A pesar del estigma social que cae sobre ella, la depresión es una enfermedad como cualquier otra, es decir, una alteración en nuestro funcionamiento. Igual que ocurre con otras patologías de carácter duradero en el tiempo, la convivencia con una persona que padece depresión puede resultar difícil si el entorno no posee ciertas pautas sobre cómo comportarse. ¿Es éste tu caso? ¿Tu pareja tiene depresión y no sabes cómo ayudarla? El primer paso para empezar a sentirte útil, es aceptar la ambivalencia que probablemente sientes. Sabes que quieres colaborar, pero a la vez, en ocasiones te sientes molesto por su comportamiento: su apatía, su tristeza, su falta de racionalidad y su constante visión catastrofista del mundo. Es normal que tengas sentimientos contradictorios, y no tienes que culpabilizarte por ello. Es difícil ayudar a alguien que tiene poca predisposición a dejarse ayudar, y ni siquiera se ayuda a sí mismo. Pero eso, lamentablemente, forma parte de la enfermedad.
Por lo tanto, el primer cambio que debes hacer está en ti, en tu perspectiva. Puedes hacer un profundo ejercicio de reflexión hasta llegar a comprender, de forma empática, que tu pareja está pasando por una enfermedad: no se comporta así porque quiere, ni está exagerando, ni desea llamar la atención. Eso son prejuicios que, los que no estamos enfermos, creamos sin darnos cuenta simplemente por una razón: no estamos en los zapatos de la persona deprimida. No te será nada fácil ver el mundo desde sus ojos, porque tú no estás enfermo. Pero, cuando por fin hayas podido aceptar esa diferencia, habrás dado el paso más importante. Aún así, por supuesto, no quieres quedarte de brazos cruzados viendo cómo tu pareja sufre, aunque seas capaz de comprenderla. Seguro que quieres hacer algo para ayudarle a estar mejor, y poder deshacerte de ese sentimiento de impotencia. Bien, no hay una clave mágica para luchar contra el fantasma de la depresión, pero uno de sus mayores enemigos es el llamado “apoyo social”. Familia, amigos, pareja… el amor y el apoyo de las personas cercanas. Así que, aunque no todo depende de ti, tú puedes ser un elemento de gran importancia en su progreso hacia el bienestar. ¿Qué puedes hacer para colaborar? No le culpabilices de su estado ni le exijas que mejore más rápido. No intentes animarle mediante argumentos lógicos. Es mucho más efectivo abordarle por la vía emocional que por la racional. Simplemente, cuando desee contarte cómo se siente: escucha, comprende lo más posible, y sobre todo, muestra cariño física y verbalmente. Un abrazo, una caricia, un beso o una sonrisa en el momento oportuno, son terapéuticos para la persona deprimida. Muestra confianza en su recuperación, ayúdale a cumplir el tratamiento que esté siguiendo. O bien, si aún no lo habéis hecho, consulta tú mismo con un profesional. No lo hagas a escondidas, pero tampoco necesitas su consentimiento para pedir ayuda si sabes que la está necesitando. Evita quitarle importancia a los síntomas. Escucha cómo se siente. Sin embargo, es preferible que pongas límites. No es positivo para ninguno de los dos caer en un bucle de quejas repetitivas. Por eso, si tu pareja entra en él, avísale de que vas a cortarlo por el bien de ambos, y cambia a un tema diferente. Repítelo tantas veces como haga falta, siempre y cuando antes le hayas dejado expresarse, por lo menos, una vez. Evita al máximo los enfados, las discusiones y los gritos: sólo alimentan la enfermedad. Procura hablarle siempre con calma: que en tus palabras, tu tono de voz y tu comportamiento se perciba ese trasfondo de positividad y confianza en el futuro, que es lo que a tu pareja le falta. Cuando no estés de humor, mejor distánciate. Cambia de aire, sal a dar un paseo, o mejor: salid a darlo juntos. Ten en cuenta que la recuperación de una depresión es proceso lento, pero igual de posible que en cualquier otra enfermedad. Así que, sobre todo, ten paciencia. Asume que no todo está bajo tu control, no intentes desesperadamente que la persona enferma cambie. Tú sólo puedes decidir tus propios cambios; en lo demás, influir.
Texto extraído de: Cómo ayudar a tu pareja cuando tiene depresión | Todo Vida Sana