena a este tipo de enfoque. Me decían que estaba loco, que si quería hacer daño a los pacientes, etc. Pero, algunos de ellos comenzaron a discutir científicamente (y no en base a opiniones y creencias previas) el tema conmigo, a leer la evidencia científica disponible e incluso a empezar a probarlas en ellos mismos y se convencieron. A día de hoy, la gran mayoría de compañeros médicos de mi entorno más cercano están perfectamente actualizados sobre el tema, las recomiendan a muchos pacientes, etc.

Pero, por otro lado, todavía existe un gran rechazo médico, hasta el punto de que el Colegio de Médicos me acusó de difundir mentiras, mitos y falsas esperanzas en los pacientes al hablar bien sobre las dietas cetogénicas.

Afortunadamente, los más de 100 folios llenos de evidencia científica y artículos hicieron que tuvieran que rectificar y reconocer que lo que yo decía no sólo no era falso, sino que este enfoque nutricional era bueno para muchos pacientes. Esto es un primer triunfo desde el punto de vista institucional y sanitario pero supongo que tendrá que pasar, todavía, algún tiempo para que muchos compañeros rectifiquen y dejen sus sesgos y creencias previas a un lado y comiencen a aplicar la evidencia.

En cuanto a lo que me preguntas sobre el conocimiento nutricional en medicina, los conceptos científicos sobre nutrición son muy amplios actualmente pero, lo que no hemos conseguido es que lleguen a los profesionales y que los apliquen en su práctica clínica diaria. Hay muchos estudios sobre el tema que demuestran que los médicos y profesionales sanitarios, en general, tenemos conocimientos nutricionales muy limitados.

¿Qué opinión tiene de la dieta Paleolítica?

¡A mi me parece una forma de alimentación y de estilo de vida muy saludable!

Pero, siempre digo que en temas médico-científicos la opinión personal de los profesionales debe importarnos poco y debemos de basarnos en datos y estudios científicos de máxima evidencia porque confiar en opiniones personales es peligroso, y si vienen de “expertos” más todavía. Yo, por ejemplo, cuando era recién nacido, un médico creía que un fármaco no estaba contraindicado en niños, lo que me hizo perder un riñón. Así que, si estudiamos lo que dice la ciencia, a día de hoy, sobre la paleodieta es que: “Es muy sana y fisiológica, no produce déficit de micronutrientes, ni contribuye a la obesidad, diabetes, cáncer, infartos, etc. Sino todo lo contrario, incluso parece poder prevenir la aparición de todas estas patologías o mejorar su pronóstico en los pacientes que ya padezcan algún tipo de ellas”. Además, en los estudios en los que se compara con la llamada “dieta mediterránea” ha demostrado ser mejor que esta última, tanto mejorando el perfil lipídico sanguíneo (colesterol, triglicéridos) y de riesgo cardiovascular, como saciando y generando sensación de plenitud y confort.

La paleodieta, como toda dieta baja en carbohidratos es muy buena pero otro punto muy interesante y beneficioso de ella es la importancia que le da al consumo de grasas (todas las grasas de la naturaleza son saludables siempre que no se mezclen con grandes cantidades de hidratos) porque para que una dieta baja en hidratos pueda ser mantenida a muy largo plazo, es necesario que sea abundante en grasas, lo que se cumple perfectamente en la paleo.
¿Cree que hay mayor apertura en la comunidad médica a estas ideas o siguen pesando demasiado las recomendaciones consensuadas por las ‘sociedades científicas’?

Por desgracia, las mal llamadas “sociedades científicas” tienen mucho peso y creo que están contribuyendo a hacer que la llegada del conocimiento científico desde las publicaciones y estudios a los clínicos y profesionales que trabajan con pacientes se retrase muchos años. Algunas de las razones, además de los conflictos de intereses, existentes y conocidos por todos, son:

1.- El sesgo del pensamiento grupal, es decir, cuando un grupo de “expertos” se junta para hacer recomendaciones, suelen tomar decisiones “idiotas” (no basadas en ciencia) porque todos adaptan su opinión al presunto consenso, llegando a decisiones que cada miembro individual del grupo habría rechazado en condiciones normales.

