Para aceptar situaciones de gran sufrimiento como la pérdida de seres queridos el corazón necesita de un tiempo material para aceptar los hechos y vivir el duelo para luego adaptarse a su nueva situación.
Más en el fondo, el Alma, se tropieza con las resistencias de la propia Mente… cuando dice que sí ha aceptado pero no da el paso siguiente; la conversión real del sufrimiento en aceptación.
Ahí está la LIBERACIÓN. Este es un salto al frente real y consciente.
La Mente tiene que encontrar la forma de conectarse con el Corazón para que éste le ayude a vaciarse de todos los sentimientos negativos (de aferrarse al dolor temiendo olvidar) y poder curar así las heridas.
Cuando finalmente se funden Mente y Corazón es cuando sucede sinceramente la admisión y acogimiento de lo sucedido, tal cual fue, pero observándolo desde el desapego emocional.
No sólo con desearlo o decirlo desde la Mente se cierran las heridas del Corazón.
La aceptación de lo que ha ocurrido en nuestra vida y que nos ha lastimado, sucede desde el despertar de la Conciencia y desde la comprensión de la dimensión real de nuestro Ser.
Ahora es cuando se expande nuestro Ser. Somos Amor. Somos Eternos y estamos por siempre entrelazados.
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