Nada irrita más rápido a los demás como la mala educación. Ser grosero significa decir o hacer algo innecesario que le haga pasar un mal momento a la persona que esté cerca. Ser grosero es actuar en forma indecorosa, vergonzosa o irritante. En el matrimonio, podría tratarse de tener una boca sucia, malos modales en la mesa o el hábito de hacer bromas sarcásticas. Desde cualquier punto de vista, a nadie le gusta estar cerca de una persona grosera. La conducta grosera puede parecerle insignificante a quien la práctica, pero es desagradable para los que están cerca.
Como siempre, el amor tiene algo para decir al respecto. Cuando un hombre es impulsado por el amor, se comporta en forma intencional de una manera que a la esposa le resulte más agradable. Si ella desea amarlo, resuelve evitar lo que lo frustra y le molesta.
En esencia, el amor genuino cuida sus modales.
Adoptar este concepto podría traer aire fresco a tu matrimonio. Los buenos modales le expresan a tu esposa o esposo: “Te valoro lo suficiente como para ejercer algo de dominio propio cerca de ti. Quiero ser una persona con la que sea un placer estar”. Cuando permites que el amor cambie tu conducta (aunque sea de la manera más insignificante) restauras una atmósfera de honor en la relación. Por lo general, las personas que practican una buena etiqueta aumentan el nivel de respeto en el ambiente donde están.
Casi siempre, la etiqueta que usas en tu casa es totalmente distinta a la que usas con tus amigos, o incluso con extraños. En tu casa, puedes gritar o poner mala cara, pero si suena el timbre, abres con una gran sonrisa y lleno de amabilidad. Sin embargo, si te atreves a amar, también querrás dar lo mejor de ti mismo a los tuyos. Si no dejas que el amor te motive a realizar los cambios necesarios en tu conducta, la calidad de tu relación matrimonial sufrirá.
Hay dos razones principales por las que la gente es grosera; la ignorancia y el egoísmo. Por supuesto, ninguna de las dos cosas es buena. Los niños nacen sin saber nada sobre los buenos modales, y necesitan mucha ayuda y enseñanza. Sin embargo, los adultos demuestran su ignorancia de otra manera. Conoces las reglas, pero puedes no darte cuenta de cómo las rompes o ser demasiado egoísta como para que te importe. De hecho, quizá no te des cuenta de lo desagradable que puede ser vivir contigo.
Ponte a prueba con las siguientes preguntas:
· ¿Qué piensa tu cónyuge de la manera en que hablas y actúas cuando estás cerca de él?
· ¿Qué efecto tiene tu conducta en la valía y la autoestima de tu pareja?
· ¿Tu cónyuge diría que eres una bendición o que eres condescendiente y lo avergüenzas?
Si piensas que tu cónyuge (y no tú) es el que tiene que hacer cambios en esta área es probable que sufras de un caso grave de ignorancia, con efectos secundarios de egoísmo. Recuerda que el amor no es grosero sino que te lleva a obrar con principios superiores.
¿Te gustaría que tu cónyuge dejara de hacer todo eso que te molesta? Entonces, es hora de dejar de hacer todo eso que le molesta. ¿Serás lo suficientemente considerado y amoroso como para descubrir y evitar la conducta que hace que la vida le resulte desagradable a tu pareja? ¿Te atreverás a ser encantador?
Aquí tienes tres principios orientadores que se refieren a practicar los buenos modales en tu matrimonio:
1. Respeta la regla de oro. Trata a tu pareja de la misma manera en la que quieres que te trate
2. Nada de distintos criterios. Ten la misma consideración con tu cónyuge que con los extraños y con los compañeros de trabajo
3. Cumple las peticiones. Considera lo que tu esposo o esposa ya te ha pedido que hagas o que no hagas. Si tienes dudas, pregunta.
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