2.- El sesgo de las creencias previas, que consiste en que tendemos a buscar y a retener más, la información que refuerza nuestras conocimientos aprendidos previamente, desechando las evidencias que demuestren lo contrario de lo que pensamos.

3.- El sesgo de disponibilidad, la información que está más reciente en nuestro cerebro es la que utilizaremos con mayor frecuencia. Un ejemplo en el caso de la nutrición, como continuamente nos están diciendo que la dieta equilibrada es la de 60% hidratos de carbono, 15% de proteínas y 25% de grasas (lo que no es cierto, tal y como ha demostrado la ciencia), al compararla, en nuestra mente, con cualquier otro tipo de dietas, pensamos que la que sea distinta o no cumpla las recomendaciones oficiales, es mala. Lo que no es sino otro error de nuestro sistema de razonamiento.

4.- ¡Los dichosos consensos! Es decir,La Medicina Basada en la Evidencia considera que existe una jerarquía de las mejores pruebas de investigación. Estas mejores pruebas de investigación, que se basan en investigaciones clínicas relevantes, son las que sirven como fundamento para la toma de decisiones.

En la jerarquía de las mejores pruebas de investigación, los ensayos clínicos y metanálisis ocupan el lugar más alto y fuerte dentro de la Medicina Basada en Evidencia, mientras que la opinión de expertos (los consensos de expertos y sociedades científicas).

Así que, mientras sigamos basando nuestros conocimientos en los consensos en vez de en ensayos clínicos y metanálisis estaremos ejerciendo nuestra práctica clínica de forma desactualizada y, a veces, peligrosa.

Otro de los problemas es que en las facultades no se enseña, ni desarrolla el sentido crítico, ni la capacidad de razonar de forma independiente, sino todo lo contrario, es decir, la llamada certeza dogmática (esto es así porque lo dice el “experto”) y el principio de autoridad, como dice Rolf Dobelli en su libro El Arte de Pensar:

“Ya desde el primer libro de la Biblia se nos deja claro lo que pasa cuando no se obedece a la gran autoridad: Te expulsan del paraíso”

¿Por qué cree que tarda tanto la ciencia en llegar a formar parte del consenso médico?

Algunas de las razones ya las hemos comentado anteriormente pero, probablemente, las dos más importantes serían; los intereses económicos por parte de las grandes empresas y farmacéuticas, a las que no les interesa, ni investigar en tratamientos sencillos, efectivos y curativos, ni que estos se difundan ya que, de lo contrario no se ganarían grandes cantidades de dinero.

¡Para la industria es mejor venderte una pastilla para el colesterol y otra para el azúcar que decirte que si sigues un estilo de vida saludable (alimentación y ejercicio) no tendrás que tomar pastillas! Y, como estas empresas invierten mucho en marketing y publicidad y aportan grandes cantidades de dinero a las llamadas “sociedades científicas” es difícil que de esta mezcla salga ciencia para que el médico pueda aplicarla. Te pondré un ejemplo, si te lees el último consenso de las principales “sociedades de nutrición de España”, puedes ver gran cantidad de incongruencias y recomendaciones desacertadas. Pero, cuando descubres que dicho consenso ha sido patrocinado por una empresa que se dedica a vender productos para adelgazar, ya parece que las cosas cuadran más y que en ese documento hay poca ciencia.

Llevo semanas siguiendo su experimento en McDonald’s. Aunque sé que próximamente hará un documental, ¿nos puede contar muy resumidamente los resultados?

¡Claro que sí! Básicamente que el problema fundamental de la comida rápida o basura no estaría tanto en que los alimentos que nos venden (hamburguesas, perritos, etc.) sean ricos en grasas, sino que son los carbohidratos que acompañan a estas carnes los que nos afectan al organismo y nos hacen engordar y aumentar nuestro riesgo cardiovascular y de enfermedad crónica.

