Los cinco sentidos físicos pertenecen al cuerpo físico. La intuición y la capacidad de visualización de otros planos pertenecen al Alma.
El intelecto desarrollado pertenece al Espíritu, ya que lo que llamamos Dios es la energía de la Inteligencia Pura.
Reconociendo esto decimos que tenemos un cuerpo físico y un cuerpo espiritual. Desde esta comprensión, tenemos la capacidad de desarrollar en nosotros la facultad del conocimiento intuitivo que nos puede llevar al Mundo de lo Oculto o Mundo Imaginal.
Éste es un mundo intermedio que no es perceptible por los sentidos físicos y es llamado “el octavo clima“. A través de ejercicios de visualización se puede llegar a él y experimentar así otros planos de nuestro ser.
Conectar con nuestra Alma, con nuestro corazón o con nuestro espíritu es conectar con nuestro Ser esencial eterno. Cuando llegamos a este escalón en nuestro camino ascendente hacia nuestra unión con el Uno o Conciencia Suprema, logramos alcanzar un estado estable de paz interior. Seguimos en el teatro de la vida desempeñando nuestro rol pero ya como observadores -espectadores desapegados y desidentificados del drama puesto en escena-.
Existe en nosotros un universo interior, un lugar espiritual y divino. “Salir” del exterior y adentrarnos en nosotros, es dejar lo aparente e ir al encuentro de nuestra realidad y de nuestro Ser.
Salimos de la limitada realidad material para adentrarnos en nuestra realidad espiritual, provista de dimensiones y de extensión. En la medida que nos adentramos en esta realidad nuestra Conciencia se expande más y más.
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