Los sentimientos positivos son fáciles de llevar con uno. Pero, ¿qué pasa cuando experimentamos sentimientos y emociones que no nos agradan?
Hay sentimientos y emociones que nos iluminan la vida como el amor, la pasión, el altruismo, la satisfacción, la alegría y otros similares. Cuando surgen estos sentimientos y emociones, no dudamos en dejarlos fluir y hasta tratamos de que permanezcan un rato más para poder disfrutar de un buen momento, de un momento placentero.
Así, es natural que cuando aparecen emociones y sentimientos negativos y dolorosos, tratamos de evitarlos o esconderlos detrás de otros sentimientos o emociones que los reemplacen. Es común que algunas personas muestren enfado cuando se sienten tristes porque les resulta más fácil lidiar con la ira que con el dolor. Esto es normal. Esto sucede porque, inconscientemente, intentamos reprimir las emociones negativas o dolorosas.
Pero lo más aconsejable es dejar fluir las emociones, sean positivas o negativas. Esto no significa que debemos aprender a “disfrutar del sufrimiento”. No. Pero debemos aprender a lidiar con el dolor de una manera que no sea tan extremista ni trágica, es como “aceptar” el dolor como parte de nuestro ser.
Cuando enfrentamos la pérdida de un ser querido, el mundo parece detenerse, el dolor y la tristeza son tan profundos que ni siquiera atinamos a ocultarlos. Cuando fallece alguien que significaba mucho en nuestras vidas, no disfrazamos lo que sentimos, no podemos evitar sentir ese profundo dolor. El resto del mundo que nos rodea parece desvanecerse.
Ante experiencias extremas, solemos respetar y aceptar nuestros sentimientos y emociones genuinamente, tal como son, y -por lo general- nos damos un tiempo para hacer el duelo que corresponde.
De la misma manera, con una intensidad menor, podemos aceptar los sentimientos dolorosos tras una separación, una ruptura familiar, sentimental, o de una amistad, la pérdida del empleo, tener que mudarse a un sitio menos confortable, etc.
Éstas son experiencias dónde vivenciamos alguna pérdida de algún tipo que no deseábamos. Y en estos casos, es importante ser conscientes de nuestros sentimientos de dolor o frustración ante dicha pérdida y darnos un tiempo para recuperarnos.
Si embotellamos o escondemos los sentimientos dolorosos, acabamos por enfermarnos. Por ejemplo, podemos tener una úlcera, podemos caer en una depresión crónica y profunda, podemos volvernos agresivos hacia los demás, y otras manifestaciones similares.
Negar los sentimientos y las emociones no nos conduce a nada positivo. Por muy negativo que parezca, es preferible aceptar y reconocer que estamos experimentando sentimientos de dolor, soledad, frustración, etc. para poder superar estos mismos sentimientos. Si los escondemos, no lograremos sacarlos afuera y no lograremos superarlos de una manera que nos permita continuar creciendo y madurando emocionalmente, de un modo saludable.
De modo que dejen fluir los sentimientos y las emociones, sáquenlos para afuera, no los embotellen ni escondan dentro suyo. Tomen conciencia de su esta emocional, de su estado de ánimo, de sus sentimientos y -de un modo sincero- déjenlos fluir y continuar su camino. Es lo que los ayudará a crecer. Es lo que los hará más fuertes y saludables.
Honren sus sentimientos, ustedes lo merecen.
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