El mundo de la fantasía nos pertenece cuando somos niños. Los cuentos infantiles están plagados de criaturas mitológicas, sorprendentes e irreales que apasionan a los más pequeños. Claro, que cuando nuestros niños no pueden dormir por los monstruos bajo la cama o porque viene el coco a por ellos, deseamos que no sean tan imaginativos. Solemos decirles que no se preocupen, que los monstruos no existen.
Un grupo de investigadores de la Universidad de Tel Aviv, han tratado de explicar cómo la fantasía de los niños influye sobre los miedos nocturnos.
Se conoce que los miedos nocturnos de los niños cambian en contenido según van teniendo más edad; así, por ejemplo, se sabe que con la edad, los miedos a criaturas fantásticas van decreciendo mientras que aumentan los miedos al daño físico.
Este grupo de investigadores han descubierto que la capacidad de los niños de 4 a 6 años para diferenciar la realidad de la fantasía influye sobre el desarrollo de miedos nocturnos. Así, los niños que presentan más miedos nocturnos son aquellos con menor capacidad para diferenciar entre la realidad y la fantasía.
Esta relación, sin embargo, se desvanece con el tiempo, ya que en niños más mayores la capacidad para discernir entre fantasía-realidad no influiría sobre la aparición de miedos nocturnos. Es un conocimiento interesante, puesto que un nivel de miedo o ansiedad alto en la infancia se relaciona con problemas de socialización, dificultades académicas o baja autoestima.
Ante estos hallazgos, desde los contextos clínicos, cuando los niños de estas edades tengan miedos nocturnos se puede trabajar en una mejor distinción de realidad y fantasía. Otra opción es tratar de utilizar la capacidad imaginativa de estos niños como herramienta terapéutica y así convertir algo que potencialmente les daña en un arma para combatir el problema.
Fuente: Springer Link