Si alguien te preguntara: “¿Por qué amas a tu esposa?” o “¿Por qué amas a tu esposo?”, ¿qué dirías?
La mayoría de los hombres mencionarían la belleza de su esposa, su sentido del humor, su bondad, su fortaleza interna. Quizá, hablarían de su capacidad para cocinar, su don para decorar o de lo buena madre que es.
Probablemente, las mujeres dirían algo sobre lo atractivo que es su esposo o sobre su personalidad. Lo elogiarían por su firmeza y por su carácter estable. Dirían que lo aman porque siempre está allí cuando lo necesitan. Es generoso. Es servicial.
¿Pero qué sucedería si con el correr de los años, tu cónyuge dejara de ser todas estas cosas? ¿Seguirías amándolo? En función de lo que contestaste antes, la única respuesta lógica sería “no”. Si todas las razones por las que amas a tu cónyuge tienen que ver con sus cualidades (y luego esas mismas cualidades desaparecen de repente o con el tiempo) el fundamento de tu amor se esfuma.
El amor sólo puede durar toda la vida si es incondicional. La verdad es la siguiente: al amor no lo define la persona amada sino la que decide amar.
Si un hombre le dice a su esposa: “Ya no estoy enamorado de ti”, lo que en realidad está diciendo es: “Para empezar, nunca te amé en forma incondicional”. Su amor se apoyaba en sentimientos o circunstancias en lugar del compromiso
Los cimientos deben ser más profundos que una simple amistad o la atracción sexual. El amor incondicional, el amor ágape, no oscilará con el tiempo ni las circunstancias.
Sin embargo, no quiere decir que el amor que haya comenzado por razones erróneas no pueda ser restaurado y redimido. Es más, cuando reconstruyes tu matrimonio Con el ágape como fundamento, los aspectos de amistad y romance de tu amor se vuelven aún más atractivos que nunca. Cuando el disfrute mutuo como mejores amigos y amantes tiene su fundamento en un compromiso inquebrantable, experimentas una intimidad que no puede lograrse de ninguna otra manera.
Y cuando tu cónyuge comience a vivir cómodamente bajo su sombra, no debes sorprenderte si amarlo te resulta más fácil que antes. Ya no dirás: “Te amo porque...” Ahora, dirás: “Te amo y punto”.
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