RESPETO:
En referencia al reconocimiento de los derechos de la otra persona y al entendimiento de los propios derechos en base a cómo poder expresarlos sin producir daño objetivo en el prójimo.
Algo así como: “Deja que se exprese y a la vez exprésate, pero no dañes intencionadamente”.
EMPATÍA:
En el intento de entender y comprender al otro miembro de la pareja, aunque con el derecho de aceptar y compartir su criterio o mostrarte en contra, total o parcialmente.
Algo así como: “Escúchale, con el deseo de comprender; acepta su punto de vista si coincides, o recházalo si no lo compartes”.
COMUNICACIÓN:
El puente de unión entre dos personas, la esencia de todo, por encima del amor, en tanto en cuanto el amor necesita de la comunicación, entendida ésta como un proceso de doble dirección: hablar y escuchar, dibujado en forma de círculo.
Algo así como: “Dejemos las adivinanzas para mejor ocasión, probemos a decir lo que se siente y piensa, a la vez que se esté atento a lo que nos quieren decir”.
Estos tres ingredientes bien mezcladitos aparecen como claves del éxito de muchas parejas, por algo será. El problema es que esto rara vez se enseñan en los colegios, en las propias familias, en los clubes deportivos, etc., es como si tuviéramos que saber compartir nuestra vida con otra persona por cuestiones genéticas, pero ya sabemos que no se nace sabiendo eso.
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