En mi caso, en 15 días comiendo sólo de McDonald’s engordé más de 3 kilos y me subió algo el colesterol y triglicéridos pero, en los siguientes 15 días, comiendo las mismas calorías por día, también del McDonald´s pero sin hidratos (así que me infle a carne de hamburguesa y ensaladas), conseguí perder casi todo el peso ganado y la analítica me mejoró espectacularmente. Ahora, la idea es terminar el documental, subirlo a youtube y enviárselo a la Directiva de McDonald’s España, junto con una serie de propuestas sencillas para que mejoren la calidad de sus comidas y contribuir a reducir la obesidad infantil, etc. ¿Aceptarán el reto?.

Más información:

Totalmente recomendable su Blog, loquesumediconosabe.blogspot.com

Por cierto, felicidades al Doctor Campillo por su reciente paternidad!!

Entrevista Doctor Villegas

En primer lugar, ¿nos puede contar algo sobre su educación y carrera médica?
Estudié la carrera en Murcia, realicé la especialidad en la Universidad Louis Pasteur de Estrasburgo (Francia), hice estudios de predoctorado en Colonia (Alemania), me doctoré “Cum Laude” en la Universidad de Murcia, fui nombrado Catedrático y, posteriormente Académico de Número de la Real Academia de Medicina de Murcia y correspondiente de la Academia Nacional de Medicina.
¿Cuándo y por qué se empezó a interesar por los conceptos de dieta paleolítica?

Yo realicé el doctorado en un tema que relacionaba la dieta con el rendimiento en deportistas de élite y, a partir de ahí, me especialicé en alimentación y ayudas ergogénicas en deportistas. El avance de la antropología ha permitido ofrecer una visión “evolucionista” a una gran parte de las enfermedades actuales y, en este sentido, los estudios de la dieta de nuestros ancestros (una vez conocida con gran exactitud), han revolucionado el entendimiento de las grandes patologías que sufrimos en la actualidad y que, ahora sabemos, están relacionadas con un concepto surgido de los conocimientos en ciencias afines, esto es, nuestro genoma (y, por tanto, todo nuestro metabolismo) está modelado por una intensísima actividad física y una dieta que ahora conocemos como paleolítica.

Los deportistas son los actuales cazadores y recolectores, por eso comencé a unir cabos y a sospechar que la mejor ayuda ergogénica era equilibrar la dieta en base a esos nuevos conocimientos que surgían con gran base experimental, de los trabajos de Cordain, Eaton SB, O’Keefe y otros.

¿Cuál fue la reacción de sus compañeros de profesión cuando empezó a plantear esta nueva forma de ver las cosas?

Mi principal problema vino de la aplicación de esas nuevas formas de entender la ciencia de la nutrición humana a la universidad. En 1998 fui nombrado Director de la Diplomatura en Nutrición Humana, lo que suponía un hito importante, ya que era la inauguración de los estudios de esta carrera que no eran universitarios anteriormente. Pues bien, enseñar a los alumnos (futuros dietistas) las bases científicas de estos nuevos planteamientos, ha sido muy problemático, mucho más que entenderme con los médicos que se especializan en nutrición (que en medicina se llama endocrinología y nutrición), con los cuales me he entendido perfectamente.

¿Y sus pacientes? ¿pensaban que era un médico ‘diferente’ Smile ?

Los pacientes que yo trato son deportistas, y en su ámbito ya hace mucho tiempo que habían descubierto que la aplicación de la dieta equilibrada de los expertos en nutrición no funcionaba, de modo que la adaptación a mis nuevos criterios fue inmediata y muy bien acogida.

¿Cree que hay mayor apertura en la comunidad médica a estas ideas o siguen pesando demasiado las recomendaciones consensuadas por las ‘sociedades científicas’ ?

Como siempre ocurre en una sociedad basada en el modelo científico, antes o después, los estudios experimentales calarán y los conceptos pasarán de los investigadores a los médicos de forma paulatina, no sin antes chocar con los clásicos “expertos” empeñados en mantener la ciencia atrasada. Quizás lo que más esté retrasando la aplicación de estos estudios es el fanatismo expresado fuera del ámbito científico (restaurantes paleolíticos, rechazo a alimentos llamados modernos etc etc), ya que genera mucho rechazo en los medios más conservadores de las sociedades científicas.

Tengamos todos en cuenta que mi discurso de ingreso en la Real Academia de Medicina de Murcia era un repaso a las teorías de la evolución aplicadas a enfermedades que se curarían mejor con actividad física que solo con medicamentos, y no hay nada más solemne que un discurso en ese ámbito (y no me fue mal, por cierto).

En sus años tratando pacientes con un enfoque paleolítico, ¿qué cosas ha ido aprendiendo a partir de los resultados?

Uno de los mayores descubrimientos que he hecho, como estudioso, como investigador y como médico, ha sido un ácido de los llamados n3, el docosahexaenoico (DHA). Una empresa catalana me propuso investigar sobre un producto que empezaban a comercializar (hace ya más de diez años) y desde entonces, no deja de sorprenderme (a mí y a toda la comunidad científica). Resumiré el tema con una frase que les trasladaba a mis alumnos en una ocasión, con lágrimas en los ojos. Les decía que si yo hubiera sabido lo que conozco ahora sobre ese ácido graso, la vida de un ser muy querido para mí, no sería tan dura como es.

Contestando a esa pregunta, el último paciente que estoy tratando, llegó a la consulta con bastones y destinado a acabar en unos meses en una silla de ruedas. Pues bien, en la última revisión, anda perfectamente y tiene una vida laboral plena (cosa que el colega mío que lo trató, aún no se explica).

Por cierto, el enfoque paleolítico no lo aplico exclusivamente en el ámbito de la dieta, de hecho, es mucho más importante la actividad física intensa (imitando la que entonces estábamos obligados a llevar).

Uno de los principales miedos de los deportistas es el posible impacto en el desempeño por bajar los carbohidratos; dada su experiencia trabajando con estas personas, ¿qué resultados ha visto al respecto?

Esa pregunta asume un concepto que yo no comparto. La dieta de un homínido hace cien mil años era, efectivamente, baja en carbohidratos, pero no se puede trasladar de manera directa esa dieta a nosotros. Tan inadecuado es ignorar las ventajas de conocer la dieta que ha modelado nuestro metabolismo mediante la evolución, como desechar los conocimientos actuales sobre genética y epigenética y desestimar los cambios evolutivos posteriores. Somos un animal generalista y no debemos olvidar que nos adaptamos muy bien a medios de vida muy distintos, entre otros, en lo referente a la dieta.

Cuando yo empecé a trabajar con deportistas de élite, estaban de moda los regímenes disociados ya que investigadores escandinavos habían demostrado que las cargas de carbohidratos después del agotamiento de éstos tras una dieta hiperproteica, mejoraban su rendimiento. Posteriormente vimos que no hacía falta disociar la dieta, pero todos los estudios siguen mostrando que la carga de glucógeno se efectúa mejor si se le aporta al organismo inmediatamente después de su agotamiento, alimentos ricos en carbohidratos.

La novedad, ahora, no es bajar los carbohidratos, sino añadir aminoácidos (particularmente leucina). Ese fue el fruto de una investigación que realizamos hace once años y que fue premio nacional de investigación en medicina deportiva otorgado por la Universidad de Oviedo.

Más información:

Os recomiendo visitar su blog (dieta-paleolitica.blogspot.com) y su iniciativa de suplementos para deportistas (http://www.europa21online.com/).


Fuente: http://fitnessrevolucionario.com/2013/04/13/los-consensos-medicos-vs-la-ciencia-y-los-nuevos-medicos/


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